Tegucigalpa (Por Xiomara Orellana) – ¿Desaparecidos, presos o muertos? Es la pregunta que miles de familiares de migrantes hondureños se hacen al no tener noticias de esos parientes que emprendieron camino hacia la aventura del sueño americano. Hasta junio del 2022, el Foro Nacional de Migraciones en Honduras (FONAMIH), reporta que del año 2005 al 2022, son 600 desaparecidos, pero se estima que son miles más, los que no han sido reportados a las autoridades gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil u organismos internacionales, por parte de familiares de personas en situación de migración desaparecida.

600 desaparecidos registra el FONAMIH, pero la cifra es más alta, varias organizaciones promueven el muestreo de ADN para identificar a migrantes en ruta migratoria.

Solo se cuenta con estimaciones, porque a ciencia cierta, ningún Gobierno cuenta con registros completos sobre las desapariciones de migrantes en sus respectivos territorios. “Mi hija salió de Yarumela hace dos años, la última vez que hablé con ella estaba en Chiapas, pero perdí contacto. No tenemos información de qué ocurrió con ella, solo le pido a Dios que esté sana y salva”, expresa Margarita Dubón.

Como ella, son cientos de familias que albergan la esperanza de que pese a no tener contacto con sus hijos, siguen con vida. Esta situación para Karen Valladares, directora del FONAMIH, representa un reto para el Estado, porque deben incluir en las políticas migratorias mecanismos de búsqueda, tanto en los restos no identificados de migrantes, como también en personas desaparecidas vivas, a través de los centros de atención de México y Estados Unidos, sean estos albergues, hospitales, entre otros. “Debe ser una labor conjunta que se realice desde los consulados porque incluso, muchos de esos desaparecidos podrían estar privados de libertad y se desconocen dónde están”.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), tiene un registro de 1,421 personas en situación de migración desaparecidas y 223 identificaciones de restos, 113 en Estados Unidos y 110 en México.

Mientras que organizaciones como el  Movimiento Migrante Centroamericano calculan alrededor de 80,000 casos de desapariciones. Pero los datos de la Unidad de Investigación de Delitos para Personas Migrantes (UIDPM) en México, establece que entre julio de 2019 y julio de 2020 se atendieron 41 informes de víctimas indirectas de nacionalidad salvadoreña, 43 hondureños y 33 guatemaltecos.

Muestreo de ADN con familias hondureñas

Un trabajo en conjunto que realiza la Sociedad Civil, donde participa el equipo de antropología forense que tiene su sede en Washington, así como el Comité de Familiares de Desaparecidos de El Progreso (COFAMIPRO), el FONAMIH,  y la Cancillería, abre la oportunidad para que las familias ubiquen a sus familiares. En el mes de mayo de este año, se realizó una nueva toma de ADN a 69 familias que reportaron personas desaparecidas en la ruta migratoria. El muestreo se realizó en El Progreso, La Paz y el Distrito Central.

Desde el año 2015, Honduras viene realizando estos análisis para identificar a hondureños que murieron en la ruta migratoria. Lo malo para las organizaciones defensoras de derechos de migrantes es que esa búsqueda sigue promoviendo la Sociedad Civil y no el Gobierno. “En Honduras se tiene que hacer un trabajo de apoyo a todos los comités de familiares de migrantes desaparecidos y no tienen apoyo. Se requiere generar las políticas y la legislación necesaria y los recursos necesarios para las búsquedas y el apoyo científico, de antropólogos” considera Rolando Sierra, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Honduras.

En vida

Pero otra de las inquietudes que plantean las organizaciones defensoras de Derechos Humanos de la población migrante es que esa búsqueda de personas desaparecidas debe hacerse también en vida, porque lo que por ahora se hace con ese proceso de muestreo es que una vez que se procesan las pruebas de ADN, se comparan entre los restos no identificados, los cadáveres que están en las, como la del Condado de PIMA, en Arizona, que es una en la que más cadáveres de hondureños se reportan, especialmente de los que son encontrados en el desierto de Arizona.

“Debe tenerse un mecanismo de búsqueda de personas desaparecidas en la ruta migratoria pero en vida. Esos son los retos y debe incluirse en las políticas migratorias”, expresa la directora del FONAMIH.

Por ello es clave el papel de los centros de atención de migrantes, los albergues, hospitales y prisiones, en los que los consulados tienen una tarea enorme para ayudar a las familias que buscan a sus parientes. No sólo es la repatriación de personas que fallecieron tanto en México como en Estados Unidos, sino también encontrar a los vivos.

Esto no es una mera cuestión de números o estadísticas, sino que quienes desaparecen son personas de carne y hueso con sueños y esperanzas que tienen el derecho de ser buscadas, y que sus seres queridos además de verse seriamente afectados física y emocionalmente por su ausencia, también tienen el derecho de buscarles hasta dar con su paradero.

De interés

La morgue del Condado de PIMA en Arizona y Fronteras Compasivas, trabajan en informar sobre los migrantes que se mueren en tránsito a los Estados Unidos y  ayudan en los procesos de identificación para disminuir el sufrimiento de las familias para que les sean devueltos sus cuerpos.

Usan una localización y que es accesible al público sobre los fallecidos para proveer información digital sobre la ubicación de los cuerpos encontrados. Los datos se actualizan cada mes y las herramientas de búsqueda permiten que uno pueda:

●     Hacer una búsqueda sobre los migrantes fallecidos

●     Ver datos de fallecidos utilizando los mapas y tablas en línea

●     Bajar los datos para usos adicionales

La morgue del Condado de PIMA reportó que en el intento de cruzar el desierto sólo en los años 2020 y 2021, se encontraron 215 migrantes por año, una de las cifras más altas desde el año 2010, en la que se encontró a 222 indocumentados. Pero la cifra total, de los 2,239 cuerpos identificados desde el año 2000, 1,768 eran de nacionalidad mexicana (79%) y los 471 restantes (21%) estaban compuestos por 14 nacionalidades, de los cuales 68 fueron identificados como hondureños.