Fotografía cedida por LG-PR Public Relations donde aparecen unas hermanas, de la Congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, mientras asisten a una clase donde apredieron a usar una "app" para ministrar a hispanos con problemas de salud mental en empobrecidos barrios de las principales ciudades de Estados Unidos. EFE/LG-PR Public Relations /SOLO USO EDITORIAL /NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Denver (CO) – Los hispanos raramente acuden a un profesional de la salud mental al sentirse deprimidos o ansiosos en extremo, pero es fácil que conversen con una monja que hable su mismo idioma y comparta su cultura. Y si esa monja usa la más reciente tecnología para ayudarlos, mucho mejor.

Aunque la idea de una monja latinoamericana usando tecnología estadounidense para ministrar a hispanos con problemas de salud mental en empobrecidos barrios de las principales ciudades de este país puede parecer insólita.

Sin embargo, eso es precisamente lo que hacen unas 70 hermanas, la mayoría de ellas mexicanas, de la Congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada.

Y lo hacen tan bien que lo que comenzó hace un año como una experiencia piloto en marzo de 2020 por la pandemia en unos pocos lugares se ha expandido a todo el país y ya ha superado las 18.000 personas que recibieron ayuda.

En 2014, las tres primeras Misioneras de la Caridad llegaron a Estados Unidos como parte de un programa de intercambio creado por Catholic Extension, una organización caritativa que depende directamente del Vaticano.

En 2019, como una manera de documentar el trabajo de las monjas y el impacto de ese trabajo en sus comunidades, Catholic Extension creó una aplicación para teléfonos inteligentes, para que las monjas registrasen información de cada encuentro con inmigrantes latinos.

«No creamos la app por la pandemia, pero su uso inicial coincidió con la llegada de la pandemia», dijo a Efe Joseph Boland, vicepresidente de misiones de Catholic Extension, fundada hace un siglo y medio con la misión de servir a comunidades marginalizadas y desfavorecidas.

MINISTERIO TECNOLÓGICO

Los recientes cambios demográficos de la Iglesia Católica en Estados Unidos trajeron a las monjas latinoamericanas a este país. Y la pandemia modernizó el ministerio de esas monjas y lo expandió más allá de creencias o de afiliaciones religiosas.

Inicialmente, los datos generados por las Misioneras de la Caridad se usaron para, por ejemplo, determinar la edad promedio de las personas a las que atienden, su ubicación geográfica o la cantidad de veces que cada persona hablaba con una monja.

Pero a partir de marzo del año pasado, el análisis de los datos ingresados por las monjas en la aplicación dejó en evidencia ciertos «elementos en común», como un marcado aumento en las conversaciones sobre problemas de salud mental.

«Tiene sentido, por supuesto, porque los latinos fueron muy golpeados por la pandemia», expresó Boland, indicando que el descubrimiento de esa tendencia llevó a actualizar la aplicación para que las monjas pudiesen proveer aún mayores recursos de salud mental y de otras necesidades para aquellas personas que pidiesen esa ayuda.

Una de esas monjas, María Minerva Morales, ahora en Little Rock (Arkansas), dijo que primero usaba la aplicación como una manera de recordarse a ella misma cuántas veces había hablado con una persona y cuál había sido la naturaleza del intercambio.

Pero ahora, dijo Morales, usa la aplicación para documentar casos de depresión, ansiedad e incluso pensamientos suicidas.

Para las monjas, el uso de la aplicación es sencillo. Se trata de una herramienta de registro donde se ingresan datos mínimos de la persona.

Pero si el entrevistado nombra ciertos temas relacionados con salud mental, la aplicación proporciona una lista de recursos para ofrecerle al interesado, así como sugerencias sobre cómo integrar esos recursos «a su crecimiento como persona en las distintas áreas de su vida», explicó Morales.

AYUDA PSICOLÓGICA

El análisis de esos datos por parte de Catholic Extension permitió iniciar un programa de ayuda a inmigrantes coordinado con la diócesis de Little Rock, y en otras ciudades surgieron proyectos similares.

«Ahora veo la enorme cantidad de gente latina que ha sufrido de depresión durante toda la pandemia», aseveró la religiosa.

A la vez, dijo Boland, «mientras nosotros sólo vemos las estadísticas de las personas con traumas, las hermanas ven las mentes, los corazones y las almas de esas personas.»

Por eso, Morales y las otras monjas participan ahora del programa bilingüe Recuperación del Trauma, un proyecto de capacitación en salud mental para personas no profesionales en esa disciplina, creado por la Diócesis de Kalamazoo, en Michigan. Además, algunas de las monjas toman clases de psicología.

En ese contexto, comentó Boland, la aplicación, que al principio sólo era una herramienta de recopilación de datos, ahora se ha transformado en «una herramienta de diagnóstico que respalda el trabajo de las monjas en sus comunidades».

«Eso es lo que la Iglesia debe hacer: responder de una manera muy humana a las necesidades muy reales de las personas», concluyó.