EEUU.- La demografía de Estados Unidos cambia y, a la vez, irrumpen en la lista de estados claves, aquellos que decidirán las elecciones, algunos que hasta hace poco eran considerados territorios seguros: Pensilvania, Michigan e, incluso, Texas podrían abandonar a los republicanos.
En 2016, el entonces candidato republicano, Donald Trump, ganó Michigan y Pensilvania por un estrecho margen y rompió así el tradicional muro azul (demócrata) instalado en el «cinturón de óxido» del Medio Oeste, y con ello logró la llave de la Casa Blanca.
Este año, ambos estados vuelven a estar en disputa como lo demuestran las paradas en medio de los frenéticos viajes de Trump y su rival demócrata, Joe Biden. Trump cerrará su campaña esta noche en Grand Rapids (Michigan), el mismo lugar donde terminó en 2016, algo que algunos atribuyen a su superstición; mientras que Biden lo hará en Pittsburgh (Pensilvania), con la cantante Lady Gaga como estrella invitada.
PENSILVANIA, LA LLAVE
Pensilvania, con sus 20 votos electorales, puede ser el estado donde se decida la Presidencia. En 2016, menos de 45.000 votos dieron la victoria a Donald Trump y este año las zonas suburbanas de Filadelfia, Pittsburgh, Scranton o Erie son la clave para que Joe Biden, que está dedicando sus últimas 48 horas de campaña a este estado, pueda imponerse al presidente republicano, algo que auguran las encuestas.
Biden cerró este domingo con dos actos en Filadelfia, el primero de ellos con feligreses y pastores afroamericanos, en un intento por movilizar al electorado negro, tradicionalmente demócrata y que según la consultora de analítica electoral Catalist aún no ha ejercido el voto en un 75 %.
El sonido de los cláxones, el equivalente a los aplausos en los mítines demócratas «drive-in» de esta pandemia, acompañaron a Biden en un evento centrado en pedir a la población negra que salga a votar. «Pensilvania es fundamental en estas elecciones», aseguró Biden, quien recordó el poco margen que dio el estado a Trump en 2016. «El poder de cambiar este país está literalmente en sus manos», añadió. Biden atacó a Trump donde más daño puede hacer: en su gestión de la pandemia de la covid-19, que aseguró que ha sido «casi criminal».
«El presidente Trump está aterrado de lo que pase en Pensilvania», aseguró Biden en otro de sus actos. Biden y su compañera de fórmula, Kamala Harris, pasarán mañana todo el día en diferentes condados de Pensilvania y cerrarán en sendos eventos en Pittsburgh y Filadelfia, los dos fortines demócratas en el estado, una campaña enmarcada en el lema «Batalla por el Alma de la Nación».
MICHIGAN, EL CORAZÓN AUTOMOTRIZ
A orillas de los grandes lagos, con Canadá a la vista y la «ciudad del motor», Detroit como símbolo, el estado tradicionalmente ha votado por los demócratas. Fue el corazón de la industria automotriz del país, y con ello uno de los pesos pesados del poder de los sindicatos en EE.UU. Las tres grandes empresas del sector, Ford, General Motors y Chrysler, aún tiene su sede en el estado, aunque su influencia ha disminuido notablemente. Y en 2016 Trump dio la sorpresa al imponerse a su rival demócrata, Hillary Clinton, por un estrecho margen de menos de 11.000 votos. «Si no hubiéramos ganado Michigan no estaría aquí.
Vamos a ganar de nuevo, y regresar a ese maravilloso lugar, la Casa Blanca», dijo Trump durante un acto este domingo bajo una fría lluvia en Washington (Michigan). Michigan cuenta con casi 10 millones de habitantes, de los cuales un 5 % son latinos, y tiene 16 votos electorales. El estado ha sido escenario, además, de uno de los episodios más extraños de la campaña y reflejo de la extrema polarización política que vive el país.
A comienzos de octubre, el FBI anunció la detención de varias personas vinculadas a una milicia de extrema derecha acusadas de planear el secuestro y posible asesinato de la gobernadora del estado, la demócrata Gretchen Whitmer. Según la fiscal general de Michigan, Dana Nessel, los acusados pertenecían a la milicia Wolverine Watchman y tenían la intención de instigar una guerra civil en el país.
Whitmer ha sido el objeto de críticas por parte de grupos conservadores, así como del propio Trump desde que decidió imponer el cierre de la actividad comercial y las aglomeraciones en el estado como medidas de contención de la pandemia de la covid-19.
BIDEN QUIERE EMULAR A CARTER EN TEXAS
Dos mil kilómetros al sur, en la frontera con México, Texas ha sido durante mucho tiempo un bastión republicano. De hecho, el último candidato demócrata en ganar la contienda en ese estado sureño fue el expresidente Jimmy Carter (1977-1981), hace casi medio siglo. Pero el récord de más de 9,6 millones de votantes tempranos apunta a que esta tendencia podría cambiar este 3 de noviembre.
En 2016, cuando Trump venció por 9 puntos porcentuales, la participación total en Texas fue del 59,4 %, mientras que con los datos de votación actuales, el estado ya ha alcanzado el 57 % de participación. Eso da cuenta de lo reñida que estará la batalla por uno de los estados que da más votos electorales (38) para llegar a los deseados 270 que otorgan la Presidencia. La media ponderada de Real Clear Politics para las últimas encuestas dan como vencedor a Trump por una distancia de 2,3 puntos, por lo que perder ese estado sería, sin duda, un duro golpe para las aspiraciones del actual presidente para continuar en la Casa Blanca.
Y gran parte del poder de decisión caerá en manos de la población latina, ya que supone el 30 % del censo electoral de Texas, según datos del centro de investigación Pew. A ese colectivo ha estado apelando en las últimas semanas la campaña de Biden, con aparición incluida de su mujer, Jill Biden, en la fronteriza El Paso, mayoritariamente hispana. Otros grupos demográficos cruciales para los comicios presidenciales en Texas serán la gente joven, los universitarios graduados y las mujeres de los suburbios de Houston, Dallas, San Antonio y Austin, las grandes ciudades.