
Tegucigalpa (Proceso Digital) – Las operaciones sofisticadas del crimen organizado han mostrado su músculo violento y global en los últimos años en Honduras. Son episodios que impactan a la sociedad hasta aterrorizarla y parecen no tener fin.
El crimen de cuatro jóvenes hace escasos días, entre ellos el hijo del expresidente del país, Porfirio Lobo, consternó y generó zozobra colectiva, especialmente en las zonas de donde provenían las víctimas y en la capital Tegucigalpa, cuya atención se centró en la matanza cometida, según la Policía, por una pandilla, cuyo objetivo era Said Lobo, el hijo del ex dignatario.
Como ese hecho, fresco en la memoria colectiva, pueden recordarse otros casos de impacto. La matanza durante la operación de un comando armado para rescatar al jefe de la MS-13 de un juzgado, allí fueron acribilladas media docena de personas en el parqueo de un aeropuerto ordenado por un capo de la droga, el asesinato de un zar antidrogas y otros crímenes emblemáticos tocan la espectacularidad de operaciones criminales que compiten con las más elaboradas series de Netflix o la preponderancia de Hollywood.
De 2008 a la fecha, actos criminales de impacto se han contado a granel y en ellas los criminales hacen uso de elaboradas y sofisticadas estrategias.