La primera cholita tripulante de cabina de Bolivia, la aimara Shirley Condori, ingresa el 15 de abril de 2021 al Aeropuerto Internacional de El Alto (Bolivia). EFE/Martín Alipaz

La Paz – Para la aimara Shirley Condori ni el cielo es el límite para cumplir sus sueños y con su propio esfuerzo se abrió camino en las alturas para convertirse en la primera cholita tripulante de cabina de Bolivia, que además es recepcionista, comerciante y modelo en pasarelas de la vestimenta típica de esas mujeres indígenas en el país.

Condori trabaja hace unos siete años como recepcionista de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y le llamó la atención las insignias que llevaban unos inspectores, también le asombró «lo imponentes e impecables» que pasaban las azafatas por su oficina, eso le impulsó a averiguar qué debía hacer para llegar a la misma posición que ellas.

«Las tripulantes siempre están bien puestas, bien arregladas, bien imponentes, las ves impecables, eso es lo que a mí me ha llamado la atención y el hecho de estar en contacto con la gente y conocer distintos países», comentó a Efe Condori.

Es así que decidió inscribirse en un curso de tripulante de cabina en Jet Airway Academy para hacer realidad su sueño, eso sí, pidió a los encargados que le permitieran pasar las clases con su vestimenta de todos los días, una amplia pollera, una manta y las características trenzas de las cholitas en Bolivia.

«Estos tiempos ya son otros, yo creo que la vestimenta no debería ser un impedimento para que nosotras podamos cumplir cualquier tipo de trabajo o profesión», agregó Condori.

LAS CLASES

La mujer aimara que nació en la provincia Pacajes en el departamento de La Paz realizó sus clases teóricas con su vestimenta típica, pero para hacer las prácticas de vuelo debió quitarse sus polleras y ponerse el uniforme reglamentario, lo que más le costó fue deshacerse las trenzas y recogerse el cabello.

Sin embargo, ella estaba consciente que debía seguir las estrictas reglas de aviación, por lo que se habituó al uniforme que también tendría que usar si quiere trabajar de tripulante de cabina, pero no pierde las esperanzas de que en un futuro esta situación cambie y puedan volar con sus polleras.

Cuando se subió al avión para practicar le encantó volver a sentir esa «sensación» como un nudo en el estómago al despegar, que recuerda de la primera vez que tomó un avión en su vida hace muchos años atrás, pero esta vez también le gustó estar al «servicio de la gente» y conocer varios lugares en un solo día.

«Ha sido una sensación que nunca voy a olvidar que hasta ahora me acuerdo, me encanta volar», admitió Condori.

Al terminar el curso, que también se alargó por la pandemia de la covid-19, y aprobar sus exámenes recibió este mes la certificación a sus 40 años y se convirtió en la primera mujer indígena en ser tripulante de cabina y ahora pretende seguir sus estudios para llegar más lejos.

«Estoy muy feliz, es un logro del cual me siento muy orgullosa y yo creo que las mujeres en estos tiempos tenemos que ir abriendo camino para otras mujeres», confesó Condori.

LAS PASARELAS

La aimara que siempre lleva un collar de un avión en el cuello contó que fue complicado para ella distribuir su tiempo entre su trabajo, el cuidado de sus hijos, ser comerciante cuando podía y seguir en las pasarelas modelando la vestimenta típica de las cholitas paceñas.

Ella pertenece a la escuela y agencia de modelos Rosario en la ciudad de El Alto, colindante a La Paz que es de mujeres indígenas, y que se siente orgullosa de vestir y mostrar las frondosas polleras, las joyas, la manta y el típico sombrero de las aimaras en las pasarelas bolivianas de las que ha formado parte.

Luego de que sus compañeras de pasarela se enteraron que Condori es tripulante de cabina muchas de ellas se están animando a entrar al curso y seguir sus pasos, comentó.

Ella está orgullosa de demostrar con su ejemplo a sus hijos que hay que perseverar para conseguir sus sueños y metas en la vida, pero también de quedar como ejemplo para la siguiente generaciones de mujeres aimaras que quieran surcar los cielos.

«Los sueños están para cumplirse, los sueños no tienen que limitarse por la edad, el origen, la procedencia, el color, no hay limitaciones», enfatizó Condori.