Foto de archivo de inmigrantes siendo rescatados frente a la costa de Libia. 23 de junio de 2016. El grupo de ayuda humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) dijo el miércoles que encontró 25 inmigrantes muertos, hombres y mujeres, en una lancha de goma en el Mediterráneo, y que había rescatado a 107 sobrevivientes de la misma embarcación. REUTERS/Darrin Zammit Lupi

Trípoli.– Al menos dos personas murieron hoy frente a las costas de Libia al naufragar un bote con cerca de 91 personas a bordo, 89 de las cuales fueron rescatadas con vida y trasladadas de regreso a la costa pese a «no ser un país seguro», informó la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Según la fuente, alrededor de 40 personas más que habían salido igualmente de las playas de Libia en otro bote neumático se encuentran desaparecidas en aguas del Mediterráneo Central, considerada la ruta migratoria más peligrosa del mundo.

ACNUR no aportó más detalles, por lo que se desconoce si el bote corresponde a un aviso dado este sábado por organizaciones de la sociedad civil que vigilan el flujo de migrantes en el Mediterráneo Central, que alertaron de la desaparición de un bote neumático con cerca de 70 personas a bordo que habría salido hace cuatro días de la ciudad libia de Khoms, rumbo a la isla italiana de Lampedusa.

Según una de ellas, Alarm Phone, se perdió todo contacto con ella cuando se hallaba en zona de rescate marítimo (SAR) de Malta, a escasas once millas de aguas territoriales italianas.

LA RUTA MÁS MORTÍFERA DEL MUNDO

La ruta del Mediterráneo central, que parte del Sahel y atraviesa el desierto antes de abrirse al mar desde las playas de Túnez y Libia, está considerada la más mortífera del mundo.

Según cifras de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), más de 25.200 personas han sido interceptadas en esta zona del Mediterráneo a lo largo de este año, más del doble que el pasado año, y devueltas a Libia pese a estar considerado «un país no seguro».

Otras 455 han muerto y 660 más han desaparecido en el mismo periodo, frente a las 381 que fallecieron y las 597 que desaparecieron en 2020.

Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.

En la actualidad el país sigue dividido en dos frentes políticos, pese a los esfuerzos de mediación de la ONU, y es presa de las milicias, los mercenarios y las distintas mafias, que han establecido un sistema de economía corsaria conectada con otras a través del norte de África y el Sahel.