Varios jóvenes sostienen pancartas que reivindican "Justicia y dignidad para todos los inmigrantes" y otras con nombre de la coalición Agenda Nacional de Liderazgo Hispano (NHLA), durante una protesta a favor de los jóvenes beneficiados con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) frente al Capitolio nacional en Washington, DC (EE.UU.). EFE/Archivo

Washington – Las familias de inmigrantes amparados por programas como el Estatus de Protección Temporal y el de Partida Forzada Diferida (DED) celebran este miércoles que la Cámara de Representantes aprobara ayer la primera legislación que podría darles la ciudadanía, aunque reconocen que quedan muchos obstáculos.

«Llega a tiempo, todo es lucha. Pero no se puede quedar aquí», declara a Efe Miriam Pineda, hondureña que llegó al país hace 22 años gracias al TPS y que ha promovido la ley junto al sindicato SEIU en Maryland.

El proyecto daría una vía legal a más de dos millones y medio de inmigrantes indocumentados. Muchos llevan más de 20 años en el país y en los últimos meses han sentido que su vida podría cambiar si la Administración del presidente, Donald Trump, cumple con su intención de terminar con sus permisos.

Aunque ese proyecto es el primer paso que da el Congreso para su legalización definitiva, podría quedarse en eso, en un primer paso, pues aún tiene que ser aprobado en el Senado, con mayoría republicana, y la Casa Blanca podría vetar la propuesta.

«Yo pienso que sí, que lo conseguiremos, tengo fe», explica Pineda.

Para Pineda esta ley es fundamental, ya que lleva 22 años en EE.UU., trabaja y vive en Maryland con hijos a su cargo.

«Quedaría desprotegida si anulan mi programa -señala-, lo necesito para trabajar».

Los beneficiados del proyecto aprobado en la Cámara Baja serían los inmigrantes amparados por el TPS, DED y la Acción Diferida a Llegados en la Infancia (DACA), conocidos como «soñadores».

La experiencia de Pineda es compartida por gran parte de personas de su entorno: «Uno considera que es parte de aquí, ha pagado taxes (impuestos) y contribuido con su comunidad».

Por ello, a los que rechazan su futura ciudadanía les dice «que se pongan la mano en la conciencia y que se les dé algo después de aportar a este país».

La medida, llamada «Dream Act» («Ley del Sueño»), recibió el apoyo de 237 votos -todos los demócratas y siete republicanos- en la Cámara de Representantes y tuvo 187 en contra.

Entre los opositores a la ley habló el republicano Ben Cline, representante por Virginia, quien se mostró en contra de la ley al considerar que este «amplio acceso» a la ciudadanía «podría provocar que miembros de bandas criminales, terroristas y otros delincuentes» reciban ese beneficio.

Para Gonzalo, beneficiario de TPS de El Salvador, el legislador está equivocado, ya «todo el que tiene TPS es porque se ha portado bien y a quien se ha portado mal se lo han quitado».

Gonzalo asegura que conseguir un permiso de residencia permanente es «vital» para él, porque después de 20 años en EE.UU. su familia se siente estadounidense.

«Sin solución la familia se dividiría, yo soy TPS, pero también tengo primos con permisos permanentes y un hijo nacido aquí. Sería desastroso», denuncia.

Además, este padre recuerda que no puede regresar a El Salvador, ya que es un lugar peligroso para vivir, motivo por el que, como muchos otros, hizo las maletas hace más de dos décadas.

Algunos de los inmigrantes acudieron al Capitolio para presenciar la votación, como Gaby Hernández, una «soñadora» del condado de Prince George que fue reconocida públicamente por su congresista Steny Hoyer.

«Si bien lo que sucedió hoy no es un alivio final, fue emocionante ver a tantos legisladores defender a mi familia, mi vida y mi futuro», dijo Gaby, quien a sus 20 años es una estudiante universitaria de alto rendimiento, indicó la organización «CASA in Action».

Los mensajes de celebración se han multiplicado en las horas posteriores a la votación, desde organizaciones de inmigrantes hasta otros grupos políticos como el Center for American Progress.

«Por supuesto, esto no es el final, pero es de muchas maneras un comienzo -expresó en un comunicado-. No dejaremos de luchar hasta que «soñadores» TPS y DED, así como la comunidad inmigrante en general, obtengan protecciones permanentes».