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Montevideo – El reto de «producir más con menos» sella el rumbo de una América Latina golpeada por las sucesivas crisis globales, mientras la FAO pide a los países de la región reforzar sus avances tecnológicos y apostar por la agroecología.

En un contexto global ya problemático a raíz de la pandemia y la crisis climática, la guerra entre Rusia y Ucrania complica más el panorama de América Latina, pues la región productora de alimentos lidia con el golpe de la escasez de insumos motivada por el conflicto.

Así lo destaca a Efe el representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Argentina y Uruguay, el colombiano Tito Díaz, quien vislumbra en el futuro cercano de la región una serie de complejos desafíos en que, dice, son claves la «eficiencia» y la «resiliencia».

LA HERMANDAD ANTE LA CRISIS

Pocos días después de la 37a Conferencia Regional de FAO para América Latina y el Caribe, Díaz expresa que, si bien la covid-19, las sequías y las inundaciones ya marcaban un panorama complejo para la producción de alimentos, el actual es aún más difícil y «no escapa a ningún país de la región».

«Rusia y Ucrania son los principales productores, por un lado, de energía, carbón, petróleo, gas y, por otro, de fertilizantes nitrogenados; entonces al haber ese conflicto la disponibilidad y el costo aumenta», sentencia.

El experto, que concretó esta semana su primera visita oficial a Uruguay en su cargo, señala que una de las urgencias que la FAO y los 33 ministros latinoamericanos que participaron de la conferencia en Quito identifican es «hacer a los sistemas agroalimentarios más eficientes».

«¿Qué implica eficiencia? Producir más con menos, hacer un uso mucho más eficiente de los recursos, tanto tierra como agua, fertilizantes, de tal manera que se puedan disminuir los costos», acota.

Al tiempo que explica que la guerra no solo afecta a los países productores sino también a los «importadores netos», pues Rusia y Ucrania producen el 30 % de los cereales y el 50 % de los aceites del mundo, Díaz remarca que debe fortalecerse el comercio interregional.

«Es muy importante que los países que producen alimentos no cierren esa frontera, que se mantenga un comercio más o menos estable que le permita a los países importadores tener acceso (a insumos y alimentos)», enfatiza.

UN SALVAVIDAS ‘TECNO-ECOLÓGICO’

El experto de la FAO identifica como una alternativa vital «avanzar hacia sistemas mucho más amigables con el ambiente».

«La agroecología busca producir de acuerdo con la oferta de recursos naturales, no prioriza tanto la productividad con el uso de insumos exógenos al sistema, sino teniendo en cuenta la capacidad de fertilidad del suelo, de disponibilidad de agua, variables climáticas», sostiene.

Es que, remarca, los salvavidas de la crisis pueden estar en aquellas soluciones que son, además, «resilientes a los impactos del cambio climático».

Mientras puntualiza que en esa línea deben estar dirigidas las políticas públicas de estímulo de los gobiernos, Díaz estima que en la mejor posición están «los países que habían tenido mayores avances científicos y tecnológicos» antes de la crisis.

«Aquellos que han avanzado en programas de mejoramiento genético, de biotecnología, pueden producir con menores requerimientos de fertilizantes o de agua o de agroquímicos. Ese es un tema muy importante», recalca.

EL HAMBRE Y EL SOBREPESO

Considerada una de las regiones más desiguales del mundo, para América Latina no es nueva la endémica problemática de la malnutrición, pues, como indica Díaz, 60 millones de latinoamericanos sufren hambre pero, simultáneamente, el 30 % de los alimentos se desperdician.

Si bien parte de la solución puede estar en mejorar la cadena de frío para que frutas y hortalizas se conserven, el experto enfatiza la importancia de tomar conciencia y no tirar comida.

«Tiene que haber una conciencia del consumidor. Este es un tema que nos compete a todos, no solamente a los gobiernos (…) sino a toda la sociedad», acota.

Por otro lado, los índices de obesidad y sobrepeso alarman a la FAO, pues 104 millones de personas se ven afectadas en la región.

El foco, para el representante, debe estar en promover dietas saludables desde la infancia, más aún cuando las crisis y la suba de precios llevan a que en los hogares más pobres se opte por alimentos baratos pero altos en grasas y sodio.

Díaz, que durante su visita se reunió con autoridades del Ejecutivo uruguayo, destacó que ese país ha dado ejemplo con su etiquetado frontal de alimentos y con su liderazgo en la ganadería sostenible.

«Uruguay está recopilando la información suficiente para poder demostrar que esos sistemas (ganaderos en campo natural) son totalmente sostenibles y está avanzando hacia unos sistemas de bajo carbono y eventualmente carbono neutrales», concluye.