Jessica Cox (C), piloto estadounidense. EFE/Archivo

Tucson (EE.UU.) – Desde pequeña, la estadounidense Jessica Cox odió la palabra «discapacitada». Haber nacido sin brazos para ella es más una «ventaja» que una «desventaja», algo que la llevó a convertirse en la primera piloto sin brazos de aviones deportivos ligeros y la primera con licencia en todo el orbe.

«Cuando vuelo me siento libre, independiente y bajo control», dijo a Efe Cox, de 36 años de edad y originaria de Sierra Vista, en Arizona.

Cox nació sin brazos debido a una rara condición congénita. Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para realizar con sus pies actividades diarias como vestirse, comer, escribir, maquillarse.

Desde pequeña busca ser independiente, a pesar de las miradas curiosas de la gente, a las que, afirma, está acostumbra.

«Algunas personas se sorprenden al verme, otras solo quieren mirar. Hay incluso algunas que sienten rechazo, porque no están acostumbradas a ver los pies haciendo las funciones de las manos», relató la joven piloto.

«Algunos creen que los pies son algo sucio porque tocan el piso o están dentro de tus zapatos, hay toda una gama de reacciones», agregó.

Cox no ha utilizado prótesis desde que tenía 14 años. Es capaz de conducir su auto, que no cuenta con ningún tipo de modificaciones especiales. También posee una licencia de conducir sin restricciones y escribe 25 palabras por minuto en el teclado.

Siguiendo los consejos de su padre, la joven decidió aceptar la invitación que en 2005 le hicieron para volar, a pesar de su miedo a los aviones.

Desde esa primera vez que voló en un avión pequeño, asegura que se «enganchó», por lo que, de vuelta a tierra, ya sabía que lo próximo que haría era aprender a pilotar.

Después de tres años de entrenamiento y varios instructores, Cox obtuvo su licencia de piloto, el 10 de octubre del 2008, por lo que está calificada para pilotar aviones deportivos ligeros que alcanzan una altitud de hasta 10.000 pies.

Con una licenciatura en Psicología por la Universidad de Arizona, Cox se dedica a recorrer EE.UU. y el mundo, compartiendo su historia de superación personal.

Sus charlas le han permitido visitar 23 naciones diferentes.

«Es importante para mí compartir mi historia, creo que he sido bendecida con la oportunidad de influir en personas en un nivel más profundo», dice.

Mientras desayuna y unta mantequilla al pan con sus pies, asegura: «Haber nacido sin brazos ha sido más una ventaja que una desventaja».

En 2015, la arizonense publicó el libro autobiográfico «Disarm Your Limits» (Desarma tus límites), donde narra los problemas que ha enfrentado y cómo los ha superado.

Uno de esos escollos fue la toma de decisión sobre abandonar las prótesis.

Asegura que las «odiaba» porque eran muy pesados y además la causa de bromas pesadas en la escuela, donde la llamaban, entre otros epítetos, «niña robot» y «Capitán Hook».

Cuando su familia se mudó a Tucson -estaba a punto de comenzar el octavo grado-, decidió ser la «verdadera Jessica». Y la «verdadera Jessica no utiliza prótesis».

A los 10 años, Cox comenzó a entrenar taekwondo. A los 14 obtuvo su primer cinturón negro, convirtiéndose en la primera mujer sin brazos con cinta de ese color en la Asociación Americana de Taekwondo.

Con su esposo, Patrick Chamberlain, Cox forma un dúo de embajadores de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en 2006 por las Naciones Unidas.

«Desafortunadamente, los Estados Unidos no forman parte de este acuerdo», lamentó Cox.

Para ella es de suma importancia no solo que se respeten las personas con discapacidades físicas, sino también que tengan mejores oportunidades, sobre todo laborales.

«Mi principal mensaje para las personas que tienen algún tipo de discapacidad física es que no importan los obstáculos, hay una fórmula para ‘manejarlos’, que incluye el deseo, el coraje, la innovación y sobre todo la perseverancia», afirmó.

Cox, que además de practicar ciclismo y aprender ahora a caminar sobre la cuerda floja, indica que su fe católica la ha inspirado a superarse y a tratar de ayudar a otros a superar sus propios obstáculos.

Su vida, a su vez, inspiró el documental «Right Footed» (Pie derecho), dirigido por Nick Spark en 2015.

«Actualmente puedo decir que para lo único que necesito ayuda es para hacerme una cola de caballo en el pelo, pero estoy trabajando en eso», puntualiza Cox, quien próximamente visitará Israel para compartir su historia.