En la imagen, la investigadora española Lorena Sánchez Felipe en unas declaracaiones a EFE . EFE/ Leo Rodríguez

Lovaina (Bélgica) – Una sola dosis de la vacuna contra la Covid-19 desarrollada por el Instituto Rega de la Universidad de Lovaina, basada en la vacuna de la fiebre amarilla, podría proteger de por vida, según explican a Efe el jefe del centro, Johan Neyts, y la investigadora española Lorena Sánchez Felipe.

Además de la prometedora vacuna, el equipo trata de dar con tratamientos efectivos contra el SARS-Cov-2 y otros virus.

Sánchez Felipe y Neyts reciben a Efe en la entrada de un moderno edificio que alberga un laboratorio automatizado único en su género donde, como «buscando una aguja en un pajar», en los últimos meses han sido analizadas 1,7 millones de sustancias para comprobar si reducen la proliferación del coronavirus.

ÚNICA ESPAÑOLA EN EL EQUIPO

«Llevo trabajando aquí cuatro años (…) en el grupo de vacunas. Mi labor principal es el diseño, el descubrimiento de nuevas vacunas. Me ocupo de toda la parte de biología molecular relacionada con ellas», dice la científica, que estudió Biología y Bioquímica en Salamanca antes de hacer un postdoctorado en el Albany Medical Center (Nueva York), donde pasó tres años y medio investigando el virus de la Hepatitis C.

La investigadora explica que ha estado activamente involucrada en el diseño de la vacuna contra el coronavirus del Instituto Rega.

«Desde el momento en que empezamos a trabajar hice rápidamente los diseños basados en el conocimiento que ya teníamos de otras vacunas», en particular la de la fiebre amarilla, señala.

«Hemos hecho un esfuerzo increíble. Nos hemos unido varios equipos trabajando en diferentes partes que eran necesarias para tratar de crear la vacuna lo antes posible», explica la experta.

Asegura que todos ellos llevan «prácticamente trabajando día y noche, de lunes a domingo, desde que empezó».

Los devastadores efectos del virus han hecho que «si de normal ya tienes motivación, ahora la motivación es aún mayor para sacar algo que pueda parar esto», añade.

El equipo del Instituto Rega confía en que la vacuna sea autorizada en 2022, después de las pruebas llevadas a cabo en hámsters, que han arrojado muy buenos resultados y que deben ser completadas con los ensayos en humanos.

UNA VACUNA DE DOBLE PROTECCIÓN: CONTRA EL CORONAVIRUS Y LA FIEBRE AMARILLA

La nueva técnica que utiliza este equipo de investigadores consiste en usar el código genético del virus de la vacuna contra la fiebre amarilla a modo de vector (portador) de la proteína de la espina del Covid-19 para lograr una respuesta protectora «eficiente» contra ambos virus al mismo tiempo, explica Neyts a EFE.

El motivo por el que se ha recurrido a la vacuna de la fiebre amarilla, añade, es que «tiene 82 años, ha sido utilizada en 800 millones de personas, sobre todo en regiones endémicas (…) y una sola dosis actúa rápidamente, facilitando una protección duradera».

Esa potencial vacuna es la mayor apuesta del Instituto en este momento, que comenzó a desarrollarla a principios de 2020, después de que equipos de China y Australia publicaran en internet el código genético del virus.

«Dos semanas más tarde empezamos a diseñarla», explica el experto belga.

«Hemos visto que en hámsters nuestra vacuna es muy efectiva, una sola dosis los protege completamente en solo diez días contra la infección de SARS-Cov-2», añade.

Frente a las dos vacunas que están ya autorizadas en la Unión Europea, la de Pfizer/BionTech y Moderna, «la ventaja de nuestra vacuna es que también ayuda en lugares donde la fiebre amarilla es endémica, como Latinoamérica y África, eso puede ser un bonus».

Además, se puede guardar a 5 grados, «muy posiblemente tendrá una protección a largo plazo» y protegerá también contra la fiebre amarilla.

Tras los estudios en animales, está previsto que los ensayos en humanos comiencen el próximo otoño.

«Puede parecer tarde comparado con Pfizer y otras pero somos un equipo más pequeño, con otro presupuesto», añade Neyts, y precisa que si todo va bien, confían en que la vacuna reciba una autorización en 2022.

El laboratorio opera ahora con la empresa holandesa Batavia Biosciences para fabricar la vacuna en grandes cantidades y poder llevar a cabo los ensayos en voluntarios.

«Somos un pequeño laboratorio académico, no podemos producir una vacuna en la cantidad que se necesita para llevar a cabo los ensayos clínicos, estamos trabajando con una compañía de Holanda, que está produciendo la vacuna para esas pruebas», explica por su parte Sánchez Felipe.

Los destinatarios podrán ser tanto la población de Europa y Estados Unidos a la que ya se haya administrado otra vacuna antes y tenga que volver a ser vacunada, como «los países donde la fiebre amarilla es endémica o en Asia, donde el mosquito que la transmite también se encuentra en algunas zonas y podría crear epidemias», señala Neyts.

ANTIVIRALES

Tanto Sánchez Felipe como Neyts insisten en que para combatir el SARS-COV-2 hacen falta dos tipos de armas: la vacuna y los medicamentos antivirales.

«Es importante tener algún medicamento para poder usar porque la vacunas tardan un tiempo. Aquí cubrimos ambos aspectos», dice ella.

A diferencia de otros virus como el VIH o la Hepatitis B o C «no tenemos medicamentos contra el SARS-Cov-2» señala el profesor Neyts, que subraya la necesidad no solo de trabajar en ese ámbito ahora sino de prepararse con vistas a la emergencia de nuevos virus en el futuro.

«Imaginemos que en las primeras semanas en China hubiéramos tenido medicamentos (…) se podría haber tratado al personal médico, las familias, los contactos, y posiblemente eso hubiera podido ayudar a controlar el brote y dar tiempo para controlar la propagación», opina este experto.

Considera que lo ocurrido durante la pandemia debe servir al mundo de «lección para el futuro».

«Hay que dar con medicamentos para el coronavirus pero también para otros virus», dice el virólogo, que no cree que el Covid-19 pueda llegar a erradicarse sino que «posiblemente lo atenuaremos y se quedará como una especie del virus de la gripe que vemos en invierno».

«Se invierte miles de millones de dólares y euros en Defensa (…) y no estamos protegidos contra el virus, esto no costaría nada en comparación, es la lección. Debemos estar preparados para lo inesperado, desarrollar medicamentos tarda años», concluye el profesor.