El médico español José Miguel Sánchez Benito recorre 164 kilómetros desde la ciudad española de Salamanca hasta el municipio luso de Figueira de Castelo Rodrigo para ayudar a los enfermos con menos recursos económicos. EFE/ Carlos Garcia

Vilar Formoso (Portugal) – José Miguel Sánchez Benito recorre 164 kilómetros desde la ciudad española de Salamanca hasta el municipio luso de Figueira de Castelo Rodrigo para ayudar a enfermos con pocos recursos. Es médico, está jubilado y se contagió de covid en la consulta, pero eso no le resta vocación.

El doctor Benito, como lo conocen sus pacientes, desarrolla su labor en una consulta habilitada por el ayuntamiento de Figueira de Castelo Rodrigo -localidad fronteriza con el parque Arribes del Duero- para dar apoyo al centro de salud comarcal.

El objetivo de este centro médico es ayudar a las familias más necesitadas de la zona. El blindaje de la frontera entre España y Portugal impuesto el pasado día 31 es un nuevo contratiempo para él, que cruza por el paso abierto entre Vilar Formoso y Fuentes de Oñoro.

A sus 65 años, José Miguel trabaja ocho horas semanales en este centro, donde trata a personas con dificultadas para «pagar los medicamentos, las pruebas o las analíticas», explica en una entrevista con Efe.

Reconoce el médico salmantino que este año de pandemia «está siendo especial porque todas las normas hacen difícil llevarla con normalidad. Es una consulta que no está en un centro sanitario. Requiere de una tarea de desinfección y exige un esfuerzo adicional», argumenta.

Precisamente, pasando consulta en este centro portugués contrajo la covid, aunque se recuperó muy bien.

«Tuve la desgracia de que al poco tiempo de estar ahí sufrí la covid. Afortunadamente, lo pasé bien, con escasos síntomas, y volví a reincorporarme después de un mes», recuerda.

La pandemia ha cambiado su relación con los pacientes. Ahora, admite, las personas «se cuidan mucho de ir a la consulta», salvo en casos de fuerza mayor.

La rutina de cruzar la frontera para ejercer su profesión no le pilla de sorpresa. Hace 13 años compró una vivienda en Barca D’Alva, municipio portugués en plena línea fronteriza del Duero, y recuerda que ya le llamaban para «apoyar en algunos centros de salud en los que necesitaban echar una mano o para hacer algunas guardias».

Más tarde estuvo una década trabajando a media jornada en el centro de salud de Vilar Formoso, fronterizo con la zona salmantina de Fuentes de Oñoro.

Con la Raya blindada desde el pasado 31 de enero, José Miguel debe identificarse en los controles fronterizos para cruzar a Portugal. Un trámite obligatorio que, entiende este médico español, debería ser más flexible porque «hay mucha más gente de la que se piensa que tienen que cruzarla todos los días».

«Me cuentan de una persona que tiene un coche a cada lado de la frontera para poder desplazarse. Deja uno, cruza andando y coge el otro. Pero a lo mejor no se pueden vigilar todos los pasos, no lo sé», reflexiona el médico.

«Me gusta lo que hago», afirma el doctor Benito, que ha preferido continuar con su labor pese a estar retirado porque «en este momento que estoy recién jubilado, no quería desligarme del todo de la medicina y es una buena colaboración», concluye.