Tegucigalpa – Los niños y adolescentes siguen pagando con sus vidas el arraigo de la violencia en Honduras, donde la sociedad ya ni se inmuta ante estos acontecimientos atroces que se cuentan casi a diario en los medios de comunicación.

+ Casi a diario se informa la muerte violenta de niños en zonas urbanas y rurales del país. Las mismas retratan la cruda realidad que enfrentan los menores frente a una sociedad pusilánime e indiferente.

+ Los niños están muriendo bajo las formas más cruentas, así lo relatan las historias cotidianas que desgranan una inseguridad generalizada.

+ La semana pasada fueron dos hermanitos de Copán, ahora es Alisson, las nuevas víctimas de la vulnerabilidad que cubre a los menores.

Las últimas muertes violentas de menores reflejan el alto riesgo a que están expuestos los niños y jóvenes ante la violencia y la criminalidad que impera desde hace varios años en el territorio hondureño, donde los homicidios ocupan un lugar preponderante en las estadísticas de violencia.

En el interior del país se tejen historias que parecen ser sacadas de novelas macabras, aunque el área urbana tampoco escapa de este entramado de violencia, donde los niños siguen siendo blanco perfecto de pedófilos, parricidas, abusadores y delincuentes comunes.

El asesinato de dos hermanos en el departamento de Copán y las versiones contradictorias de la muerte de una niña en Lempira, encienden el foco de la delicada situación de violencia a que se enfrentan los hondureños todos los días.

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