Los Ángeles (EE.UU) – Un confinamiento temprano y otras medidas de prevención impulsadas por el Gobierno estatal han permitido que California, con más de 40 millones de habitantes y unas 300 muertes por COVID-19, se haya convertido en ejemplo de cómo afrontar la pandemia del coronavirus en Estados Unidos.
Hasta ahora, la mayor metrópoli de la nación, Los Ángeles, con más de 10 millones de ciudadanos, ha registrado menos de 6.000 casos y 132 muertes, cifras lejanas a las de la ciudad de Nueva York, que tiene 8 millones y medio de habitantes y ha confirmado unos 65.000 contagios y más de 3.000 fallecimientos.
«California lo ha ido haciendo bastante bien en la pandemia de COVID-19, con un número relativamente bajo de infectados por cada 100.000 personas y una baja tasa de mortalidad», dijo en declaraciones a Efe la profesora Karin Michels, jefa del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA).
MEDIDAS PREVENTIVAS
El gobernador californiano, Gavin Newsom, fue uno de los primeros del país en decretar un confinamiento relativamente estricto, que solamente permite actividades «esenciales» como ir al supermercado y a la farmacia, y ejercitarse respetando las distancias de seguridad entre personas.
En contraste, ocho estados -Arkansas, Iowa, Nebraska, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Carolina del Sur, Utah y Wyoming- no han ordenado a sus habitantes quedarse en casa de manera obligatoria.
«El gobernador emitió órdenes de ‘seguridad en el hogar’ y ‘refugio’ con relativa rapidez. Universidades como UCLA y otros grandes empleadores cerraron incluso antes y enviaron personas a trabajar, enseñar y estudiar desde casa», subrayó Michels, con amplia experiencia en prevención de enfermedades, salud pública y métodos estadísticos.
Newsom también tomó la iniciativa en decretar el cierre de escuelas, que permanecerán clausuradas hasta el próximo curso, como medida de prevención; en pedir al presidente Donald Trump que enviase un buque hospital a Los Ángeles para apoyar a los hospitales locales antes de que llegase a un hipotético pico en número de casos, que todavía no ha ocurrido; y en cerrar las playas y parques del estado.
Otro de los puntos que parece haber ayudado hasta el momento en el excepcional caso de California frente al COVID-19, según los expertos, es la baja densidad de población del estado, lo que reduce las posibilidades de contagio y permite respetar mejor las normas de distanciamiento social.
«A pesar de tener una gran población, los californianos no habitan de manera tan densa como los neoyorquinos. Las ciudades se extienden con pocos rascacielos: en relación con otros estados, muchas más personas en California viven en casas, no en edificios de apartamentos o edificios altos», resume Michels, que se basa en datos de un estudio de su universidad.
POBLACIÓN JOVEN, MENOS MUERTES PER CÁPITA
California ha registrado una tasa de mortalidad per cápita mucho más baja que la mayoría de los estados más grandes de la nación, con la excepción de Texas.
«El estado tiene una edad promedio baja y una alta densidad de centros de atención médica, lo que puede haber contribuido a la baja tasa de mortalidad», explicó Michels.
De acuerdo con un reciente estudio publicado en la revista The Lancet, la tasa de mortalidad entre los infectados de 20 años es del 0,03 %, mientras que para las personas de 70 años es del 8,6 %.
TONO CAUTELOSO
Las autoridades californianas han proyectado números alarmantes en las últimas semanas, aunque hasta ahora esas estimaciones no se han cumplido.
El propio Newsom previó hace dos semanas que más de la mitad de la población del estado, es decir, unos 25 millones de personas, se infectaría, por lo que rogó a sus habitantes que siguieran las directrices al pie de la letra.
Por su parte, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, no dudó en pronosticar que la ciudad «seguiría los pasos de Nueva York» en número de casos, un escenario catastrófico que todavía se muestra muy lejano.
Estados Unidos superó este lunes los 10.000 muertos por coronavirus, con 10.335 y casi 350.000 infectados, de modo que se sitúa como el tercer país con más fallecidos después de Italia y España, según el recuento del Centro de Sistemas, Ciencia e Ingeniería (CSSE) de la Universidad Johns Hopkins (Maryland).
El nuevo dato se conoce después de que este domingo el presidente Donald Trump, durante su habitual rueda de prensa diaria, asegurase que «esta será probablemente la semana más dura, entre esta semana y la próxima, y habrá mucha muerte».
El estado de Nueva York, el gran epicentro de la pandemia en Estados Unidos, acumula con estas últimas cifras un total de 4.758 muertos y de 130.689 casos de COVID-19 confirmados, frente a los algo más de 122.000 que tenía un día antes.