Denver (CO) – El Movimiento Santuario ha respondido a las nuevas normas federales de inmigración con el aumento de personas refugiadas en iglesias, según indicaron a Efe dirigentes de esta organización.
Durante los últimos dos años ha aumentado el número de personas en «santuario» en Estados Unidos para evitar la deportación y ser separados de sus familias, indicó Wardah Khalid, gerente de relaciones de prensa del Programa de Inmigrantes y Refugiados de Church World Services (CWS).
En lo que va de 2018, 52 inmigrantes solicitaron la protección en los templos, señaló Khalid.
Como comparación, durante 2017 CSW registró 32 casos, y en 2014, 2015 y 2016 hubo 20 solicitudes en total. Según Noel Andersen, uno de los coordinadores de CWS, la tendencia nacional del aumento de casos se debe «a la era Trump».
Sin embargo, esas cifras corresponden a lo que se conoce como «santuario público»; es decir, cuando la iglesia anuncia que ha aceptado que un indocumentado permanezca en el edificio de la congregación.
Khalid puntualizó que existen casos de «santuario privado», que no son contabilizados y que se exigen por circunstancias personales.
Este jueves, la Iglesia Metodista Unida «Wesley Memorial», en Charlottesville, Virginia, anunció que desde el pasado 30 de septiembre la guatemalteca Chavalan Sut está alojada con ellos para evitar la deportación.
Sut, de 44 años y parte de la tribu indígena Kaqchikel, llegó con sus cuatro hijos a Estados Unidos en 2015 para escapar de la violencia. Su hogar fue incendiado premeditadamente.
Regresar a Guatemala «equivaldría a una sentencia de muerte», dijo el pastor Isaac Collins, de la mencionada congregación.
Hace sólo un par de días, la mexicana Carmela Apolonio Hernández salió de «santuario» de la iglesia Church of the Advocate, en Filadelfia, donde había permanecido diez meses.
Hernández (de 37 años) y sus cuatro hijos ingresaron al país en 2015 luego de que su hermano y dos de sus sobrinos fueron asesinados por pandilleros en México.
Tras salir de la iglesia, Hernández se dirigió a las oficinas del senador demócrata Bob Casey para pedirle apoyo.
Como no recibió una respuesta ese mismo día, regresó a la iglesia en la que había estado y en la que piensa permanecer «todo el tiempo que sea necesario».
El principal problema es que «la línea dura impuesta por el presidente Trump ya no permite que se queden aquí aquellos que ya están en el sistema y que podrían quedarse», expresó Shawna Foster, pastora de la Iglesia Unitaria Universalista Two Rivers, de Carbondale, Colorado.
Foster, dirigente nacional del Movimiento Santuario en el ámbito de la Iglesia Unitaria Universalista de Estados Unidos (UUA), lamentó que el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) «haya dejado de buscar terroristas y ahora se dedique a deportar a todos».
La activista lamentó que ya no se posterguen las deportaciones de aquellas personas cuyos casos no han sido resueltos y que vivieron en EEUU 10, 15 y hasta 20 años.
Este año, más de 1.000 congregaciones de UUA y de otras denominaciones participaron en encuentros sobre cómo como proveer «santuario», pagar fianzas de inmigrantes, proveer alojamiento a asilados y visitar cárceles de inmigración, explicó Elizabeth Nguyen, directora de estrategias de la campaña «Side with Love» (Del lado del amor), de UUA.
Mientras que en la antigüedad las iglesias eran un «santuario» para proteger a las personas de leyes abusivas y arbitrarias impuestas por terratenientes, en la década de 1980 el Movimiento Santuario se enfocó en proteger a refugiados centroamericanos cuyos países atravesaban una guerra civil.
El Movimiento se enfoca ahora en «mostrarle a la sociedad que las cosas no están funcionando bien» y en «mantener a las comunidades y a las familias unidas», según Foster.
La disfuncionalidad social, opinó, se ve en el hecho de que «todos odian a todos, especialmente a los vecinos, extranjeros e inmigrantes».
«Creemos en la dignidad de las personas y por eso las protegemos», sostuvo.
Entre los casos de «santuario» más conocidos y de más larga duración de este y el pasado año están los de la mexicana Rosa Sabido, la peruana Ingrid Encalada Latorre y la salvadoreña Aracely Velásquez, las tres mujeres en templos religiosos de Colorado. EFE