Los Ángeles – Refugios de inmigrantes que se vieron forzados a ampliar su capacidad de asistencia ante la masiva llegada de solicitantes de asilo reportan ahora un descenso en el número de personas que los requieren, lo que incluso ha llevado al cierre de algunos centros de asistencia.
Los reportes del descenso de solicitantes de asilo que son liberados por la Patrulla Fronteriza y necesitan apoyo para continuar su viaje se dan por toda la frontera sur.
«El número ha bajado en las últimas semanas, pero este número no se ve en el descenso del otro lado de la frontera, donde hay cientos esperando ingresar a solicitar asilo político» dijo a Efe la coordinadora del refugio Casa Alitas, Katherine Smith.
Casa Alitas, un refugio operado por los Servicios de la Comunidad Católica en Tucson, Arizona, había habilitado un antiguo monasterio benedictino para alojar a los solicitantes de asilo que eran liberados en la frontera sur de Arizona.
El lugar llegó a alojar hasta 300 personas, pero el promedio en julio ha descendido a 30 por día y el albergue dejará de operar en pocos días.
En Yuma, Arizona, donde el alcalde tuvo que declarar una emergencia por el gran número de inmigrantes que ingresaban, organizaciones de ayuda como el Ejercito de Salvación tuvieron que cerrar un refugio habilitado para recibir hasta 200 personas.
Jeffrey Breazeale, coordinador del Ejército de Salvación en Yuma, dijo al periódico The Arizona Republic, que en los raros días que reciben a algunas familias prefieren costear el hospedaje en hoteles y evitarse los costos de mantener abierto un refugio tan grande.
«Es una combinación de factores; primero las políticas de hacer esperar a los solicitantes de asilo en la frontera, la misma separación de familias y el verano que siempre ha hecho más difícil el viaje», señaló a Efe Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas RGV en Texas.
Hace dos semanas el presidente Donald Trump anunció cambios en la elegibilidad de los solicitantes de asilo al ordenar que los extranjeros no mexicanos deben hacer primero las peticiones en un «tercer país seguro», y después hacer la petición en Estados Unidos.
El miércoles pasado, el juez federal Jon S. Tigar, con tribunal en San Francisco (California), bloqueó temporalmente las restricciones al asilo, lo que hizo que la medida estuviera en efecto tan solo ocho días.
Al ser preguntados si esta nueva orden afectó el ingreso de los emigrantes, los activistas sostienen que aún es muy temprano para evaluar el daño que causaron las restricciones.
«Es muy difícil medir el impacto de esa regla, pero lo cierto es que el tiempo que pasan los inmigrantes esperando en el lado mexicano de la frontera ya sobrepasó los cuatro meses para algunos. Es mucho tiempo», subraya Smith.
Según datos difundidos por CBP, el descenso se vio desde el mes pasado, cuando el número se redujo de 144.278 inmigrantes detenidos en mayo a 104.344 en junio. Para julio los activistas calculan que el número habrá disminuido aún más.
En julio del 2018, 40.149 inmigrantes fueron detenidos en la frontera, de acuerdo a las estadísticas federales.
La iglesia adventista Central Seventh Day, en la localidad de Blythe, en California, también registra un gran descenso en los inmigrantes a los que está brindando apoyo por estos días.
La tesorera de este templo en el condado Riverside, María Crespo-Lind, dijo a Efe que la llegada de estos indocumentados ahora «es esporádica».
El refugio tiene abiertas sus puertas hasta las ocho de la noche para que agentes del CBP dejen allí a los recién liberados. En mayo la iglesia llegó a albergar a 160 inmigrantes en una noche, en medio de la ola masiva de liberaciones.
Al igual que Casa Alitas en Tucson, la iglesia Central Seventh Day está aprovechando para hacer arreglos en la capacidad y calidad de ayuda para los indocumentados.
Aunque el monasterio cerrará sus puertas el 31 de julio, después que concluya el arrendamiento del lugar, Smith dijo que los esfuerzos se concentrarán en adaptar las instalaciones de un centro de detención juvenil en Tucson para convertirlo en un nuevo albergue.
«Sabemos que los inmigrantes van a continuar llegando, y tenemos que estar preparados para recibirlos», concluyó la activista.