Ciudad de México/Tapachula – La aglomeración de migrantes en la ciudad mexicana de Tapachula, fronteriza con Guatemala, donde miles se encuentran varados sin acceso a recursos, impulsa la conformación de caravanas ante la falta de soluciones para poder seguir transitando hacia Estados Unidos.
La espontaneidad y desesperación con la que se organizan estos grupos de migrantes desde la frontera sur de México es una de las principales diferencias con las caravanas que surgieron en 2018, año en el que el mundo se giró a ver este fenómeno migratorio, explicaron expertos consultados por EFE.
En lo que va de año se han reportado al menos tres caravanas que han salido desde Tapachula, en el estado sureño de Chiapas, las más numerosas con cerca de 1.000 personas, que responden a un contexto en el que apenas hay oportunidades laborales y cuando trámites para transitar de forma legal por el país se eternizan.
«Son caravanas que surgen ante la desesperación y la situación de conflictividad con las autoridades», señaló Eduardo Torre, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) de Tijuana especializado en fenómenos migratorios.
Por su parte, Enrique Coraza, académico de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) de Tapachula, coincidió en este aspecto y agregó que los migrantes se ven envueltos en la «lógica contradictoria» de las instituciones mexicanas: por un lado impiden el avance de las caravanas y por otro no les ofrecen opciones para seguir su camino.
«Esto, que se complejizó durante la pandemia, hizo que una enorme cantidad de población quedara varada en Tapachula sin condiciones y sin ayudas para salir. Es como una olla a presión y las caravanas representan la válvula de escape», expuso.
Esta suma de factores hará que este año se conformen más caravanas de migrantes, vaticinó Torre, quien explicó que aunque el tamaño de los grupos varía entre unos pocos cientos y decenas de miles, cada vez consiguen recorrer menos territorio.
«Ha habido mucho desmantelamiento de caravanas por parte de las autoridades, a través de la represión, contención, deportación o llevándoles de regreso a Tapachula», subrayó.
Mientras antes algunas llegaban hasta el norte, ahora difícilmente llegan más allá de Oaxaca, también en el sur del país.
Es uno de los motivos por los que, agregó, las actuales caravanas guardan similitudes con los primigenios viacrucis migrantes, marchas «político-religiosas» que comenzaron a inicios de la década pasada y que tenían como principal objetivo protestar por su situación.
«Las caravanas actuales de Tapachula tienen esa lógica, pues buscan hacer protestas, pero también transitar por el territorio», indicó Torre.
ORÍGENES DIVERSOS, LOS MOTIVOS DE SIEMPRE
Las dos primeras caravanas del año partieron desde Tapachula el 28 de febrero y el 4 de marzo con un millar de integrantes cada una, la mayoría procedentes de países centroamericanos, pero también de Venezuela, Haití o Colombia.
Esta diversidad de procedencias, ahondó Coraza, empezó a registrarse a partir de 2019, cuando a los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que solían protagonizar las caravanas, se les unieron cubanos, haitianos o africanos que estaban varados en el sur de México.
Pese a esta heterogeneidad, los motivos que empujan a las personas a migrar hacia Estados Unidos siguen siendo los mismos de siempre: pobreza, violencia, falta de oportunidades.
«Soy docente de literatura en Venezuela, ganaba siete dólares mensuales que me alcanzaban para comprar siete kilos de arroz al mes, de ahí a tratar de sobrevivir», contó a EFE Dany González, uno de los integrantes de la primera caravana del año que salió del sur de México.
INDIFERENCIA ANTE LAS RESTRICCIONES
Ni las políticas migratorias restrictivas de Estados Unidos ni la agresividad de las fuerzas de seguridad mexicanas para frenar las caravanas van a ser suficiente para disuadir a miles de migrantes, coincidieron ambos investigadores.
«Si las posibilidades de entrar en Estados Unidos son menores, eso va a tener una repercusión, pero es verdad que la población no va a dejar de llegar», agregó Coraza.
Para Torre, la situación en los países emisores de migrantes es tan compleja que descartó un freno en los flujos migratorios y la conformación de caravanas, que otorgan seguridad a sus integrantes y también funcionan como medida de presión ante las autoridades, que en ocasiones acceden a otorgar permisos humanitarios.
México vive un flujo migratorio récord, con 2,76 millones de indocumentados detenidos en la frontera de Estados Unidos con México en el año fiscal 2022 y, de acuerdo con datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el flujo migratorio aumentó un 8 % en territorio mexicano.