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Denver (CO) – A principios de año, el director de una clínica comunitaria en un barrio latino y de inmigrantes al este de Denver decidió ofrecer a esos grupos la vacuna contra la covid-19 en un centro comercial local. Pero esta semana el Gobierno estatal amenazó con cerrar el proyecto al determinar que el médico discrimina a los blancos.

Paradójicamente, según el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de Colorado (CDPHE), a tres meses del inicio de la vacunación en este estado, el 68 % de los vacunados son blancos, mientras que los latinos son sólo el 4,3 % de quienes recibieron la vacuna, aunque representan el 22 % de la población estatal.

Y un informe nacional publicado recientemente por la Fundación Kaiser reveló que esa disparidad racial se agudiza en “zonas rurales” y en “barrios marginalizados”, precisamente como los que sirve P J Parmar.

Este doctor es el director de la Clínica “Ardas” de Medicina Familiar en el norte de Aurora, una de las zonas más carenciadas y con mayor diversidad étnica en el área metropolitana de Denver.

Con una larga trayectoria de colaboración con organizaciones locales y ante la conocida disparidad racial y étnica en el proceso de vacunación, Parmar consideró que usar el centro comercial Mango House, sede de negocios de dueños inmigrantes (de Asia, África y Latinoamérica), sería apropiado para que las personas se vacunaran en un ambiente conocido y sin tener que desplazarse a otro lugar.

PACIENTES DE MINORÍAS

Por eso, en febrero comenzó a administrar allí unas 500 vacunas semanales a los casi 45.000 residentes del código postal 80010, donde 51 % de los habitantes son latinos y el nivel de pobreza supera al promedio de Colorado.

En ese código postal, solo 4 % de los residentes han sido vacunados, contra 10 % de la población total del estado, según datos del CDPHE.

“Nosotros no excluimos a nadie, pero aquí servimos a los indocumentados y a los desamparados”, dijo a Efe Parmar, quien obtuvo permiso de Mango House para modificar la zona de juegos para niños y transformarla en sala de espera para quienes llegan a vacunarse.

Parmar, de origen indio, indicó que allí también se vacunan “refugiados de numerosos países” (entre ellos Nepal, Myanmar, Etiopía, Irak y Ruanda), así como aquellos que “enfrentan barreras de idioma, cultura y confianza” para acceder a servicios médicos, e incluso quienes “no pueden mostrar un documento de identidad”.

Las buenas intenciones de Parmar chocaron el lunes pasado contra la burocracia de Colorado cuando el médico recibió, por correo electrónico, un mensaje de Rick Palacio (consultor en la oficina del gobernador Jared Polis) indicándole que “no está permitido ofrecer vacunas a los residentes de un solo código postal”.

VACUNAR A VECINOS DE BARRIOS RICOS

Ante la amenaza de que el sitio cerrase completamente, Parmar decidió continuar las operaciones, pero ahora la mitad de las dosis semanales se destinan a blancos que no viven en el código 80010 y que, de hecho, provienen de algunos de los sectores más acaudalados del área de Denver.

El Gobierno estatal expresó que el proyecto de vacunar prioritariamente a latinos e inmigrantes en sus barrios “no cumple con las directivas del gobernador” porque no exige que los interesados presenten un documento de identidad válido y prueba de domicilio.

Pero precisamente por no imponer ese requisito la fila de personas esperando la vacuna en Mango House incluye a hispanos, afroamericanos, rusos y etíopes, así como a personas de otras nacionalidades y culturas, cada uno hablando su idioma pero usando el inglés como lengua común para compartir entre ellos información sobre el proceso de vacunación.

En su mensaje, Palacio recordó a Parmar que el CDPHE ya trabaja con unas 175 organizaciones comunitarias (incluyendo iglesias) que actúan como “clínicas de vacunación equitativa”. En esos sitios, según el CDPHE, ya se vacunaron unas 50.000 personas desde enero.

Según Parmar, ninguno de esos otros sitios se compara al suyo porque en ellos se necesita hacer cita previa, lo que requiere contar con computadora y transporte propio para llegar al lugar. Nada de eso sucede en Mango House.

CONFIANZA, FACTOR CLAVE

Asimismo, dijo Parmar, existe un factor aun más importante: la confianza de ir a un lugar conocido.

Precisamente la confianza de vacunarse en un centro comercial de su propio barrio motivó al mexicano Arturo (pidió no compartir su apellido) a llegar a Mango House.

“Existe mucha desinformación y ese es un grave problema. Las redes sociales no son una fuente de información creíble sobre la vacuna. Llenan nuestra vida de inseguridad y miedo”, comentó.

“Antes de tomar la decisión de ponerme la vacuna, leí diversas fuentes y todo tipo de información. Y hoy tengo la confianza de que es lo mejor para mí y mi familia”, agregó, subrayando que al principio le resultó extraño que hubiese que entrar “por la puerta trasera” y que los carteles anunciando las vacunas estuviesen escritos a mano.

A pesar de acatar la orden oficial, Parmar dijo que lo hacía “a regañadientes” y comentó que en California y en Washington DC es una práctica común vacunar a las personas según el código postal.

PROBLEMAS CON AUTORIDADES

Y recordó que esta no es la primera vez que tiene problemas con las autoridades. En marzo de 2020, un oficial de policía de Aurora apuntó con su arma reglamentaria a Parmar, creyendo que el médico salía de Mango House con mercadería robada.

Y en febrero, la Ciudad de Aurora multó a Parmar por poner un cartel colgante frente a su clínica promocionando la vacunación gratis. (Aurora tiene un estricto código para carteles callejeros). Eventualmente Parmar volvió a instalar el cartel (esta vez entre un árbol y un balcón).

“Tengo que mantenerse firme para seguir haciendo lo que hago. ¿Qué hago? Vacunar a los más pobres”, aseveró el médico.

Por su parte, la doctora Robin Waterman, directora ejecutiva de Aurora Community Connection (que sirve a los residentes del código 80010) respaldó a Parmar, con quien coordina las gestiones para vacunar a más inmigrantes y trabajadores latinos.

“Se puede ir (a Mango House) casi en cualquier momento de lunes a sábado. No hace falta cita. No hay que esperar. Son muy flexibles. No se necesita ninguna firma oficial. Uno da el nombre y ya está”, declaró.

“Y las vacunas que aplica (Parmar) en su clínica no le quitan vacunas a nadie. Su compromiso es con las personas de color que no reciben las vacunas al mismo nivel que los blancos”, agregó.

Como era de esperar, el caso de la clínica “Ardas” no es único. Este miércoles, otra clínica vecinal, el Centro de Salud Comunitario Sunrise en Evans (norte de Colorado), informó que la campaña de vacunación de latinos, que iba a comenzar esta semana y que incluirá a trabajadores agrícolas, se postergó hasta el 21 de marzo por discrepancias con las autoridades sanitarias locales.