Madrid – Son migrantes africanos que quieren dejar la venta ilegal en la calle. Por término general, son varones y jóvenes que llegaron de diferentes formas a Europa y que tras la pandemia crearon una marca de ropa para poder conseguir contratos de trabajo.
Situada en el centro de Madrid, en el multicultural barrio de Lavapiés, la tienda Pantera recibe un constante goteo de clientes, vecinos del barrio que se acercan a apoyar o curiosos atraídos por las coloridas prendas que también recuerdan a tradicionales telas africanas.
“En pandemia hemos sufrido mucho, hicimos una caja de resistencia -para recibir donaciones y repartirlas a quien las necesitara- y valoramos que había que crear algo, porque no se podía depender de ayudas o colaboraciones”, cuenta a EFE Jibi, uno de los voluntarios de la tienda.
Al igual que este senegalés con tres años en España, otras doscientas personas están involucradas de manera altruista en este proyecto cuyo propósito último es “dar contratos de trabajo” a jóvenes que quieran dejar de trabajar vendiendo ilegalmente en la calle.
Dar contratos a migrantes
Jibi critica la dificultad que los migrantes tienen para conseguir un contrato de trabajo incluso teniendo los permisos en regla.
“El objetivo es sacar a los chicos de la calle, pero un contrato de trabajo es muy difícil de conseguir, aunque la gente sepa que te permite conseguir los papeles porque llevas tres años, hay muy pocas personas que tengan la buena fe de contratarte sin permiso de trabajo o recomendaciones”, analiza.
Pese a la complejidad, están decididos a lograrlo cumpliendo con toda la legalidad de tener un negocio en España, aunque también ello sea complejo para que salgas las cuentas.
“No es fácil montar un negocio que haces con tus medios, lo hacemos todo, necesitamos mucho apoyo porque debemos abrir más canales, lo estamos intentando y creemos que lo vamos a lograr”, asevera al tiempo que adelanta que la tienda de Lavapiés será, si todo va bien, la primera de muchas.
Y pese a que ninguno de ellos tiene una vida fácil en España, a donde llegaron buscando prosperidad, no dejan de ayudarse entre ellos para que nadie se quede atrás.
“Aquí no cobra nadie, lo que queremos es poder emplear, dar contratos de trabajo a cuatro, cinco o seis personas cada año y ayudarle a salir de la calle y tener papeles de trabajo normal”, comparte.
Ser mantero no es un sueño
Jibi se mueve entre camisetas, sudaderas, bolsas o pantalones que oscilan entre los diez y los cuarenta euros y pretenden mandar un mensaje a la política española.
“Ser mantero no es un sueño”, reza el pecho de una de las camisetas a la venta en Pantera, que se ha convertido en uno de los grandes lemas de estos migrantes.
Los conocidos popularmente como manteros o top manta son vendedores sin licencia que extienden su mercancía en la calle sobre una tela, lo que genera protestas de los comercios de la zona y recurrentes intervenciones policiales.
“No es un sueño, es la cosa más fea que hacemos, no lo queremos en nuestros corazones, porque solo queremos sobrevivir y no debería ser delito”, piensa Jibi.
Pese al empeño de Pantera, tiene claro que sin apoyo social y político, la situación para los miles de migrantes africanos que viven en España está lejos de cambiar.
“El 60 por ciento de chicos que vienen tienen familia, mujeres, niños, hay que ayudarles, pero el problema principal es cómo sobrevivir en Madrid, no quieren ser delincuentes pero tienen que pagar el alquiler, comprar ropa, comida, pagar la luz…”, enumera.
Así, hace un alegato a que las leyes mejoren para él y sus compatriotas.
“Los chicos salen a la calle y para cambiar su vida necesitan un permiso de trabajo y cotizar por España -aportar al sistema estatal de Seguridad Social-, por eso la gente tiene que entender que los papeles son buenos porque cotizas por España, ellos van a sudar por España, no es complicado ni algo malo”, insiste.