Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Por Joel Perdomo) – “Yo crecí en un ambiente de fe, desde ahí nació ese fervor y entrega a Dios, a través de la Iglesia Católica, servirle al Señor ha sido lo mejor que me pasado en la vida”, contó el padre Ovidio Rodríguez un reconocido sacerdote, amante de la justicia social, quien de cara a los procesos electorales a los que está abocado el país, en este 2021, llama a los electores a no hipotecar su voto y ejercer el sufragio con conciencia crítica.
– La corrupción socava los sueños de los hondureños.
– No les importa educar a los pobres porque les conviene mantenerlos en la ignorancia, señaló el padre Ovidio, al lamentar la crisis educativa tras la pandemia y las secuelas de Eta e Iota.
– Le pedí sanación a la Virgen de Suyapa y me sanó.
En una amplia conversación con Proceso Digital, el sacerdote habló de los sueños y dificultades que vivió en su infancia y juventud al lado de su amada familia. Recordó a sus padres y a sus abuelos como dignos ejemplos a seguir. Asimismo, compartió retazos del drama que ha conocido sobre la inequidad y pobreza en su servicio sacerdotal.
Amante de las causas sociales, el padre Ovidio aplaudió a quienes se desprenden de lo poco que tienen para ayudar a los que verdaderamente necesitan y condenó la corrupción, porque cree que ese flagelo es el responsable de tanta pobreza y miseria en Honduras.
El padre Ovidio Rodríguez es originario de la pintoresca aldea de Cofradía en el municipio San Juan de Flores, más conocido como Cantarranas, en la región central, a unos 47 kilómetros al oriente de Tegucigalpa, nació un 25 de abril de 1953, hijo de Pastor Rodríguez Varela y Selma Beatriz Aguijo (ambos fallecidos).
Él creció en un humilde hogar; su padre se dedicaba a la carpintería y su madre fue ama de casa; quienes tuvieron que desplazarse de su natal Cofradía, debido a la explotación del bosque, en aquel entonces por empresarios extranjeros “nosotros resultamos afectados”, recordó.
Su preparación religiosa inicia en su hogar
Sus primeros cinco años de educación los realizó en la Escuela República del Ecuador en el municipio de Talanga y concluyó la primaria en la capital Tegucigalpa, donde vivía con sus abuelos maternos, quienes le inculcaron buenas costumbres y sobre todo la fe católica.
Realizó sus estudios secundarios en el Seminario Menor (internado), donde impartían clases profesores canadienses, eso, como parte de la proyección de los sacerdotes de las Misiones Extranjeras en Honduras, por lo que terminó su bachillerato en el Instituto Salesiano San Miguel.
Luego ingresó al Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa, donde estudió los primeros 4 años de teología, tras cumplir con un año vacante, dedicado a la docencia en el Sagrado Corazón de María, concluyó su formación sacerdotal en el Instituto Teológico Salesiano en Guatemala.
Su servicio sacerdotal lo inició en 1983 en la Parroquia San José Obrero de Tegucigalpa, donde estuvo por seis años, luego fue enviado a Roma para estudiar una maestría y a su regreso fue nombrado párroco de la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa donde estuvo por 15 años.
Relató que llegó a Suyapa cuando aún había un potrero a su alrededor y para lograr evangelizar en aldeas cercanas, se levantaba a las 4:00 de la mañana; él en ese momento tenía 37 años, y asegura que valió la pena porque logró construir unas 35 iglesias en las aldeas capitalinas donde se ausentaba la fe.
Amante de las causas sociales
Su trabajo pastoral lo ha realizado en sectores en los que se vislumbran los efectos de la pobreza y la precariedad, como también donde los desastres naturales han dejado su huella de destrucción. “En el Huracán Fifi, recuerdo que levantamos chozas alrededor de la Basílica y en el Mitch construimos más de 170 viviendas para las personas afectadas”.
Después de 25 años de ministerio sacerdotal, pasó a un año sabático tiempo que aprovechó estudiando en Francia y Canadá, donde profundizó sus conocimientos doctrinarios sobre el catolicismo; desde 2013 fue designado a la Iglesia Divino Niño, situada dentro del campus de la Universidad Católica de Honduras.
El padre recuerda entre los pasajes satisfactorios que han ocurrido desde su púlpito, cuando en una de sus predicas dijo, que en Honduras ocurrían casos como que en junio una sola persona recibiría del erario por doble sueldo en junio, unos 500 mil lempiras, que con esa cantidad él construiría 10 casas en una aldea destruida por Eta y Iota, su sermón fue escuchado en Estados Unidos y Nicaragua, donde le donaron dinero para construirlas a un costo de 54 mil lempiras cada una.
Contó que, para construir las viviendas y las tareas de reconstrucción, le paga con alimentos a quienes trabajan, debido a que los recientes fenómenos naturales acentuaron la mendicidad del país; y ahora continúa con proyectos de construcción de escuelas y gestionando conectividad de Internet a unos 200 niños de escasos recursos económicos.
La Iglesia frente a la realidad de Honduras
“Mi abuelo era tunante, a él le dio un infarto cuando tenía 52 años, recuerdo que él pensaba que iba a morir, quería recibir la unción de los enfermos, pero el presbítero le dijo que debía casarse, le hicieron un ataúd de madera de cedro y lo estuvo limpiando por 42 años, pues murió a los 94, crecí en esa etapa de su conversión”, relató el párroco.
Dijo sentirse orgulloso de pertenecer a la Iglesia Católica, porque en estos tiempos es la que incomoda al poder, por la contundencia de sus posiciones frente a las realidades del país, pese a que quienes gobiernan no escuchan, sino a sus cercanos, sin embargo, el papel de la iglesia es protagónico en Honduras, externó.
“La posición de la iglesia frente al manejo de la pandemia, la situación democrática, entre otras realidades es profética en cuanto a que anuncia y denuncia, eso es lo que incomoda, sin embargo, hay gargantas pagadas que lo defienden a capa y espada”, señaló.
Asimismo, consideró que, en este momento de precariedad en el país, donde habrá elecciones, es preciso hablar de oportunidades y no de crisis, porque habrá creatividad para retomar las actividades que se estaban haciendo antes de la pandemia y los desastres naturales.
Su criterio de la educación y los políticos
Criticó el hecho de que se vea la política, en Honduras, como una industria de oportunidades para ganar y robar, donde quienes incursionan la saben manejar, teniendo de fondo la injusticia, la corrupción, “con eso le roban los sueños a todo un pueblo”, externó.
A su criterio, existe un vacío intelectual en el país, que obliga a practicar la educación virtual, pese a que esta no pueda llegar a todos los niños por falta de conectividad, esto podría dejarnos secuelas graves en unos 10 años, como la formación de profesionales mediocres.
Señaló que no existe interés de brindar una educación de calidad, “porque a ellos les conviene mantener a la población anestesiada con el analfabetismo para seguir explotando la bondad de los ciudadanos de Honduras”.
El religioso pidió a la población “reflexionar y cambiar de actitud, porque solo así se construirá un país mejor, para no cimentar un país a espaldas de Dios, porque esas edificaciones terminan autodestruyendo al ser humano; eso es un problema porque la sociedad no está centrada en lo trascendente que es Dios, sino en lo antropocentrismo”, manifestó.
“Mientras no haya cambios en la mente y en la aptitud, seguiremos sumergidos en esta situación, ya que por lo general el hondureño es conformista y corre el riesgo de ser fatalista y negativo, eso no puede ser en quienes quieren un futuro mejor, es momento de ver el país que tenemos y el que queremos ser, – ¿qué estamos haciendo y hacia dónde vamos?” -, enfatizó.
Una petición en nombre de toda Honduras
El padre dejó varias peticiones para quienes aspiran a cargos de elección popular, para que no compren conciencias, que realicen propuestas coherentes con la realidad del país, que puedan tener buena percepción de las angustias que merecen respuestas categóricas, tomando en cuenta el contexto, el recurso humano y económico que hay en Honduras.
“Que las personas reflexionen, no hipotequen su voto por una lámina, una bolsa de cemento o de comida, hay que tener conciencia crítica, que ese voto sea de acuerdo con la realidad que hemos venido viviendo en los últimos años, de manera que el voto sea de castigo a esta realidad cruel que vivimos”, agregó.
El religioso condenó la inequidad a la que se ha sometido a la población, cree que es vergonzosa, así como la corrupción en todos los niveles, basta con salir de Tegucigalpa para saber lo abandonado que se encuentran muchas comunidades cercanas a la ciudad que carecen de calidad humana.
No obstante, recordó que la pobreza es producto de la corrupción, ese fenómeno sigue lacerando la educación, la salud y las vías de comunicación, “Yo quisiera ver el país transformado en educación, pero la pandemia fue una cortina de humo que ha debilitado estructuras que estaban más cimentadas sobre todo la educación”, acotó.https://www.youtube.com/embed/ijaikgduRxk?feature=oembed
La migración en Honduras
Refirió sobre el fenómeno migratorio, al respecto cree lo que ocurre con las caravanas y los flujos continuos de emigrantes, surgen de las necesidades de las personas sin oportunidades, sin empleo y de la corrupción, esas son las fuentes de la migración que es importante decir, no es un delito, sino un derecho universal, afianzó.
El religioso, asegura no tener miedo a decir las cosas de frente y atribuye su cuestionaste discurso frente a la corrupción y las injusticias, a la experiencia de conocer las duras realidades que vive la población, además de haber sido formado en una familia con principios y valores, como tampoco podría predicar algo distinto a la palabra de Dios.
“Estaba enfermo, una vez me arrodille frente a la Virgen de Suyapa y le dije: Madre que estas en el cielo, intercede como en Canaán de Galilea, yo te sirvo en esta casa grande, después desapareció mi espolón calcáneo y ya no necesite la cortisona que iba afectarme la vista”, relató el sacerdote que sigue sirviendo a los más desposeídos, sin dejarse amilanar por una realidad que estremece las vidas de los más pobres.