Tegucigalpa – Este domingo en que la Iglesia Católica celebra Pentecostés, es decir la venida del Espíritu Santo, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, reflexionó sobre la división en la sociedad hondureña y pidió superar las ideologías.

“Nuestra Honduras está dividida, está confrontada, ya no podemos pensar de distinta manera porque las ideologías quieren devorar a todo aquel que no piensa como ellos”, expresó el arzobispo de Tegucigalpa durante la homilía dominical.

En la celebración eucarística que tuvo lugar en la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa, el cardenal hondureño comparó a su país con la Torre de Babel, pasaje bíblico que habla de división y confusión de las lenguas.

Al respecto, refirió que Pentecostés, es el contrapunto de Babel, y “por eso necesitamos pentecostés donde todos podemos entendernos”.

La lengua del Espíritu es el amor y no es el odio, confrontación y división, caviló el también coordinador del Consejo de Cardenales del Vaticano.

“Tenemos que superar ese daño tan grande que hace a nuestra Honduras, la confrontación, por cualquier tipo de ideología”, acentuó.

Seguidamente dijo que en el mundo cuando no hay espacio para el Espíritu Santo vemos lo que estamos viendo; violencia y muerte.

“Cuando el Espíritu Santo no está presente en las comunidades, surgen divisiones y enfrentamientos”, agregó.

Exhortó a abrir las puertas al Espíritu Santo ya que él es el que sostiene la esperanza en medio de la confusión.

“Ven donde hay injusticia, violencia. Ven donde domina la droga y las armas. Ven entre los poderosos que viven para sí mismos. Ven donde hay indiferencia ante el drama de los pobres, migrantes y refugiados”, oró.

“Espíritu Santo ven a esta Honduras desorientada y renuévala con tu fuerza… ven a nuestro  corazón”, continuó.

A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del Evangelio según Juan 20,19-23:

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. 

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. 

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.