Nueva York – Los peluqueros de Nueva York se han convertido en una herramienta para ayudar a reconocer signos de problemas de salud mental y adicción en la comunidad latina y brindar ayuda a clientes, que confían en sus estilistas sus problemas más íntimos.
Entre el ruido de los secadores de pelo y el ajetreo típico de un salón de belleza, mujeres y hombres comparten momentos felices o problemas con su familia o pareja, sobre moda, deportes, y hasta de farándula con su estilista, que acostumbra a convertirse en una persona muy cercana.
Pero, por lo general, no suelen abordar sus problemas psicológicos o adicción. Esos no son temas de conversación habitual porque «permanecen en el círculo familiar», haciendo más difícil la atención médica, señala a Efe Rafael Pabón, educador en la iniciativa Primeros Auxilios en Salud Mental, del Departamento de Salud de Nueva York, que se puso en marcha en 2015 en la Gran Manzana y que existe en todo el país.
«Los latinos tienden a manejar estos problemas en la casa. Es el concepto de no querer decir abiertamente que ‘estoy mal, tengo un problema de salud mental’, lo que hace más difícil identificar dónde están esos problemas», indicó el educador puertorriqueño.
Agregó que en el caso de inmigrantes indocumentados, «el no saber qué va a pasar mañana» les lleva a una situación de gran estrés emocional.
De acuerdo con datos de Salud en Nueva York, los hispanos tienen tasas más altas de depresión, de un 12 %, comparada con los neoyorquinos blancos, que es de un 8 %.
Sin embargo, estos últimos reciben un mayor tratamiento para ese trastorno (58 %), pues sólo lo disfrutan el 39 % de los latinos diagnosticados, según la agencia sanitaria, que puso en marcha la iniciativa «Tailored Engagement of Latinos», dirigida en específico a afrontar culturalmente el estigma de salud mental en esta comunidad.
A través de la iniciativa se identifican lugares a los que asisten los latinos y se prepara a profesionales en diversas áreas en esta comunidad para lidiar con problemas de salud mental como una herramienta de prevención, explica la colombiana Marta Hernández, a cargo de la iniciativa latina.
«Pueden haber los servicios, el acceso a la salud, pero si hay un estigma (sobre salud mental), eso les va a prevenir de buscar ayuda, de expresar lo que sienten, de salir de un ciclo de violencia, de la dependencia al alcohol o a cualquier adicción», por lo que son necesarias estrategias adecuadas, comenta.
Para ello, Salud ha encontrado aliados en el fútbol y los salones de belleza. Ya preparó a 20 entrenadores de balompié y ahora, y por primera vez en Nueva York, a 70 estudiantes de peluquería, no para diagnosticar, sino para reconocer los signos y síntomas de enfermedades de salud mental y la adicción y, así, que puedan ofrecer ayuda.
«Tailored Engagement of Latinos» se ha asociado con Primeros Auxilios en Salud Mental, que se encarga de formar a las personas, en un curso de ocho horas, para reconocer la depresión, la ansiedad, la psicosis, abuso de sustancias, suicidio, autolesión o ataques de pánico, y cómo hacer el acercamiento debido para que hablen sobre ello.
La meta de Primeros Auxilios es haber entrenado a 250.000 personas, 10.000 de ellos latinos, en un periodo de cinco años para reconocer los problemas y brindar ayuda.
Los ecuatorianos Cristina Cárdenas y Mauro Ortega son parte del grupo de estudiantes que completaron el curso luego de que la Escuela de Belleza Parisiene, a la que asisten en el distrito de Queens, lo incorporara de forma permanente a su currículo.
«Es de gran ayuda para las personas saber que cuentan con alguien», dice Cárdenas, que afirma que tras tomar el curso pudo reconocer la depresión en un familiar y ayudar a manejar la situación en su hogar porque no le trataban de la forma adecuada.
Ortega se muestra complacido por su parte de haber podido ayudar a una mujer que le confió estar deprimida inmersa en una lucha por la custodia de sus hijos en un divorcio.
«Gracias a las clases la pude orientar, le dije que hay instituciones que la pueden ayudar y le di varios números de teléfono y el mío por si quería hablar. Salió tranquila y relajada con un nuevo ‘look'», señaló el peluquero.
Carmen Ledezma, directora de una escuela de cosmetología, señala que insertó este curso al currículo de mil horas que deben tomar los estudiantes «porque este mundo necesitará cada vez más gente que escuche, cada día hay más estrés».
«Nosotros somos prácticamente terapeutas de los clientes, todo lo que son buenas y malas noticias se lo llevan al salón. A las malas noticias hay que darles mucha atención», advierte la paraguaya.