Miami.– El tratamiento que el Gobierno de Estados Unidos da a los menores inmigrantes en la frontera del país con México es «compatible con la tortura», tal y como se define en acuerdos multilaterales, según un artículo publicado este viernes por un grupo de pediatras.
El documento, publicado en el Diario Oficial de la Academia Estadounidense de Pediatras, asegura que la definición de tortura contra los niños se asemeja a la forma en la que el Gobierno del presidente saliente, Donald Trump, trata a los menores inmigrantes detenidos en su intento de entrar al país, especialmente la separación de los menores de sus padres.
La prohibición de la tortura, en particular contra los niños, forma parte de los Acuerdos de Ginebra y está prohibida por la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (CAT, en inglés), recuerdan el grupo de pediatras.
Y no dudan en afirmar que el trato de los niños en la frontera con México «cumple con los tres criterios de tortura», según el CAT y el Estatuto de Roma.
En concreto citan el «infligir intencionalmente dolor o sufrimiento físico y/o psicológico severo», que el trauma ocurre con el «consentimiento y/o aquiescencia de las autoridades» y, que el «trauma físico o psicológico es intencional y tiene un propósito específico, como coerción, intimidación, castigo y/o disuasión».
Sobre este último punto, recuerdan que el propósito reconocido del Gobierno Trump de la política de «tolerancia cero», puesta en marcha en 2018 y que incluía la separación de los niños de sus familias, era disuadir a los indocumentados de llegar al país.
Los médicos recordaron además que muchos niños han sido recluidos en «condiciones insalubres y peligrosas» y que desde 2018 al menos siete menores han muerto en custodia de las autoridades o inmediatamente después de ser liberados.
Como resultado de este tratamiento, dicen, los niños han mostrado un «comportamiento traumático internalizado y regresivo», que ha resultado en un «trastorno de ansiedad generalizada, depresión, trastorno de estrés postraumático e intentos de suicidio».
«La mitigación de este trauma requerirá años de tratamiento e intervenciones intensas», aseguran.
Y todo ello «patrocinado por el estado y dirigido por el presidente de los Estados Unidos», denuncian.
En el pasado año fiscal, 30.557 menores de edad que viajaban sin la compañía de un padre o tutor legal, en su mayoría centroamericanos, fueron detenidos en la frontera, a los que hay que sumar otras 52.230 personas que fueron detenidas cuando ingresaron ilegalmente al país en grupos familiares (un adulto acompañado al menos por un menor).
Y miles de niños fueron separados de sus padres en la frontera por orden del Gobierno Trump y, a pesar de una orden judicial que obligaba a las autoridades a reunificarlos, más de dos años después más de 600 menores siguen sin poder reencontrarse con sus progenitores.
Por todo ello, los autores del artículo piden a pediatras y profesionales de la salud infantil a tomar acción para «detener y prevenir la tortura de niños migrantes en la frontera» a través de la investigación y difusión de las malas actuaciones de los políticos en esta materia.
Y, a nivel colectivo, piden a la Academia Estadounidense de Pediatras a emitir una declaración política contra la tortura infantil y contra la separación de las familias migrantes, así como iniciar y apoyar un caso contra EE.UU. en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).