Las Rozas (Madrid) – Nadie ha dado tantos pases, con 911 completos, y nada más Italia ha propuesto tantos remates, 27, en esta Eurocopa como la selección española en su duelo ante Suiza, aunque, entre esos datos y la euforia de una victoria tan agónica, despertó dudas que creía solucionadas mientras asoma ya Italia.

En su presión, menos afinada; en su ataque, sin tanta efectividad como demostró en sus dos compromisos más recientes, pero también sin tanto desborde, verticalidad e imaginación como se destapó ante Croacia; en su carácter, menos rotundo que en los octavos de final; y en su defensa, con el error del 1-1 como exponente indiscutible.

Todo confluyó en una tarde más que discreta, de la que salió vencedor porque sí acertó a la primera ocasión, cuando Jordi Alba se alió con un rebote para dar una ventaja velocísima a España, que, sin embargo, destinó a la selección española a un ejercicio preocupante, sin tanta claridad y determinación como se presuponía, empatado y superado por momentos por un adversario de buen aspecto.

«Desde el 1-0 fue peligroso. No generamos todo lo que pensamos y el rival hizo transiciones. Es un equipo muy trabajado. Desde la expulsión el partido cambia completamente, somos capaces de dominar, controlar el juego, generar muchas ocasiones de gol…», admitió Luis Enrique Martínez, que enfocó más al mérito de su rival que al demérito de su equipo, aunque está claro que rebajó su nivel.

Ni siquiera lo oculta la cantidad de pases que entregó, 911. Es un dato inigualable en esta edición de la Eurocopa; muy por encima de la media del torneo en el global de todos los equipos, que se queda en menos de la mitad: 435.04, según las estadísticas oficiales de la UEFA. También son 140 más de la media de la propia España en este torneo, que son 771.2 conexiones con éxito entre sus jugadores.

No le bastó, porque España no fue ni tan resolutiva en los metros finales ni tan rápida en la transición, con la influencia indudable que también tiene un contrincante como Suiza, que recuperó 59 balones, que ganó 21 duelos, que bloqueó nueve lanzamientos de España y que hizo 22 despejes para contener la propuesta española.

3 tiros en el primer tiempo, 7 el segundo… Y 17 en la prórroga

Entre tantos pases, España sólo se sintió superior a raíz de la expulsión de Freuler, cuando de verdad sí creó oportunidades y perdonó el 2-1. Ahí disparó su cifra hasta los 27 tiros, pero hay un matiz concluyente sobre tal situación: al primer tiempo corresponden tres -sólo uno entre los tres palos-, al segundo siete -nada más uno al marco- y a la prórroga 17, ocho con exigencias para Yann Sommer.

Tanta cantidad de remates, diez dirección a la portería -con la misma cifra marcó cinco goles a Croacia y con uno menos le marcó cinco tantos a Eslovaquia-, rememoró el pulso que ya parecía ganado de España frente a la eficacia en ataque. Especialmente visible fue, en este caso, en Gerard Moreno: tiró tres veces a portería y tres fuera. No enlazó ninguna de ellas, alguna clara, con el buscado gol.

«Merecimos no llegar a los penaltis. Sommer ha estado espectacular», argumentó Luis Enrique, aunque España sólo se hizo acreedor de la victoria antes de la decisiva tanda en la prórroga, ya en superioridad numérica, cuando creó una cantidad de ocasiones más fiel a sus números; a su media de 19 remates por encuentro.

Tampoco fue tan fiable España en la presión alta, el mecanismo que más agranda a un equipo con tanto sello de Luis Enrique. Las mejores versiones de la selección corresponden cuando su voracidad por robar la pelota coincide con su inteligencia para ese ejercicio y sobre todo con su rigor para ocupar los espacios en cada momento.

Porque su presión tan enfilada también puede ser origen de desequilibrio entre sus líneas, en cuanto un equipo encuentra esa grieta en su estructura, como hizo unas cuantas veces Xherdan Saqiri para promover la agitación y la inquietud en el equipo español, al que apenas le hacen remates, pero con una amenaza siempre latente.

Cada dos remates, un gol en contra

De los diez disparos que han hecho sus adversarios sobre la portería española a lo largo de toda la Eurocopa (2 de Polonia, 6 de Croacia y 2 de Suiza), ha encajado una cantidad relevante de tantos: cinco. Es decir, cada dos remates en contra recibe un gol, directamente relacionado (o no) con los vaivenes que exhibe su zaga.

En las dos combinaciones diferentes del técnico en esta Eurocopa (Aymeric Laporte-Pau Torres y Eric García-Aymeric Laporte; Diego Llorente, el otro central natural, aún no se ha estrenado), ninguna de ellas ha consolidado la seguridad que pretende España, sobre todo porque, aunque la llegan poco, siempre surge alguna circunstancia o fallo que despierta una señal de fragilidad que otras veces no se percibe, entre otros asuntos por el dominio que maneja del balón.

La salida de pelota es una cuestión fundamental para Luis Enrique en su zaga, que primero apostó por los dos centrales zurdos, con Laporte por el perfil derecho, donde se desenvuelve visiblemente peor (los ejemplos son los partidos contra Suecia, Polonia y Suiza, cuando partió desde ese puesto), y luego trasladó a Laporte a la izquierda y alineó a Eric García en la derecha (ante Eslovaquia y Croacia). Frente a Suiza, el gol rival fue un error de Laporte o de los dos, según las posibles interpretaciones de la jugada.

«Es falso que los penaltis sean una lotería»

Todo derivó en la tanda de penaltis. «Es falso que sea una lotería», advierte Luis Enrique, cuyo equipo no ha parado de practicar tal destreza desde el inicio de la concentración. España había fallado sus últimas cinco penas máximas antes de la tanda -seis con la que erró Sergio Busquets en el primer lanzamiento-.

«Viví la tanda de penaltis muy tranquilo porque no dependía de mí. Una vez que los jugadores han decidido quién los tiraba y la confianza que teníamos en Unai, solo era aceptar que lo que tuviese que ser que fuera», insistió el técnico. Fallaron Sergio Busquets y Rodrigo Hernández, que entró el terreno de juego a falta de un minuto precisamente para lanzar la pena máxima…

Y surgió Unai Simón. Los números no lo describen como un especialista (uno parado de seis esta campaña en la Liga con el Athletic Club), aunque se reveló como tal con la selección, con mucho trabajo detrás, con un estudio exhaustivo. «El entrenador de porteros lo prepara, todos lo hacemos, los porteros analizamos a los jugadores y había visto los penaltis recopilados. Sabía por donde tiraban y los lados que tenían tendencia», expresó el guardameta. «Me sirvió para ir convencido a un lado», explicó.

También hay insistencia con los lanzadores en los entrenamientos. Y psicología para abordar situaciones tan estresantes. «Les transmití que se relajaran, pensaran en lo que les había dicho el psicólogo para gestionar la tensión y que disfrutarán del momento, aunque fuese de máxima tensión», explicó Luis Enrique.

Mikel Oyarzábal, un especialista, transformó el penalti de la victoria. «Por el camino se te pasan muchas cosas por la cabeza y encima el balón estaba lejos», dijo el atacante, que también transformó el penalti del triunfo en la final de la Copa del Rey ante el Athletic el pasado abril, entonces con Unai Simón enfrente. Ahora son los dos nombres que más retumban en la tanda que clasificó para semifinales a España, que ambiciona más. No se conforma aún.

La revancha de Italia

Ya aguarda Italia, la selección que más impacto ha tenido hasta ahora en la Eurocopa 2020, la única que lo ha ganado todo, con cinco victorias en otros tantos encuentros: 0-3 a Turquía, 3-0 a Suiza, 1-0 a Gales, 2-1 a Austria y 1-2 a Bélgica. Ha marcado un gol menos que España, 11 a 12, pero también ha recibido tres menos que ella.

Italia, a la vez, es la que más disparos ha hecho en toda la Eurocopa, con 101, seis más que la selección española. Cada 2.3 remates entre los tres palos marca gol el equipo de Roberto Mancini, que despierta desde cualquier perspectiva la sensación de revancha de Italia a España y viceversa, dependiendo del instante que se mire en el recorrido de enfrentamientos recientes entre ambos conjuntos.

Su último duelo en la Eurocopa eliminó a España, en Francia 2016, en octavos de final, cuando la entonces vigente campeona de Europa fue apagada de pronto en el estadio Saint Denis de París por el conjunto italiano, mejor de principio a fin. La derrota fue por 2-0.

Era la vigente -y doble- campeona del continente porque cuatro años antes había sido la vencedora en la cita de Ucrania y Polonia 2012 con una victoria incontestable en la final frente a Italia, a la que doblegó por 4-0 en Kiev, y porque ocho antes la había eliminado en cuartos de final, con Iker Casillas al frente del día que España terminó de golpe con la frustración de los cuartos de final, rumbo a un éxito por el que también compite una nueva generación liderada por Sergio Busquets, campeón de todo. (ag)