Bogotá.- La incapacidad de las grandes potencias para atender a los miles de migrantes que huyen de guerras y crisis en sus países son el «gran fracaso» de una sociedad que no ha sabido atender un problema que empeorará con el tiempo, asegura en una entrevista con EFE la escritora española Rosa Montero.

«Este es el gran fracaso de nuestra sociedad. Estamos asistiendo a un fracaso absolutamente calamitoso que no va a hacer más que empeorar porque el fracaso de Europa con los desplazados de Siria ha sido espeluznante. No hemos sabido hacer nada», dice Montero en Bogotá, donde promociona «El peligro de estar cuerda» (Seix Barral).

Estas cosas, señala, suceden constantemente y el mundo «industrializado» está propiciando una «absoluta catástrofe» con su respuesta.

«Lo peor, además, es que esto no ha hecho más que empezar. Por ejemplo, la tremenda crisis Siria -en la que todos los desplazados sirios que no han encontrado ninguna solución y en la que se han perdido tantísimos niños, que pueden estar dentro de la trata- es una cosa horripilante», expresa.

El problema, dice la escritora de 71 años, es que en estas crisis también interviene la crisis climática, que en Siria ha provocado, por ejemplo, sequías que hicieron huir a la gente del campo hacia las grandes ciudades y eso deriva en nuevos problemas sociales.

«Como hemos manejado la catástrofe de Siria no es más que la primera de otras muchísimas catástrofes que va a haber a medida que siga el cambio climático. Yo diría que junto con el cambio climático esto (las crisis migratorias) es el mayor reto que tiene la sociedad, que tenemos como humanidad y no estamos sabiendo contestarlo de ninguna de las maneras», manifiesta.

VÍNCULO ESTRECHO CON LATINOAMÉRICA

Para la promoción de «El peligro de estar cuerda», que tiene como eje central la salud mental y la unión entre creación y locura, Montero regresó este año a Latinoamérica, región con la que tiene una relación «muy larga» que viene de su juventud, de crecer en los últimos años de la dictadura franquista.

«Una larga dictadura lo que hace es que rompe el tejido cultural y no leíamos a los autores españoles contemporáneos. En mi adolescencia me he criado de entrada en el descubrimiento de la literatura de mi lengua contemporánea con el Boom Latinoamericano. Soy hija del Boom Latinoamericano», afirma.

Eso propició en ese momento lo que ella denomina encuentros culturales, emocionales y simbólicos con una región que no había «pisado todavía», con una parte del mundo que era vista desde su perspectiva como un mito de «la gran Latinoamérica» como unidad, idea que se rompió cuando conoció lo diferentes que son los países de esta parte del mundo.

«Luego empecé a venir desde muy joven y me he pasado la vida aquí. O sea, yo llevaré 40 años o posiblemente más, quitando los años de la pandemia, en los que todos los años he venido una o dos veces a varios países latinoamericanos», dice, y añade que el único país de la región que no conoce es Bolivia.

Lo que más le gusta de Latinoamérica es la «diversidad», «esa riqueza» que tiene y que es una zona del mundo muy vinculada con España gracias a una lengua común.

«Me gusta muchísimo navegar en esa riqueza, poder entenderla. Creo que no le damos la suficiente importancia (a Iberoamérica) como la que le deberíamos dar porque somos una locomotora tremenda y no nos aprovechamos de eso, del poder que eso nos daría si realmente fuéramos conscientes del poder que tenemos más de 500 millones de personas hablando en castellano», afirma.

UN VIAJE EMOCIONANTE

La promoción de este libro ha sido «un viaje emocionante» para Montero, pues de todas las obras que ha publicado, «El peligro de estar cuerda» es la que ha tenido «una mayor respuesta».

«La gente se acerca, me escribe, me cuenta y me da las gracias porque me dicen que se ven reflejadas (en el texto), porque dicen que gracias al libro se han reconciliado con partes de ellas mismas que les daba vergüenza, o que no las podían sacar, o con las que se sentían raras», expresa.

Montero se muestra «conmovida» y «sorprendida» porque ella no escribe para recibir esa respuesta, lo hace para intentar entender cosas, tratar de hallar respuestas a preguntas que se ha hecho desde siempre.

«Tengo una sensación de que he quitado un tapón social en mucha gente que está diciendo que no pasa nada por ser como soy, porque es un libro que celebra la diferencia», concluye la escritora, que al concluir la promoción de este libro quiere sentarse de nuevo a escribir, a terminar proyectos que ya echó a andar.