Buenos Aires – Una muestra itinerante profundiza en la vida de Jorge Mario Bergoglio antes de convertirse en el papa Francisco para que, quien la visite, extraiga una imagen «humanizada» del sumo pontífice, más allá de los «prejuicios» con los que el mundo afronta su figura.
«Gestos y palabras» es la exposición que recorre varios puntos de Argentina mientras el país de nacimiento del papa espera una primera visita de Francisco a su tierra que todavía no se ha producido pero que algunas voces apuntan como próxima a confirmarse.
«Nosotros esperamos que esta muestra ayude a descubrir la humanidad del papa en el sentido de comprenderlo», dice a Efe uno de los tres curadores de la exposición, el argentino Horacio Morel.
La exhibición, que estuvo en Buenos Aires y en los próximos meses visitará otras ciudades del territorio argentino, abarca el papel de Bergoglio en su tiempo en la capital, desde su juventud hasta que partió hacia Roma para, sin saberlo, no volver.
Sus comienzos jesuitas y la formación de su ideología en defensa de los pobres, que es una de las banderas de su papado.
Su papel en el país austral durante los años del peronismo y qué hizo en la última dictadura argentina (1976-1983), cuando ayudó a escapar a perseguidos políticos incluso de manera arriesgada.
Todo eso está en los paneles explicativos ilustrados que componen «Gestos y Palabras».
Cuenta Morel que, en una ocasión, Bergoglio fue hasta la frontera con Brasil y, como el hombre que iba a exiliarse era parecido a él, le dio su pasaporte y su sotana.
Si en el resto del mundo las acciones del papa son examinadas con lupa, en el país de origen de Francisco la división es palpable.
En la actualidad, las críticas proceden de sectores de la derecha que consideran su ideología como cercana al peronismo de izquierdas.
Tal es así que la gran pregunta sin responder es por qué el santo padre, que ha viajado a decenas de naciones, incluso a vecinas como Chile y Brasil, todavía no ha visitado Argentina -los primeros años de su papado fueron durante el mandato kirchnerista y a partir de 2016, en la gestión del actual presidente, Mauricio Macri-.
«Yo creo que va a venir pase lo que pase en octubre», pronostica Morel, entre los rumores sobre su vuelta.
El curador se refiere a las elecciones presidenciales del 27 de octubre, cuando Macri, de quien se considera que Francisco es distante, se enfrentará a la candidatura kirchnerista de Alberto Fernández y la exmandataria Cristina Fernández (2007-2015).
Al existir tantas vertientes en las opiniones sobre Francisco, Morel indica que la exposición supone un camino «del prejuicio al conocimiento», tal y como cuando se inauguró en Rímini (Italia) el año pasado.
Una de las intenciones de sus curadores -Alejandro Bonet y Débora Ramos son los otros dos- era mostrar que él es «el mismo» que era durante sus años en Buenos Aires: en dos fotos, Bergoglio entre sonrisas con unos niños en un barrio humilde de Buenos Aires y al lado Francisco entre sonrisas con unos niños en Laos.
«Todo lo que ahora está regalándole al mundo y a la iglesia universal fue algo que se gestó justamente en estos años de formación y de madurez en Argentina», considera Morel.
Los puntos clave que conducen al Francisco de hoy se hilan mediante el pensamiento filosófico del religioso, la llamada de la vocación y su pasión por la lectura: como maestro de escuela, en 1965, hizo que sus alumnos escribieran un libro de cuentos y el prólogo de esa publicación es de Jorge Luis Borges.
Junto a todo ello, la exposición reserva un lugar especial para la dedicación a los pobres por parte del cura que salió del porteño barrio de Flores y que en Buenos Aires visitaba las llamadas villas miseria para, según las citas de dos párrocos que aparecen en la exposición, «llenar sus pulmones de oxígeno» para guiar la Iglesia.
«Teníamos la sensación de que era poco conocido o malinterpretado. No tenemos la intención de explicarlo ni de defenderlo, sino solo presentarlo», sentencia Morel.