Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Por Verónica Castro) – De los nueve grupos indígenas que hay en el país, seis mantienen viva su lengua; otros tres ya la perdieron y es el español, el idioma oficial del país, su única forma de comunicación.

Desde hace varios años, el misquito, el garífuna, el tol, el pech, el tawahka, son las lenguas indígenas que se mantienen vivas. Al grupo se suma el inglés isleño o creole, aunque no sea considerada una lengua indígena como tal.

De la chorotega, la lenca y la chortí sólo existen registros históricos y una retahíla de palabras sueltas.

Misquita, la lengua con más vitalidad

Hoy por hoy, la misquita es la lengua que tiene más vitalidad, ya que es hablada por la mayoría de la población de esta etnia, instalada en el departamento de Gracias a Dios.

Los misquitos tiene su lengua materna como asignatura en los centros educativos.

Asimismo, la comunidad misquita procura que no se pierda, en las escuelas, la lengua materna es una asignatura que forma parte de la currícula, además reciben impulso desde la academia.

Por ejemplo, el 21 de este febrero, en ocasión del Día Internacional de la Lengua Materna, la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) anunció la Guía de Trabajo para la Enseñanza de la Gramática de la Lengua Miskita que elaboró.

El director de Programas Especiales de la UPNFM, Fredis Mateo Aguilar destacó que ese material además de constituirse en una guía didáctica que va a facilitar la enseñanza de la gramática al pueblo misquito, va a contribuir a abrir la puerta a la enseñanza de manera sencilla de su lengua. La socialización de la guía comenzará próximamente.

“Como universidad estamos muy contentos porque esta obra tiene la valoración de los líderes locales como también del pueblo misquito”, manifestó al entregarle una copia a la diputada del departamento de Gracias a Dios, Erika Urtecho.

Por su parte, la parlamentaria dijo que “las guías serán un instrumento relevante para la conservación de nuestra lengua miskita”.

La máster Carmen López, explicó en una entrevista a Proceso Digital que el miskito es además una lengua dominante sobre la tawahka.

López explica que esto ocurre porque la región de La Mosquitia está habitada por estas dos etnias, pero a la hora de hacer la transmisión generacional de una de las dos lenguas, predomina el mosquito.

El pueblo misquito hondureño es de 80,007 habitantes, según el Censo de Población y Vivienda de 2013, mientras los tawahkas apenas ascienden a 2,690.

Tradicionalmente es la mujer la que se ha encargado de la enseñanza de la lengua materna, pero ocurren casos, en los que si el padre es misquito y la madre tawahka, predomina el primero.

Rechazo de nuevas generaciones

Los garífunas que llegaron a la costa atlántica hondureña en 1797, provenientes de la isla de San Vicente también tienen su propia lengua.

Entre las nuevas generaciones garífunas no hay mucho interés por aprender su lengua materna. Foto/archivo

El pueblo garífuna hondureño es de 43 mil 111 habitantes según reportes del INE en el censo poblacional de 2013, sin embargo, las nuevas generaciones no están aprendiendo la lengua, algo que alarma bastante a la academia.

“Los hablantes ven como una mayor utilidad aprender el español que aprender su propio idioma”, refiere la lingüista.

Fueron este tipo de situaciones las que motivaron a López a dedicarse al estudio de las lenguas indígenas. La profesional cuenta que hace seis años vio la necesidad que tenía en el país de trabajar en este tema y pese a que esa no es su área de formación, se sumó a trabajar con el grupo de investigaciones indígenas de Honduras.

Niña miquita de padre Tawahka cerca de Krautara, Wampusirpi. Los Tawahkas están distribuidos en la parte de Patuca medio. Sus vínculos con los misquitos son constantes, tanto que el idioma Tawahkas se habla más al interior de las familias. Foto: Rubén Darío Paz

A nivel de la academia, refiere la lingüista, desde que se formó la carrera de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), hace más de 40 años se incluyó el estudio de las lenguas indígenas en Honduras.

“Creo que eso ha hecho que haya mucha conciencia entre nuestros estudiantes y docentes en el estudio de las lenguas”, afirmó al agregar que hay otras comunidades académicas relacionadas que se han ido involucrando, como antropología, sociología e historia. Ella lamenta que el apoyo es un problema para la investigación.

“Hay comunidades en las que solo las personas de la tercera edad hablan la lengua, entonces es muy preocupante porque una vez que estas personas fallezcan, podríamos tener una pérdida evidente de las lenguas.

En alerta roja

Precisamente este escenario es el que enfrentan las lenguas pech y el tol, que son las que en la actualidad están en grave peligro de extinción.

“El pech, cuya población habita en Gracias a Dios, Olancho y Colón) está en bastante peligro, aunque en este caso hay personas jóvenes que hablan la lengua y eso puede hacer que se siga manteniendo”, refiere.

Pero la comunidad pech ha disminuido año con año, actualmente está conformada por apenas 6 mi 024 indígenas.

Los lencas son en la actualidad la comunidad autóctona más numerosa en Honduras.

Para la entrevistada, depende mucho del interés que tenga la comunidad para sacar una lengua materna indígena de la zona roja, y desde su experiencia afirma que “podemos proponer mucho, pero si la comunidad no quiere, por más que se hagan proyectos no se logrará”.

López apunta que aunque un grupo indígena sea numeroso, no garantiza la supervivencia de la lengua y recuerda lo sucedido con la lengua lenca, que pese a ser la etnia más numerosa, unos 453 mil 672, integrantes,  con sus miembros distribuidos en Lempira, Intibucá, Comayagua, La Paz, Santa Bárbara, Francisco Morazán y Valle; está desaparecida desde inicios del siglo pasado.

Asimismo, el pueblo maya-chorti perdió su lengua natal. “Hasta hace unos años eran los últimos hablantes, pero a este momento se considera una lengua muerta, en Honduras”, pues a nivel del istmo, los guatemaltecos si la mantienen viva.

Una mujer de la etnia Tolupán sostiene una niña el 4 de junio de 2021 en San Francisco de Locomapa (Honduras). EFE/Germán Reyes

Con el tol, la lengua más amenazada, propia de los pueblos tolupanes que son alrededor de 19 mil 033 y que habitan en Francisco Morazán y Yoro, la catedrática relata que en la actualidad trabaja con el Programa de Lingüística Centroamericana (Prolinca) y “hay un investigador de Costa Rica que llegará al país a documentar el tol”. De la región, los ticos son los más avanzados en el rescate de las lenguas indígenas, aseguró.

Escaso apoyo gubernamental

Entre los factores que representan un reto para el rescate de las lenguas maternas, la especialista en la rama menciona que los programas de formación inter bilingües son muy limitados, pues muchas veces solo se reúnen una vez a la semana para enseñar su lengua.

“Esa parte social que desfavorece a las lenguas, está haciendo que las nuevas generaciones no estén aprendiendo la lengua de sus padres”, dijo López. 

La entrevistada se refirió también al proyecto intercultural garífuna, que dijo funciona muy bien en muchas regiones, pero en otras no está funcionando.

“En zonas como Iriona, Colón, se mantiene muy vigente”, rescata.

Una choza característica de la etnia pech.

En el caso del pech, señala la lingüista, el profesor Ángel Martínez incorpora la enseñanza de la lengua en sus jornadas, por lo que “dependerá del interés que hay de parte de los docentes de aprender”.

En ese punto, López señala que muchos de los docentes que van a las escuelas no son indígena sino ladinos y no conocen la lengua materna de la zona donde enseñan, lo que juega en contra del rescate de esta.

Otro factor que cuenta en contra de la prevalencia de las lenguas es la situación de los grupos indígenas que muchas veces son invisibilizados, además de los problemas de territorio, casi todos estos grupos viven en zonas protegidas y hay muchos proyectos extractivistas e invasivos queriendo adentrarse en sus regiones.

Por otra parte, López menciona el poco apoyo estatal para la documentación y la promoción de las lenguas, como factores determinantes.

El papel de la documentación es esencial en este proceso, pues la lingüista explica que es el inicio de la revitalización de las lenguas, el que incluye grabaciones con los hablantes, tener espacios de convivencia con ellos que permitan conocer la tradición oral de los grupos.

“Todo lo que pueda quedar documentado para que luego se pueda describir la lengua, y de allí sale la gramática, los diccionarios y posteriormente sería la promoción a través de las escuelas y la comunidad”, detalla.

A pesar de describir con entusiasmo el proceso de rescate de las lenguas maternas, la académica cambió el tono de su voz al reconocer que “la realidad es que en este momento no hay un apoyo económico para los grupos de investigación”.

En el caso de la Carrera de Letras se apoya con los estudiantes procedentes de esas zonas que llegan a la universidad, que conservan su lengua y que quieran participar en este tipo de proyectos.

“El apoyo del gobierno es limitado y solo se ve en algunos eventos, como el visto recientemente en la conmemoración del Día de la Lengua Materna, hubo mucha conversación al respecto del tema”, afirma al enfatizar en que es necesaria la sinergia entre gobierno, academia, docentes y comunidad. “Si todos trabajamos en islas, a pesar de que haya mucho interés, se avanza muy poco”, finalizó. VC