Tegucigalpa – Este domingo 29 de septiembre, Tegucigalpa -capital de Honduras- arriba a sus 441 años de fundación con un notable crecimiento en obras de infraestructura, pero a la par una terrible deuda en la parte humana de sus pobladores que por estos tiempos resienten la falta de agua, obras de mitigación y suficientes empleos.
– Más de 1.3 millones de personas habitan la capital del país que la componen Tegucigalpa y Comayagüela.
El crecimiento desordenado de la ciudad, más los efectos del cambio climático convierten a la urbe en una de las más vulnerables del continente, donde la sequía suele ser “dramática” y las inundaciones “devastadoras”, dos extremos que se repiten en los últimos años.
Según proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019, el Distrito Central cuenta con una población de un millón 259 mil 646 personas.
El área administrativa del Distrito Central lo forman un sector urbano denominado el área metropolitana de Tegucigalpa y Comayagüela, el cual está divido en 892 barrios y colonias, así como también un sector rural que posee 41 aldeas y 293 caseríos.
Tegucigalpa ha evolucionado en su historia de ser un pueblo minero Real Villa de San Miguel de Arcángel, a tener el título de ciudad y por último capital de Honduras.
En sus 441 años de historia no quedan rasgos de lo que fue en su día un pueblo minero, sino que se ha ido transformando en una urbe modernizada por sus recientes obras de infraestructura que brindan una apariencia de renovación.
Construcciones de pasos aéreos, puentes a desnivel, túneles y rotondas han sido las apuestas de la actual corporación municipal del Distrito Central con el afán de modernizar la capital y en especial descongestionar el tránsito diario de miles de vehículos que sigue siendo uno de los principales dolores de cabeza de sus pobladores.
Igualmente el sector privado ha aportado con la construcción de modernas torres, donde se combinan espacios de oficinas, apartamentos y locales comerciales.
Los ciudadanos de la capital hondureña incluso bromean al afirmar que solo parpadean y de repente se visualiza otra torre en el horizonte de transitados bulevares atestados por el pesado tráfico y el bullicio de una ciudad arropada de agrestes montañas.