Tegucigalpa – El Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga criticó en la homilía dominical las políticas “egoístas y insolidarias” que hunden Honduras en el hambre y la miseria.

– Muchos están más pendientes de lo que harán en su viaje a la playa, que de las actividades de la cuaresma, lamentó el jerarca católico.

El líder religioso remarcó que la Cuaresma es una fiesta que Dios nos invita y que está por encima del odio, la violencia, las maras, la criminalidad, las políticas sucias.

“Nos espera una fiesta de alegría que está por encima del odio y la violencia que domina nuestra Honduras; por encima del terror de las maras y las masacres, políticas egoístas e insolidarias que hunden al país en el hambre y en la miseria”, manifestó el Cardenal.

En su mensaje, Rodríguez leyó el Evangelio del hijo pródigo que retrata la sociedad actual de que las personas prefieren el dinero fácil alejándose de la vida de Dios.

“No están dispuestos a esperar y quieren gozar de la vida de inmediato, el amor del Padre no le basta y quiere los bienes, quiere desear, poseer, consumir y disfrutar al máximo”, expreso.

Prosiguió que el mensaje del Evangelio es un reflejo de la sociedad actual “ninguna gente no quiere hacer algún tipo de sacrificio sino de tener dinero a cualquier costo aunque sea mal habido, sea robado, producto del delito del crimen o fraude”.

Rodríguez puntualizó que muchas de estas personas que se dedican al crimen organizado terminan en la cárcel o siendo deportadas sin disfrutar de manera correcta los bienes.

Indicó que Dios respeta nuestra libertad incluso cuando es ofendido y cuando las personas se alejan de su camino.

Ejemplificó un caso de un hijo que mató a su padre en Intibucá violentando los mandamientos: “Honrarás a tu padre y no asesinarás”.

Rodríguez Maradiaga lamentó otro fenómeno que abate a nuestra sociedad, que es cuando las personas, en especial los jóvenes, se quitan la vida.

“El suicidio es huir de uno mismo, escaparse de la vida sin sentido y así le pasó a este joven que en esta semana mató a su propio padre”, sermoneó.

Concluyó que quien vive lejos de Dios vive lejos de sí mismo, pero que siempre estarán abiertas las puertas para regresar “Dios Padre nos espera un banquete porque hemos regresado”.