Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – Es urgente detener la catástrofe educativa y que los daños se detengan en lo posible tras más de un año del cierre de la escuela cuando el coronavirus llegó a Honduras. Desde entonces los niños han sido víctimas de una de las peores pandemias: la educativa. Por ello, los expertos consideran que el anuncio de volver a las aulas de clases es posible si se ejecuta con sensatez, responsabilidad y sin abandonar las medidas de bioseguridad, pero sobre todo en las zonas donde se reportan la menor cantidad de contagios de COVID-19.

– La falta de cobertura digital, apagones de energía y la crisis económica para pagar servicios de internet son algunas de las razones que golpean a miles de estudiantes.

– Dirigencia magisterial en contra de volver a las aulas porque la vacunación contra el COVID no los ha alcanzado, además justifican que no hay condiciones de infraestructura en la mayoría de los centros de enseñanza.

En esa vía coinciden varios actores del sistema educativo hondureños, quienes acuerpan la propuesta de retornar a la semi presencialidad siempre y cuando las condiciones estén dadas para no incentivar los riesgos por contagios de coronavirus en un país que se mantiene en una cresta permanente de casos de la enfermedad y con el agravante de afrontar variantes más contagiosas y letales.

Docentes con sus dos dosis de vacunas, la continuidad de las campañas de vacunación comunitarias, las medidas de bioseguridad, la infraestructura básica adecuada, los materiales e insumos educativos para atender los requerimientos son responsabilidades que las autoridades deben cubrir para que se llegue al punto de la normalización de las clases, una jornada a la que Honduras regresa tardíamente, coinciden los conocedores del tema.

Esta semana el ministro de Educación, Arnaldo Bueso, anunció el retorno a clases semipresenciales en 154 municipios que presentan bajo nivel de contagios a partir del 16 de agosto.

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