Ginebra.- La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, dijo hoy que aquellos que sean refugiados en la caravana de centroamericanos que desean llegar a Estados Unidos deben ser protegidos y tratados de manera apropiada, conforme al derecho internacional.
«Sean aceptados o no deben ser tratados de forma adecuada», dijo Bachelet en una conferencia de prensa al ser preguntada sobre las perspectivas de los 7.000 migrantesy refugiados que se encuentran en México y a los que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha asegurado que no dejará entrar.
Bachelet comentó que espera que aquellos que sean solicitantes de asilo o refugiados «sean aceptados en un tiempo razonable» y, sobre todo, que «sean tratados como seres humanos».
Sobre lo que les espera a aquellos que no sean aceptados, la alta comisionada reconoció que tiene esperanza en la buena voluntad que ha manifestado el nuevo presidente de México, Manuel López Obrador, al prometer que buscara que se creen las condiciones económicas para que puedan trabajar en su país.
Agregó que algunos retornarán -como ya está ocurriendo en repatriaciones facilitadas por organizaciones internacionales- de forma voluntaria.
Bachelet señaló que frente a la problemática migratoria lo más importante es dar solución a sus causas estructurales -que en regla general son la pobreza y la violencia- y que justamente son abordadas en el Pacto Mundial para la Migración que unos 180 países se aprestan a adoptar la próxima semana en una cumbre en Marruecos.
«El Pacto Mundial intenta abordar la migracion de manera integral para entender sus causas y plantear regulaciones», comentó, tras reconocer las dificultades que pueden tener los países frente a una llegada masiva de inmigrantes.
Sobre el Pacto Global, Bachelet no escondió su «decepción» por la decisión de algunos países que casi en el último minuto han anunciado que no firmarán este documento, que ofrece un menú de opciones para que los países puedan gestionar adecuadamente la migración, de acuerdo a su legislación y a su realidad nacional.
Recordó que los países que ahora se oponen -Hungría, Austria, Bulgaria, Estados Unidos, Polonia, Israel y la República Checa- «tuvieron muchos meses para introducir un lenguaje con el que se sintieran cómodos», pero no lo hicieron.
En cambio, agregó, los políticos «en lugar de dirigir y dar ejemplo de respeto de principios y valores» prefieren «mirar las encuestas» para ver si la gente teme a la inmigración para actuar de acuerdo a esos sentimientos.