EFE/EPA/ERDEM SAHIN

Yenikarpuzlu (Turquía) – Un refugiado sirio ha muerto hoy por un disparo, mientras intentaba cruzar desde Turquía a Grecia por la zona del río Evros, a un centenar de kilómetros al sur de la ciudad turca de Edirne, han confirmado a Efe varias fuentes.

Aunque no hay confirmación desde el Gobierno al respecto, un agente de la gendarmería turca en la zona fronteriza al sur de la ciudad de Ipsala aseguró a Efe que efectivamente se había registrado un muerto en la zona durante un intento de cruzar.

Según señalaron a Efe fuentes médicas, el fallecido fue trasladado al hospital público de Enez, en la desembocadura del río Evros. Una empleada del centro dijo que este domingo habían presenciado el ingreso de un refugiado fallecido en la morgue del hospital.

«Vimos que lo trajeron aquí, estuvo un rato en la morgue, probablemente después se lo llevaron», indicó la empleada, si bien la dirección del hospital declinó hacer declaraciones al respecto.

Un diputado del partido turco de oposición CHP, Ali Seker, señaló a Efe que aún intentaba confirmar informaciones según las cuales el sirio murió por el impacto en la garganta de una bala de goma disparada por soldados griegos en la frontera.

Tampoco se ha podido verificar la autenticidad de un vídeo difundido en redes sociales, que muestra supuestamente al joven con abundante sangre en la cara.

En el pueblo de Enez no se observaban refugiados a media tarde, pero un vecino del lugar relató a Efe que «los traen en autobuses todos los días para que intenten cruzar».

«Los griegos les disparan, claro que hay gente que muere. Aparecerán cadáveres. Estas marismas son zona de contrabandistas y traficantes, todos los años muere una decena de personas», aseguró el vecino.

Unos veinte kilómetros más al norte, el pueblo de Yenikarpuzlu bulle de centenares de refugiados y migrantes, muchos de ellos afganos, otros sirios e iraquíes.

Una joven iraquí que acaba de llegar al pueblo junto a su familia señala a Efe que se ha pasado la jornada intentando cruzar a Grecia por las marismas, pero que «es imposible porque los soldados griegos no nos dejan».

«Ahora no sé qué vamos a hacer, no sé adónde podemos ir», se lamenta.

Un grupo de afganos poco más que adolescentes también acaban de regresar de la linde y han tenido una experiencia peor.

«Nos han quitado todo, nos han apaleado, me han quitado el móvil, lo han pisoteado», asegura uno, mientras que otro señala sus pies apenas cubiertos por calcetines: «Me han quitado hasta los zapatos».

El propio policía anteriormente citado confirma a Efe que «los griegos no dejan pasar a nadie. Pegan a los refugiados, les roban lo que poseen y los mandan de vuelta».

Es una información confirmada por decenas de testimonios recogidos por Efe y distinta a la del Gobierno turco, que cifra en más de cien mil los migrantes que supuestamente ya han conseguido cruzar a Grecia.

Al anochecer se observan muchas decenas de refugiados, entre afganos, sirios y africanos que regresan cabizbajos por los diques entre lagunas y brazos del río Evros, arrastrando pesadas maletas o envolviéndose en mantas que les ha llevado algún vecino de buen corazón.

Pero tampoco faltan quienes acaban de llegar y están a punto de iniciar la misma experiencia.

«Llevo dos años en Estambul. Pero creo que en Europa se puede vivir mejor. He oído que han abierto la frontera y quiero probar suerte», dice a Efe un refugiado sirio que ha llegado con su esposa y una hija pequeña.

«El Gobierno nos ha traído hasta aquí», responde a la pregunta cómo ha llegado a este punto perdido en el cauce del Evros.