Tegucigalpa – Un artículo de prensa publicado por el sitio www.notiver.com destaca la labor de la madres hondureñas quienes en una caravana anual buscan a sus hijos desaparecidos en la ruta migratoria.
En las cárceles y deambulando por las calles después de ser víctimas de abusos policiacos y de trabajo forzado por parte de criminales, o simplemente por no tener dinero, es donde se han localizado a los hijos de las madres que buscan a sus parientes, destaca la publicación.
Doña Mary Martínez, originaria de Honduras y madre de Marco Antonio Amador, quien desapareció el 11 de marzo de 2013 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, señaló que las caravanas de madres migrantes en búsqueda de sus hijos desaparecidos han logrado ubicar a un importante grupo de personas desaparecidas.
Los sueños de los migrantes de encontrar mejores condiciones de vida, luego de vivir pobreza, inseguridad y violencia, se diluyen al llegar a México porque muchos fueron secuestrados, obligados a trabajo forzoso ilícito, y tanto hombres como mujeres involucradas en la prostitución o trata de personas, comentó la madre hondureña.
“Yo busco a mi hijo entre los indigentes, no entre los bien vestidos, porque seguramente hay muchos que andan en las calles porque perdieron la memoria al caerse del tren, si fueron golpeados o torturados por policías o alguien más. No sabemos qué pudieron haber pasado, por eso ahí entre los que andan por las calles pueden estar”, declaró.
De acuerdo a estadísticas del Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Progreso (Cofamipro) brindadas a Proceso Digital desde el año 2009 se registran un total de 650 casos de migrantes hondureños desaparecidos en la ruta migratoria.
También desde el 2009 a la fecha se contabiliza el encuentro de 265 migrantes desaparecidos en la ruta migratoria, muchos de ellos sin vida, pero entran en esta estadística porque la familia vuelve a saber de su pariente.
Con 650 expedientes abiertos por casos de migrantes desaparecidos, Honduras se constituye como uno de los países que más sufre este flagelo que también forma parte de la realidad migratoria de la región.