San Antonio de Prado (Colombia) – En «El Descanso», una finca escondida entre las montañas del departamento colombiano de Antioquia, Diana García Lopera levantó un paraíso dedicado a la conservación de orquídeas en el que alberga varios tesoros y que tiene como propósito «democratizar» esas exuberantes plantas.
Unas 7.000 orquídeas reciben cuidados en una especie de invernadero que paulatinamente su dueña ha ido adecuando en el favorable clima de San Antonio de Prado, un corregimiento a una hora de la ciudad colombiana Medellín que tiene como atractivos sus paisajes y la labor campesina.
Lo que inició como un pasatiempo familiar se transformó en un culto a una bellísima flor, reflejado en los 700 metros cuadrados que destinaron como área de cultivo, espacio donde son reproducidas especies como Cattleya, Stanhopea jenischiana, Stelis y Phragmipedium caudatum, entre otras.
«Mi mamá toda la vida tuvo orquídeas, le gustaban las flores como buena antioqueña», contó García a Efe sobre la pasión que finalmente heredó: «cuando ella se fue (murió), me empecé a interesar, descubrí la dimensión de ese mundo y empecé a estudiarlo».
Siete años de trabajo duro, capacitaciones y recopilación de especies le dieron vida a «Orquídeas Libia», que empezó como un homenaje a su mamá, se convirtió en un lugar de conservación y ahora toma la forma de agroempresa.
«Intenté propiciar un ambiente lo más cercano posible al natural para las orquídeas», explicó la colombiana, quien ha logrado reunir más de 500 especies y adecuó un laboratorio para crear «un cultivo in vitro con el objetivo de conservar, reproducir y, en un momento, repoblar bosques con especies que están en peligro de extinción».
Colombia ha sido considerado el país con mayor número de especies de orquídeas en el mundo, con un total de 4.270 registradas, de las cuales 1.572 son endémicas.
La cultivadora, de 53 años, halló un aliado para aterrizar parte de sus sueños en el Proyecto de Desarrollo Agroempresarial de la Alcaldía de Medellín, que través de un convenio con la Corporación Interactuar ha capacitado a 232 campesinos con la idea de transformar sus fincas en unidades productivas.
Para «Orquídeas Libia», la asesoría con expertos significó elevar su perfil al mejorar aspectos que estaban descuidados como los registros de las fertilizaciones, de los insumos y de trazabilidad.
«Llegaron a ordenarnos», comentó la ahora empresaria y miembro de la Sociedad Colombiana de Orquideología.
«Ellos me iluminaron. Me hicieron ver la riqueza que tenemos en variedad y cantidad, y me mostraron la posibilidad comercial que tiene mi cultivo», subrayó García.
Con los arreglos en la finca, ubicada en la vereda Montañita, pudo sumarle al invernadero y al laboratorio un área de siembra y un área de empaque, luego de encontrar canales de distribución para sus plantas, que tuvieron una buena respuesta en la primera venta.
Dentro del proceso de cambio, a García le hace más ilusión, además de la instalación de un sistema de riego que optimizará su tiempo, el montaje de una «guardería» donde empezarán a crecer las plantas que saldrán del laboratorio.
«Sueño con que todo el mundo pueda tener una orquídea en su casa y la disfrute. Quiero democratizarlas y trabajar en su conservación», apostilló la agroempresaria.
El subsecretario de desarrollo rural de Medellín, Juan Alberto Vásquez, señaló a Efe que productores de los corregimientos de San Antonio de Prado, San Cristóbal, San Sebastián de Palmitas y Santa Elena han sido acompañados con talleres y asesorías personalizadas para mejorar la productividad de sus territorios.
«El sector campesino que está en la ruralidad de Medellín es muy importante. En sus manos está toda producción agrícola cercana a la ciudad y el área colchón ambiental, donde están las reservas naturales», sostuvo.
Para la directora de Inversionistas Sociales de Interactuar, Patricia Fuel, tener a «un pool de profesionales» entendiendo cada finca y su contexto trajo cambios significativos en los campesinos, que empiezan a verse como agroempresario.
«Transforman su mentalidad. Sienten confianza en sí mismo, creen que lo pueden lograr y se visualizan en grande», apuntó Fuel sobre el impacto del proyecto, que entrega incentivos económicos y enseña a apreciar el conocimiento como una «herramienta de crecimiento».