Los Ángeles – Alejadas del bullicio de las grandes urbes, las zonas rurales de Estados Unidos se han convertido a través de los años en el apacible hogar de miles de votantes latinos. Pero esa reposada vida también se ha vuelto un reto para que encuentren la motivación adecuada que les inspire a llegar de forma masiva a las urnas.

A lo largo y ancho del país organizaciones comunitarias están enfrentando el desafío de llegar a estos votantes esparcidos en pequeñas ciudades que rodean los cultivos, y que en el caso de los latinos están estigmatizados por la sospecha de que todos son indocumentados.

“Muchos son ciudadanos”, aclara a Efe Luz Gallegos, directora de Training, Occupational, Development and Educating Communities (TODEC), organización defensora de los derechos de los inmigrantes en el Valle de Coachella en California.

“Piensan que un trabajador del campo a lo mejor no tiene documentos, pero tenemos un porcentaje bastante fuerte que sí son ciudadanos porque los hemos ayudado a convertirse en ciudadanos”, argumenta la activista, que subraya “el gran poder político que tienen los campesinos en esta región”.

El valor de los latinos en las zonas rurales no es exclusivo de California, explica a Efe el profesor de Historia y Estudios Latinos en Pomona College, Miguel Tinker-Salas.

“Los latinos representaron la reactivación de pueblos enteros que se estaban derrumbando en el país en estados como Iowa, Oklahoma, Georgia. Los campesinos hispanos están en todos los lados”, sostiene.

EL OLVIDO DE COACHELLA

A pesar de estos aportes, son poquísimos los grupos y las campañas que impulsan el voto latino en regiones como Coachella.

Irónicamente esta región con alrededor de 70.000 acres de cultivos -conocida además a nivel mundial por el prestigioso Festival de Música de Coachella, un irresistible imán para los famosos cada primavera-, ha estado en el olvido de las campañas presidenciales.

Tinker-Salas explica que los esfuerzos de los partidos por organizar y hacer propuestas concretas son casi nulos. Critica aun más a los demócratas, que hacen poco en territorios que ayudaron a dar la victoria al hoy presidente Donald Trump en 2016, y por los que parece que no quisieran apostar.

“No existe un proyecto de interés para las comunidades rurales, donde se tiene que entender que existe una marcada diferencia social entre los rancheros y los campesinos”, subraya el catedrático.

Gallegos coincide y añade que también la comunidad latina ha vivido la desilusión de las promesas incumplidas. “Lo que hemos estado viendo en los últimos años, en las ultimas elecciones, es que ha habido muchas promesas y no han llegado las soluciones”, refiere.

Por ello TODEC y su grupo de liderazgo “Monarcas Luchadoras” están liderando la campaña “Sal a Votar”, un esfuerzo titánico para alentar el voto entre los campesinos y sus hijos que se ha visto en gran medida limitado por la pandemia del coronavirus.

UNA BANDA DE MÚSICA MEXICANA Y MUCHAS CAMINATAS

Para lograr su cometido este grupo de voluntarios ha tenido que recorrer a pie extensos territorios cargando grandes letreros que invitan a participar en las elecciones, y dejar información en las puertas de las casas de los campesinos, ya que tuvieron que olvidarse de hablar con ellos por las medidas sanitarias. Por mucho lo que pueden hacer es aplaudir desde la calle a aquellos que les confirman que ya han votado.

También echaron mano de una banda de música mexicana para pararse a hacer ruido en las esquinas más transitadas de la zona.

Irónicamente una gran mayoría de quienes están saliendo a alentar el voto son jóvenes que no tienen esta oportunidad. Es el caso de Yesenia Diaz, de 19 años, una inmigrante nacida en Tijuana, México, que llegó a Estados Unidos cuando tenía apenas un año de edad y que está amparada por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), beneficio que Trump ha intentado acabar.

“Siento que es muy importante porque muchas veces los latinos no salen a votar y ahorita es cuando lo necesitamos. Si queremos un cambio tenemos que salir a votar todos”, dice a Efe.

Con el mismo entusiasmo, Nohemí Martinez, de 18 años, y oriunda de Nayarit, México, advierte que su objetivo son los que no quieren votar.

“Nosotros queremos motivarlos para que puedan hablar por la gente que no podemos hablar. Es muy importante que ellos tomen ese paso para los demás”, zanja.

Pero no solo los indocumentados están invitando a participar en las elecciones del 3 de noviembre. Los nuevos electores de estas regiones rurales, como Kaylee Marcelino, de 18 años, se han unido a este llamado en favor de la comunidad inmigrante.

“Tengo familiares que son indocumentados aquí y desafortunadamente tienen un temor de qué será el futuro de ellos. Entonces estamos votando ahora para cambiar el futuro”, advierte la hispana de raíces guatemaltecas.

A las dificultades naturales y las vinculadas a la pandemia se suman el temor y la desinformación sobre cómo ejercer el voto, así como la brecha tecnológica que existe en estas zonas, donde incluso el acceso a internet es complicado y limita la comunicación con los votantes.

Christine Neumann-Ortiz, directora de Voces de la Frontera, en Wisconsin, alertó a Efe que la organización ha encontrado grandes barreras para romper con los mitos sobre el voto por correo en las zonas de producción lechera de ese estado.

Los esfuerzos también se enfocan en motivar a los electores a hacerlo en persona. “Siguen faltando recursos. Aun así vamos a tener vigilancia en las urnas electorales para evitar que haya intimidación por perfil racial”, subrayó.

El miedo es real entre los campesinos, y Martínez lo ha sentido. “Mucha gente teme votar, pero queremos decirles que es importante para nosotros, para los jóvenes”. EFE