Estudiantes latinos beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) sostienen carteles a favor del proyecto Dream Act durante una manifestación convocada el jueves 2 de noviembre de 2017, por el grupo United We Dream en el parque Lafayette, frente a la Casa Blanca en Washington (DC, EE.UU.). EFE/Lenin Nolly/Archivo

Miami – A falta de cuatro días de que se celebre en el Tribunal Supremo la audiencia por la rescisión del programa Acción Diferida para los llegados en la infancia (DACA), un estudio de la Universidad de Harvard demuestra las consecuencias positivas que ha tenido en algunos de sus más de 800.000 beneficiarios.

Este programa, que protege de la deportación y permite trabajar a jóvenes indocumentados llegados al país de niños junto a sus familias, se puso en marcha en 2012 durante la Presidencia de Barack Obama.

Hace dos años la administración del presidente Donald Trump anunció su intención de anularlo, argumentando que Obama hizo un uso inconstitucional de su poder de emitir decretos.

Después de que varios tribunales desestimaron esta demanda, el caso llega a la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde el próximo martes se verá en una audiencia.

El estudio ha seguido la trayectoria de 408 beneficiarios del programa en seis diferentes estados durante los últimos siete años y demuestra que «sirve como vehículo para la progresión social».

Es decir, los participantes aprovechan las oportunidades laborales y educacionales para comenzar una carrera y avanzar en sus respectivos trabajos, lo que resulta en una mejoría de su calidad de vida.

El principal investigador del estudio, Roberto G. Gonzales, advierte de que poner fin a esta medida podría revertir «el increíble progreso que se ha conseguido en los últimos años».

Este es el caso de dos centenares de «dreamers» (soñadores) que hace doce días iniciaron una marcha de 229 millas (370 kilómetros) desde Nueva York hasta las escaleras del Tribunal Supremo de Washington para reivindicar el DACA.

Estos jóvenes llegaron a los Estados Unidos hace años y a través del programa consiguieron visados de trabajo de dos años renovables y protección ante la posibilidad de ser deportados.

«Los beneficiarios se han asentado en nuevos vecindarios, han mejorado su situación económica», añade Gonzales, que también asegura que «están en una mejor posición para mantener a sus padres y otros miembros de su familia».

Además, los investigadores también descubrieron que este colectivo presenta un estado más saludable, con menos ansiedad y una mayor sensación de seguridad y pertenencia al país.

No obstante, la aplicación del programa DACA es solo «una solución parcial» y es «necesaria una reforma de la política migratoria» para resolver gran parte de los problemas que sufren los beneficiarios de este programa, dice el estudio.

Favorecer el acceso a las oportunidades educativas o reforzar el trabajo y las trayectorias laborales son algunas de las recomendaciones que ofrece este estudio a los legisladores para solventar esta situación.