Tegucigalpa – (Por Joel Perdomo) – El Distrito Central llega a 444 años herido, golpeado, desgastado y lejos de ser la ciudad soñada, donde la naturaleza en invierno o verano, desabriga parte de su vulnerabilidad, pero además, el desempleo y la inseguridad, son lastres visibles en la cotidianidad de su más de 1 millón de habitantes que conforman Tegucigalpa y Comayagüela.

– Ante los daños causados por las condiciones del clima la Alcaldía Municipal, canceló las actividades festivas que tenía programada para un nuevo aniversario de la ciudad.

– En un pulso ciudadano, prima la desesperanza y el desaliento en la capital, su población cree que la ciudad seguirá acumulando su crisis.

– Las autoridades anuncian inversión de 500 millones para reparar la red vial y 120 millones de lempiras para asistir a las familias afectadas por las lluvias.

– Nos dejaron una ciudad destruida, necesitamos reconstruir una ciudad para gente, dijo el alcalde de la ciudad Jorge Aldana.  

Jorge Aldana, alcalde del Distrito Central

Tegucigalpa está convertida en un caos y es oportuno elevar las plegarias a San Miguel Arcángel, patrono de la ciudad, que hoy 29 de septiembre festeja su día, la situación que se vive aquí demanda más que nunca la fe de los creyentes, que recupere la esperanza de su población para librar sus batallas y acechanzas de manera prime y reine la divinidad del Altísimo.

Enviados de Proceso Digital dialogaron con al menos una decena de capitalinos, la mayoría de ellos creen que la ciudad no se encamina hacia el desarrollo, incluso aseguran que cada día se ve más retroceso, esto debido a la carencia de planificación que permita atender las demandas ciudadanas, los entrevistados piensan que no existe voluntad de quienes toman decisiones.

Desgastada y sin inversión

Nasry Asfura

En sus deterioradas calles se percibe el desaliento, inseguridad y desesperanza de la población, hay quienes creen que la ciudad está estancada en temas elementales, sin embargo, otro sector considera hay avances importantes, pero lo que sí es claro que ambos escenarios expresados por la población desembocan en actores políticos, señalados como principales responsables.

Y es que en los últimos 16 años la ciudad gobernada por Ricardo Álvarez y Nasry Nasry Asfura, ambos del partido Nacional, logró sus avances más significativos de su historia, la modernidad con la construcción de puentes aéreos y rotondas, alivió el tráfico lento, pero no se atendieron otras demandas como el agua potable y la mitigación en zonas de riesgos.

Actualmente es gobernada por Jorge Aldana, del novel partido Libre,  su gestión municipal se encuentra en el ojo del huracán, debido a que su accionar es considerado el más lento de las últimas tres administraciones. El edil atribuye que heredó una capital destruida y creada para los carros y no para la gente, en tanto asegura la reconstruirá.

La Taguzgalpa, como se denominada en los primeros inicios, y conocida como Cerro de Plata, crece acelerada y desordenadamente, mientras el caos en su infraestructura vial, la escasez de agua potable, la vulnerabilidad ante la lluvia, el frágil sistema de salud, transporte y educación; la violencia, inseguridad, la extorsión, sufragada desde las maras y pandillas, acentúan la incertidumbre y la desesperanza de sus habitantes.

El vestigio del tiempo y naturaleza

El casco histórico en el centro de la ciudad luce descuidado, casi abandonado y sin brillo, no hay turistas, sino centenares de vendedores ambulantes, en iguales o peores condiciones está el Anillo Periférico, el bulevar Fuerzas Armadas y las avenidas de Comayagüela, donde la Alcaldía Municipal ha comenzado las obras de bacheo, pero no se nota porque los hoyos son incontables.

En palabras del propio alcalde capitalino Jorge Aldana, más del 95% de la red vial conformada por unos 900 kilómetros está destruida y para solventar esa crítica situación, se anunció una inversión de al menos 500 millones de lempiras, pero no serán la solución al problema, esto mientras más de 40 contratos de construcción están retenidos en el Poder Ejecutivo, a falta de su sanción.

De momento, las lluvias mantienen en alerta tanto a la ciudad, el caos se instaló en la colonia Guillén, donde una saturación de suelo dejó en las calle a unas 200 familias, las viviendas se hundieron y la zona quedó inhabitable, más de 2 mil personas han sido desalojadas y unas 450 están ubicados en albergues, mientras se concretan las respuesta de las autoridades edilicias. 

A la fecha se registran unas 160 viviendas dañadas en el lugar y la misma cantidad en riesgo inminente. Para atender esta problemática anunciaron 120 millones de lempiras para reconstrucción de viviendas. Pero en zozobra también están 116 barrios y colonias donde viven medio millón de personas.  En la capital hay unas 21 fallas geológicas identificadas.

Gonzalo Banegas

Ciudad insegura  

Aida Reyes (22), es estudiante de Periodismo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), hace tres años llegó procedente del sur del país y recuerda lo difícil que fue para ella poder sobrevivir en una ciudad donde fue asaltada en más de cinco ocasiones “solo tenía tres días de estar aquí y ya me habían robado mis pertenencias”, relató a Proceso Digital.

“Yo desde que vine, no veo que la ciudad avance en temas que de verdad importan, como el agua, la seguridad y la salud, a inicios de años estuvimos hasta un mes sin agua, si queremos ir al médico debe ser un privado y salir no se puede, porque ahora hasta en los taxis directos lo asaltan a uno y no se mira que haya interés en atender para mejorar”, dijo.

Maras y pandillas

Emilio Rodríguez (26) es pasante de la carrera de Ingeniería en sistemas en la UNAH, recuerda que perdió a sus padres en la pandemia y ahora trabaja conduciendo un taxi, esperando ahorrar algo de dinero para continuar sus estudios, sin embargo, dijo “las cosas están complicadas, ya que a pesar de trabajar casi 10 horas, lo que se gana aquí es muy poco, todo está caro”.

Agradeció la oportunidad que le dio el propietario del taxi para trabajar, pero nunca se imaginó que debía lidiar con situaciones que solo ponen en riesgo su vida “si hacemos la tarifa, nos queda algo para comer, pero también hay que pagar otras cosas, todos sabemos a qué me refiero. Nadie está haciendo algo por eso, cada vez las presiones son peores, estamos sin escapatoria”.

Autoridades sin reacción

Carla Amador (36) es vendedora de tortillas desde hace más de 20 años, hoy en día su negocio se fue abajo porque es una de las afectadas de la colonia Guillén, su vivienda quedó hundida, no pudo rescatar nada y ahora debe buscar donde vivir “lo hemos perdido todo, pero tenemos lo más valioso que es la vida estamos agradecidas con Dios, esto es un milagro”, reflexionó.

Dijo que la situación de Tegucigalpa es preocupante y alarmante porque no solo está complicado para ellos, sino para muchos barrios y colonias “otro problema que tenemos que las autoridades no están atendiendo los problemas históricos y tampoco están reaccionando oportunamente a las problemas que son emergencias y esto no es nuevo para ellos”. 

Santos Aguilera

Ciudad sin oportunidades

Santos Aguilera (40), trabaja desde los 10 años la albañilería, externó que desde que tiene uso de razón, no ha logrado ver avances significativos en la ciudad, incluso cree que las acciones de las autoridades frente a los multitudinarios problemas ha sido siempre erróneo, porque muchas de las necesidades son ahora más grandes, por la no atención desde quienes toman decisiones.

“Vivimos en una ciudad a la mano de Dios, no sabemos que vamos a comer o amanecer mañana, aquí sobran las promesas, nada se cumple y en estos momentos difícil, esperamos que Dios toque los corazones de las autoridades, este es un municipio que debería tener mejor condición de vida, más desarrollo y oportunidades, necesitamos soluciones”, imploró.  

Sin atención de prioridades

Gonzalo Banegas (63), es del criterio que el poco avance que se ha visto en la ciudad no ha sido en este año, sino años atrás, ahora pareciera que no hay alcalde, el centro de la ciudad está descuidado, no hay obras, esta debería ser una zona segura para los turistas, todos queremos que la ciudad salga adelante, pero estamos atrasados y no se ve voluntad política.

“De aquí salen muchos profesionales de las universidades, pero no tienen donde trabajar y ese debería ser un tema prioritario no solo para la alcaldía municipal, sino para el gobierno central, se hicieron obras de infraestructura, está bien pero ahora la inversión de recursos tendrían que estar enfocada educación, seguridad, salud y generación de empleo” agregó Banegas.

Crisis sin respuestas

La ciudad es un desastre, asegura Santiago Girón (60), “está descuidada y no hay esperanza de quererla rescatar, los hondureños votaron por un cambio y eso no se está viendo, la agenda está dirigida a temas políticos que únicamente les interesa a ellos, pero respuesta a la crisis en que estamos, no hay, eso solo demuestra que no tienen capacidad para gobernar”.

Girón expuso que resulta incomprensible que habiendo tantas vulnerabilidad en la ciudad, haya tanta indiferencia de parte de los gobiernos y mientras sigan enfocados en sus intereses personales, nosotros seguiremos pagando el alto costo de la canasta básica, todo está caro, con los salarios incompetentes y de la delincuencia ni digamos, ahí perdimos todo tipo de esperanza.

La corrupción

Filomeno Ordoñez (60) laboró como técnico en salud y ahora está jubilado, dijo a Proceso Digital que el sistema económico fracasó, pero que ahora con nuevas autoridades las cosas pueden cambiar, pero se tiene que tener mucha paciencia porque la reconstrucción de la ciudad y del país no será una tarea fácil, pero se tienen muchas expectativas con el nuevo gobierno.

A su juicio, la ciudad no alcanza los niveles de desarrollo que todos desean y espera que las autoridades reaccionen aunque sabemos que quienes gobernaban antes, dejaron las cosas complicadas, la corrupción sigue siendo el más grande problema y mientras no se erradique, difícilmente se podrá avanzar, por lo menos ahora se ve más dinamismo de las autoridades.

 Breve historia de la ciudad

Así acontecen los días en el Distrito Central, con largas filas de 600 mil vehículos que provocan el desastre vial, la inseguridad es otro lastre y verdugo, pues unas 300 personas fueron asesinadas este 2022, además de ser el municipio más violento del país, de acuerdo a los datos de la Policía Nacional. Además, la ciudad es el epicentro de decenas de protestas de personas exigiendo justicia, salarios y respeto a derechos humanos, entre otros. 

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la capital tiene una extensión territorial de unos 1,514 kilómetros cuadrados, cuenta con 43 aldeas y 538 caseríos. Su fundación data desde 1578 bajo el nombre de Real Villa de San Miguel de Tegucigalpa de Heredia y alcanzó el rango de ciudad en 1821,  su primer alcalde fue Juan de la Cueva y el actual es Jorge Aldana.

En sus inicios la actividad de sobrevivencia de sus pobladores fue la minería, específicamente por la riqueza de minerales para el oro y la plata, diligencia que prevaleció por decenas de años pero, sin embargo no quedó rastro alguno del génesis de esa comunidad, sus primeros poblanos, según registros oficiales, fueron 100 españoles y criollos, 800 negros y 54 indios.

Es considerada la ciudad más importante de la nación y por ende entre las más desarrolladas, pero su crecimiento poblacional, la convirtieron en el rostro de la inestabilidad social debido a sus excelsos problemas desatendidos históricamente en más 900 barrios y colonias, en los que al menos, el 40% de estos y estas, se localizan en zonas altamente riesgosas y vulnerables.