Washington.- El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó hoy con declarar una emergencia nacional para ordenar la construcción de un muro fronterizo con México sin la necesidad de la aprobación de fondos por parte del Congreso.


«Lo puedo hacer si quiero», dijo Trump en una rueda de prensa al ser preguntado sobre esa posibilidad para empezar a construir el muro sin el visto bueno del Congreso, debido a la negativa de los demócratas a aprobar su financiación.

El mandatario hizo esta afirmación a los periodistas en la Casa Blanca después de reunirse con los líderes demócratas del Congreso para tratar el cierre parcial de la Administración, que dura ya dos semanas y que mantiene una cuarta parte del Gobierno paralizado.

«Podemos declarar una emergencia nacional y construirlo muy rápidamente. (…) No lo he hecho, pero quizás lo haga. Pero si podemos hacerlo a través de una negociación, lo vamos a intentar», argumentó Trump.

Durante su intervención, el mandatario sopesó la idea de construir una «poderosa estructura de metal» como alternativa a un muro de hormigón, aunque no dio más detalles al respecto.

«Hemos explicado que lo que necesitamos son 5.600 millones de dólares. Estamos hablando de seguridad nacional, no es un juego. (…) No vamos a abrir el Gobierno hasta que este problema esté resuelto», insistió.

La Administración está parcialmente cerrada desde el pasado 22 de diciembre debido a que la negociación entre republicanos y demócratas en el Congreso se bloqueó por la exigencia de Trump de que el proyecto de presupuestos incluya una partida de más de 5.000 millones de dólares para financiar el muro fronterizo.

La actitud inamovible de Trump respecto a la construcción del muro, que fue una de sus promesas electorales estrella, y la negativa continua por parte de los demócratas para pactar sobre esta cuestión, ha llevado al Gobierno a estar parcialmente cerrado 14 días.

La parálisis administrativa afecta a agencias de diez departamentos del Ejecutivo, incluyendo Transporte y Justicia; así como a decenas de parques nacionales, que suelen ser una gran atracción turística.

Además, perjudica a unos 800.000 de los 2,1 millones de trabajadores federales, que no cobrarán mientras permanezca cerrado el Gobierno y están a expensas de la aprobación de un nuevo presupuesto.