Migrantes hondureños que marchan en una caravana hacia los Estados Unidos avanzan por suelo guatemalteco en busca de una mejor vida. EFE

Madrid- En 2018 «cerca de seis millones de personas» migraron a causa de desastres climáticos en Latinoamérica y, actualmente, se estima que esa cifra «son dos veces el número de migrantes que se originan por efecto de las crisis sociales» (violencia o guerras), alerta en entrevista con EFE el Jefe de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), Raúl Salazar.

Coincidiendo con la celebración este 13 de octubre del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, Salazar explica que la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres de las Américas y el Caribe (UNDRR) contribuye a la sensibilización y conocimiento de los gobiernos y de la sociedad sobre las consecuencias que puede generar el cambio climático, así como informar sobre la importancia de la reducción de riesgo de desastres climáticos que «puede salvar cientos de vidas».

Por ello, Salazar llama a cumplir con los compromisos del Marco Sendai (por la ciudad japonesa donde se aprobó), una campaña propuesta por UNDRR para reducir el riesgo de desastres, sus pérdidas, fomentar la cooperación internacional y la inversión en infraestructuras resilientes ante fenómenos extremos frecuentes.

Cada año, la crisis climática causa la migración de millones de personas en Latinoamérica por inundaciones, sequías, o falta de seguridad alimentaria, advierte, como ocurre en zonas como en el Corredor Seco Centroamericano, un área geográfica rural que cruza desde México hasta Costa Rica y que lleva al menos dos décadas sufriendo los efectos del cambio climático, con largos periodos de sequía y temporales de lluvia que castigan las cosechas.

Ante esta situación que se ha visto agravada año tras año, Salazar sostiene que «desarrollar acuerdos regionales» es primordial para lograr colaboraciones en políticas que tiendan a la mitigación, reforzamiento de capacidades y protección de la agricultura en zonas críticas.

Asimismo ha enfatizado el concepto de «desastre climático», que no «natural», ya que son consecuencia de la degradación del planeta por el ser humano y no por condiciones naturales y la importancia de «tener un registro de hace 30 años hasta la actualidad» para obtener datos de daños y pérdidas «de manera sistemática» para tomar mejores decisiones en el futuro.

No obstante, «América del Sur ha avanzado mucho en los marcos de gobernanza para la reducción de riesgos y desastres», ha subrayado Salazar.

Por otro lado, sostiene que no se trata de construir infraestructuras, que además «deben ser resistentes a los fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes», sino de reconstruirlas de mejor manera para que no vuelvan a destruirse a causa de huracanes o inundaciones, sobre todo aquellas que sean «críticas» como hospitales o escuelas, importantes para las comunidades locales.

La idea de «reducción de desastres» consiste en que, tanto el gobierno nacional como local, pueda anticiparse a lo que va a venir, «reconociendo la realidad de que es un conflicto más al que se debe hacer frente» y tomarlo «en consideración» en este contexto de amenazas.

El jefe de la UNDRR ha manifestado que la pandemia ha tenido un impacto «tremendo» en cuanto a los compromisos por parte de los países debido a la pérdida de vidas a causa de la covid-19, la cual ha retrasado la meta de «reducción de pérdida de vidas por desastres», una catástrofe de origen biológico que, en el caso de América ha tenido un impacto agregado en la reducción del producto regional que se estima que va a caer un 9% por medio regional.

En 1989 Naciones Unidas estableció el 13 de octubre como el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres y este año está centrado en la «Cooperación internacional para que los países en desarrollo reduzcan su riesgo de desastres y sus pérdidas por desastres.» Este es el sexto de los siete objetivos de la campaña Sendai.