Panamá – La pandemia de la COVID-19 paró prácticamente el tráfico de migrantes por Centroamérica y redujo drásticamente su flujo por el Mediterráneo con destino Europa, dijeron este viernes representantes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

El cierre de fronteras y las severas restricciones de movilidad obligaron a miles de migrantes, en su mayoría procedentes de Haití y de países africanos y asiáticos, a quedarse varados en los países de Centroamérica sin posibilidad de continuar su ruta hacia Norteamérica, que es su destino.

Desde principios de la crisis sanitaria hubo «una acumulación de migrantes en las fronteras detenidos por los cierres, esto sin duda ha planteado nuevos retos para las autoridades», explicó Carlos Pérez, funcionario de la Sección de Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes de UNODC.

Esta situación se puede ver con claridad en Panamá, la puerta de entrada a Centroamérica, donde hay más de 2,500 migrantes irregulares inmovilizados, la gran mayoría alojados en albergues situados en la frontera con Colombia y concebidos como estaciones transitorias.

El Darién es la peligrosa frontera natural entre Colombia y Panamá, y por allí han transitado en los últimos años decenas de miles de migrantes procedentes de todo el mundo que se dirigen hacia Norteamérica, causado crisis humanitarias periódicas en el istmo.

Organismo de derechos humanos han denunciado recientemente las condiciones de hacinamiento en albergues en el Darién panameño mientras que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), ha ordenado al Estado garantizar los derechos de los migrantes, especialmente el de la salud debido la pandemia.

Con menos opciones de movimiento, la desesperación «puede conducir al abuso, la explotación, la trata y la necesidad de utilizar servicios de tráfico ilícito más costosos y riesgosos», alertó UNODC en un informe.

El documento no presenta datos actualizados del impacto del coronavirus en el tráfico ilícito de migrantes en América, pero señala que «las restricciones de COVID-19, que aumentan las vulnerabilidades al abuso y la trata, pueden afectar a las personas que huyen de las altas tasas de violencia en el Triángulo del Norte de América Central de la crisis en Venezuela».

La representante de UNODC en Panamá, Erika Aguirre, dijo que «el Triángulo Norte está intentando consolidar normativas nacionales e internacional» para combatir el tráfico ilícito de migrantes, así como se está brindando «apoyo técnico y asistencia operativa a los estados».

El ente de la ONU también se refirió al tráfico de migrantes por el Mediterráneo con destino a Europa.

«El confinamiento y las restricciones de viaje no han detenido los traslados facilitados por traficantes al menos en esta ruta» del Mediterráneo», dijo este viernes Salomé Flores, del Centro de Excelencia UNODC-INEGI.

Hasta finales de abril de 2020 -cuando el nuevo coronavirus ya había llegado al continente europeo y la mayoría de países mantenía un duro confinamiento- 19,827 personas llegaron irregularmente a la Unión Europea (UE) por tierra y mar, y 256 fallecieron o desaparecieron, según los datos del informe.

En el mismo mes de 2019 se reportaron 128,536 migrantes que llegaron a territorio europeo y 1,885 fallecidos o desaparecidos.

La mayoría son movidos por traficantes de personas que cobran altos precios por el viaje sin garantizar seguridad. Una vez que pisan suelo europeo, los migrantes piden el estatus de refugiado y protección internacional, explicaron los funcionarios de la ONU