Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa, monseñor Vicente Nácher reflexionó sobre el verdadero significado de la Navidad donde se recuerda cómo unos excluidos se conforman con un humilde portal y un sencillo pesebre, al tiempo que llamó a que esta noche sea de reconciliación y de encuentro entre los hondureños.

Nácher recordó que la Navidad no es equiparable a cualquier fiesta social, “estamos conmemorando el nacimiento de Dios entre nosotros. La Navidad no es una fiesta más, es el origen de todas las alegrías”, dijo en la homilía de Nochebuena celebrada en la Basílica de Suyapa, en la capital hondureña.

El guía religioso enfatizó que esta festividad en que la Iglesia Católica conmemora el nacimiento del Salvador del Mundo no se trata de luces artificiales, “Jesús es el origen de toda claridad”, destacó.

“Acostumbramos hablar de los que son escogidos por el pueblo, y adquieren sin duda un gran honor y responsabilidad, pues bien antes que ello, Dios mismo nos ha escogido a nosotros como su pueblo, el pueblo de Dios”

Para el arzobispo de Tegucigalpa, por más que algunos hayan querido sacar a la Navidad toda su sacralidad, para reducirla a una fiesta de bueno sentimientos, las buenas intenciones por bonitas que sean no tienen fuerza por sí misma, los adornos navideños podrían caer hasta en el ridículo si son desvinculados del sentido originario.

Y destacó que la escena histórica de unos excluidos se conformaron con un humilde portal y un sencillo pesebre, se parecen a las fiestas de los hondureños. “Estamos ante una realidad trascendente que dio inicio a una nueva civilización, cambiando para siempre la historia de la humanidad y cada una de nuestras historias”.

Pidió a los feligreses presentes en Suyapa, celebrar con emoción y unidad familiar. “Les invito a que canten o escuchen juntos en Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor”, dijo para finalizar su homilía deseando que este noche sea de reconciliación y encuentro.

Niños, los pobres, los extranjeros

El papa León XVI citó las palabras de Benedicto XVI en las que afirmaba que «mientras la noche del error oscurezca esta verdad providencial, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros».

«Las palabras del papa Benedicto XVI, tan actuales, nos recuerdan que en la tierra no hay espacio para Dios si no hay espacio para el hombre: no acoger a uno significa rechazar al otro. En cambio, donde hay lugar para el hombre, hay lugar para Dios».

Pero Robert Prevost afirmó además que con el nacimiento del niño Jesús, «Dios da al mundo una nueva vida, la suya, para todos» y «no es una idea que resuelva todos los problemas, sino una historia de amor que nos involucra».

El papa explicó que Dios, «ante las expectativas de los pueblos, envía un niño, para que sea palabra de esperanza; ante el dolor de los miserables».

«¡Él envía un indefenso, para que sea fuerza para levantarse; ante la violencia y la opresión, Él enciende una suave luz que ilumina con la salvación a todos los hijos de este mundo», agregó.

Y «mientras una economía distorsionada induce a tratar a los hombres como mercancía, Dios se hace semejante a nosotros, revelando la dignidad infinita de cada persona. Mientras el hombre quiere convertirse en Dios para dominar al prójimo, Dios quiere convertirse en hombre para liberarnos de toda esclavitud.», agregó.

Concluyó destacando que «la Navidad, que es fiesta de la fe, de la caridad y de la esperanza».PD