Roma.– No es Nochebuena en el Mediterráneo central. Más de 750 migrantes y las tripulaciones de los barcos humanitarios que los han rescatado, algunos desde hace más de una semana, seguirán esperando en una nueva jornada triste, monótona y fría un puerto para poder desembarcar en Italia, el único país que se hará cargo de ellos aunque no se sabe cuándo.

A pesar del mal tiempo, las salidas de barcazas de las costas africanas con destino a Europa no han cesado en este otoño e invierno y en estos momentos hay 765 migrantes a bordo de tres barcos de ONG y son 64.632 los que han llegado a las costas italianas en lo que va de año.

En vísperas de Navidad, el Geo Barents de Médicos sin Fronteras lleva a bordo 558 migrantes tras un nuevo rescate esta mañana de 100 personas que viajaban hacinadas en un barco de madera de dos niveles, donde muchos de los migrantes viajaban bajo cubierta casi sin aire.

En el Ocean Viking, donde también se encuentran los cooperantes de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR) se encuentran 114 personas, entre ellas mujeres, niños y dos recién nacidos que desde hace 8 días están sufriendo «la dureza de las condiciones climáticas invernales en el mar, con bajas temperaturas y humedad», además de arrastrar sus «experiencias desgarradoras de violencia y abusos en Libia».

A estos se les sumó hoy el barco de la organización Sea Watch que también llegó a la zona y rescató a 93 personas en un barco que era «imposible que siguiese navegando».

Mientras que los 216 náufragos rescatados por la organización alemana Sea-Eye desembarcaron en el puerto de Pozzallo, en Sicilia.

EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD: SERÁ LA LLAMADA DE QUE HAN CONCEDIDO PUERTO

Junto con los migrantes están las tripulaciones de estos barcos, que pasarán también la Navidad fuera de casa y que como explica a EFE la española Anabel Montes, la jefa del equipo de salvamento de MSF a bordo del Geo Barents, «lo más especial que nos gustaría recibir hoy es esa llamada por parte de las autoridades competentes de que el barco tiene un puerto».

«Esperamos que en una fecha tan especial como el día de Navidad estas personas estén en tierra, que es donde tendrían que estar según los convenios internacionales tanto como por la más simple moralidad de que los náufragos tienen que estar a salvo. Y ahora haremos todo lo que está en nuestras manos para dar dignidad a estar personas», explicó Montes.

Esta ya veterana de las tareas de socorro en el Mediterráneo central explica que no es la primera vez que pasa estas fechas en el mar. «Ojalá que toda la gente pudiera estar en sus casas celebrando la Navidad, pero si ninguno de nosotros estamos con nuestras familias y seres queridos es porque existe aún la necesidad, y es por lo que las organizaciones civiles están en este área haciendo este trabajo. Ojalá que las personas no tuvieran que echarse al agua para buscar una oportunidad», añadió.

Porque, señaló, «aunque es un día especial en el calendario, es un día más en el que las personas se juegan la vida».

Sobre la situación en el barco, explicó que empieza a ser complicada con 554 personas a bordo y se tienen que triplicar los turnos de la tripulación para encargarse de las necesidades, mientras que la paciencia de estas personas después de tantos días en el mar empieza a mermar.

«EN LIBIA NUNCA DUERMES»

En estos días, un menor explicaba a los cooperantes del Ocean Viking: «En Libia, te pueden matar por un teléfono. La gente venía por la noche con cuchillos pidiendo mi teléfono. Solo lo usé para llamar a mi familia, pero se lo llevaron. Nunca duermes seguro en Libia. Fue muy difícil. Estar en Libia no es seguro”.

Makbyel tenía 11 días cuando fue rescatado. «Hasta la fecha, ha pasado casi la mitad de su vida en el mar y después del rescate, su madre le dio un segundo nombre: Sos, debido a un parto muy difícil en Libia y al peligroso viaje que atravesó después, tenía un gran dolor cuando nuestro equipo médico la atendió después del rescate. Ella es extremadamente vulnerable, está agotada y necesita atención en un ambiente seguro, como la otra madre a bordo, cuyo bebé tenía 3 semanas cuando fue rescatado», explican desde la ONG.

«Estamos en la víspera de Navidad y Navidad quiere decir solidaridad y cuidar a las personas. En este momento es lo que estamos haciendo en esta nave con nuestros límites. Es un barco de socorro y podemos ocuparnos de las emergencias pero no de las necesidades a largo plazo, por eso es necesario sobre todo por los niños, por los dos recién nacidos, que desembarquemos. En la víspera de Navidad pedimos un puerto para estas personas», afirmó Viviana, italiana socorrista en el Ocean Viking en un vídeo enviado a los medios.