Miami – Carin Luna-Ostaseski, una cubano-estadounidense nacida en Miami, desafío el machismo y los estereotipos para meterse en el mundo del whisky escocés y ahora celebra los diez años de su propia marca con iniciativas para ayudar a otras mujeres en un proceso que sabe muy complicado.

Nacida Carin Castillo, la creadora y dueña de SIA Scotch Whisky, que se produce y envasa en Escocia y se vende por ahora solo en Estados Unidos, contó en una entrevista con EFE cómo entró en un mundo en el que hace diez años no abundaban las mujeres y menos las latinas.

Ahora el género femenino está más presente y la igualdad se nota también en los consumidores de esa bebida alcohólica que en su juventud Carin creía solo para hombres mayores y suponía de un sabor poco agradable.

“Un 47 % de los consumidores de whisky ahora son mujeres, estamos ya cerca de ser la mitad”, dice esta diseñadora gráfica que reside actualmente en Napa (California) y trabajó 17 años como directora creativa de marketing para grandes empresas.

Asociaciones como Women’s Cocktail Collective o Women of the Vine and Spirits, a las que Carin Luna-Ostaseski pertenece, muestran que la diversidad ha llegado al negocio de las bebidas alcohólicas en EE.UU.

Carin es la única productora de whisky en la primera de esas asociaciones, pero hay otras latinas como Catalina Bentz, la primera mujer chilena en tener su propia compañía de pisco (Catan Pisco).

También está Mara Smith, cuya marca Inspiro Tequila se caracteriza por contar con mujeres en todo el proceso de producción, incluida la conocida maestra destiladora Ana María Romero Mena.

UN LEGADO HECHO DE MALTAS Y DE VAINILLA

“No fue algo que yo estuviera buscando”, dice Carin sobre su entrada en el negocio de las bebidas alcohólicas.

Antes tuvo que vencer su rechazó al whisky, porque en esa época a ella y sus amigas les gustaban los cócteles como “cosmopolitan”, que era el favorito de los personajes de la serie “Sex and the City”.

“Un día un amigo me invitó a probar unos cuantos tipos de whisky escocés (…) y me di cuenta que había una mezcla para todo el mundo”, recuerda.

Estuvo investigando y quedó fascinada con las historias de los maestros mezcladores y los barriles en los que ponían su mezcla a madurar durante 20 años con la idea de que quizás no llegarían a probarla nunca y ese iba a ser su legado.

“En esa época ya estaba mirando mi pantalla de computadora casi 12 horas al día y me pregunté: ‘¿Cuál será mi legado’?”, dice.

Buscando respuesta a su pregunta le gustó la idea de que el whisky escocés es, “más que algo para salir de fiesta, una manera de tomar el tiempo y tener un momento conectado” no a la computadora o al teléfono.

Para hacer su mezcla contó con la asesoría de expertos mezcladores de marcas muy conocidas, incluida una mujer escocesa, Emma Walker, y asistió a muchas catas, pero al final la hizo mezclando ella misma los “single malts” (whisky puro) que más le gustaron de los 300 que llegó a probar y que tenía en su cocina.

Carín no quería que supiera tanto a “humo”, quería que se sintieran sabores más “suyos”, como “vainilla, caramelo, cítricos o miel”.

LA HORA DE LA RETRIBUCiÓN

Para sacar adelante su proyecto, recurrió al “crowfunding” y tuvo una respuesta positiva de personas de muy diversas procedencias.

Con ese dinero más los salarios de sus dos trabajos, las tarjetas de crédito y tomando un préstamo sobre su vivienda logró juntar los 200.000 dólares que necesitaba solo para poner en marcha su proyecto.

En 2013, SIA Scoth Whisky, el “legado” de Carin Luna-Ostaseski, destilado, mezclado, madurado y embotellado en Escocia, se había hecho realidad.

En estos diez años el producto de la cubano-estadounidense que entró con el pie derecho en un mundo ajeno ha ganado diversos premios y reconocimientos.

Carin reconoce que su viaje no hubiera sido posible sin la ayuda de los demás, así que con el espíritu de retribuir y hacer que los caminos de los demás sean más fáciles que el suyo, lanzó el Entrepreneurial Spirit Fund de SIA Scotch en julio de 2021.

Hasta la fecha ha donado más de 350.000 dólares en subvenciones de 10.000 dólares para apoyar a quienes también buscan dejar su legado en una bebida.