Lima.- Perú se despide este lunes de un histórico año 2018 para su fútbol, que será recordado como el del regreso de su selección a un Mundial después de 36 años de ausencia en el mayor torneo internacional de selecciones.
Esta fue la primera vez que gran parte de los 31 millones de peruanos vieron a su selección en una Copa del Mundo, por lo que se sumieron en una fiebre mundialista que hizo a unos 40.000 de ellos viajar miles de kilómetros para apoyar a sus jugadores en Rusia.
La marea bicolor se hizo notar en los estadios rusos y, por ese motivo, recibió el premio a la mejor afición del mundo en la gala de los premios The Best de la FIFA, un reconocimiento que sirvió de consuelo ante la eliminación de Perú en la primera fase del Mundial.
Al equipo dirigido por el argentino Ricardo Gareca le pasó factura la inexperiencia de sus jugadores en este torneo y le impidió obtener mejores resultados a pesar de desplegar un juego alegre, atrevido y vistoso que se quedó sin la recompensa de llegar al menos a los octavos de final.
El mejor ejemplo de ello fue el primer partido ante Dinamarca, donde los peruanos fueron dominadores hasta que a la media hora de juego el centrocampista Christian Cueva falló un penalti que golpeó psicológicamente al jugador y al resto del equipo.
Eso fue aprovechado por los danesas para dar la puntilla a los peruanos, que tampoco supieron reaccionar después ante Francia, que a la postre se convertiría en el campeón del mundo, y repitieron la derrota por 1-0 del primer partido, lo que les dejó eliminados a falta de jugar su tercer y último partido.
Contra Australia, en un partido donde ninguno de los dos equipos se jugaba nada, la Blanquirroja se sacó los complejos y obtuvo la consolación que anhelaba.
Con el 2-0 sobre los australianos, Perú celebró un triunfo mundialista por primera vez en cuarenta años, y además con un gol de su delantero estrella Paolo Guerrero, protagonista en los meses previos de un culebrón marcado por una sanción por dopaje.
La antesala del Mundial estuvo marcada por la batalla legal que Guerrero, capitán y máximo goleador histórico de la selección peruana, disputó en los tribunales de Suiza para conseguir que le levantaran el castigo que le impedía jugar el torneo.
Contra todo pronóstico, el artillero logró su objetivo en el Tribunal Federal de Suiza, un órgano que le suspendió la sanción provisionalmente para que pudiera cumplir el sueño de su vida, que era representar a su selección en la Copa del Mundo.
Así eludió momentáneamente los 14 meses de suspensión impuestos por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), a donde Guerrero llevó el caso después de que no se conformase con que la FIFA le hubiese rebajado de 12 a 6 meses el castigo puesto en primera instancia.
El año terminó con el presidente de la FPF, Edwin Oviedo, en prisión preventiva por presuntamente ser parte de una red de corrupción judicial a cuyo cabecilla, el exjuez César Hinostroza, supuestamente pagó el viaje y las entradas para ver a la selección en el Mundial a cambio de que lo favoreciese en procesos legales.
Hinostroza, actualmente en prisión provisional en España tras haberse fugado de Perú, emitió una sentencia para frenar la investigación contra Oviedo, que está imputado como presunto autor mediato (con dominio del hecho) del asesinato de dos sindicalistas de una de sus empresas.
Antes de terminar entre rejas, la legitimidad de Oviedo al frente de la FPF estaba en entredicho por una polémica ley emitida por el Congreso que le permitió extender su mandato hasta 2020, bajo la amenaza de la FIFA de vetar a Perú de cualquier competición en caso de que fuera derogada, como ahora ha planteado el parlamento.
Fuera de la selección, los equipos peruanos volvieron a pasar sin pena ni gloria por la Copa Libertadores y la Sudamericana, incapaces de contagiarse del espíritu del combinado nacional, mientras que el campeonato nacional se lo llevó el Sporting Cristal, que venció en la final al Alianza Lima.