Río de Janeiro – En Río de Janeiro, una de las ciudades más espectaculares del planeta, la banda sonora ha cambiado. Ha pasado de los ritmos de la samba al sonido de plásticos y cristales meneados por el oleaje, un fenómeno que pone de manifiesto los alarmantes niveles de contaminación de la urbe.
Al pasear por la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, se puede apreciar una melodía que recuerda a un contoneo de campanas, pero, lo que en un principio puede parecer un agradable sonido de la costa de la conocida como «Ciudad Maravillosa», se convierte en una estremecedora imagen al descubrir que el origen de la música es la cantidad de contaminación que se amontona en sus orillas.
Latas de refrescos, bolsas de plástico, tapones, bolsos, ropa y calzado e incluso sofás, bañeras o cajas de detergente son algunos de los objetos que se pueden ver acumulados en la Bahía de Guanabara, una de las zonas más contaminadas de Río, y que, debido al impacto de la basura, recuerda en algunos puntos a un basurero.
Bruna Marques trabaja como asistente administrativa en un edificio en frente de la Bahía de Guanabara y por costumbre en algún descanso del trabajo acude a la orilla para apreciar el visual, que ahora luce contaminado.
«Ya estoy acostumbrada a ver esto muy sucio, es muy triste porque el paisaje es muy bonito pero incluso con la marea alta se puede ver toda la basura que se acumula», explicó a Efe Marques.
Ella apunta que el color del agua está turbia y que ahora los peces «saltan más para respirar en busca de oxígeno» debido a la contaminación del agua.
La polución de Río de Janeiro rompe con la imagen de escenarios paradisíacos y el deterioro ambiental destroza algunas de las postales más icónicas de la ciudad, que en el último lustro recibió un Mundial de fútbol (2014) y los Juegos Olímpicos (2016).
Por su parte, el biólogo y especialista en recuperación de áreas degradadas Mario Moscatelli explicó a Efe que existen dos causas principales para llegar a esta situación: la basura y las aguas fecales, ya que, según apuntó, «de los 54 principales ríos que llegan a la bahía, 47 están muertos debido a los desagües y aguas negras».
Para el biólogo también es clave la falta de políticas y la ausencia de actuación del poder público. «A pesar de los millones de dólares invertidos en proyectos, el saneamiento de la región metropolitana de Río de Janeiro es hasta el día de hoy una utopía», subrayó.
Y aunque la falta de concienciación de la población es crucial para frenar el deterioro ambiental, Moscatelli denunció que «cuando no existe un ejemplo del poder público en cuanto a sus obligaciones no se puede exigir a la población una actitud civilizada».
Las consecuencias de esta contaminación son catastróficas, desde la pérdida de la biodiversidad, hasta daños en actividades económicas, como la pesca y la captura del cangrejo, importantes en la región.
Esto puede causar también riesgo para la salud, ya que los peces que tienen todo su proceso de creación en la bahía y que no van a la región oceánica pueden ser dañinos para la salud para quien los consuma.
Y es que otra de las imágenes más impactantes de esta contaminación es ver como animales como las tortugas, que normalmente se podían ver en la bahía y que atraían a curiosos que las querían ver en su hábitat natural, ahora nadan entre basura y se esfuerzan por respirar entre bolsas de plástico que flotan en la superficie del mar.
«Las autoridades brasileñas piensan como si fuesen exploradores europeos, como si el recurso natural tuviese que ser explotado hasta el agotamiento como en el siglo XVIII», añadió Moscatelli.
En Brasil, la gran mayoría de los ríos presenta algún tipo de contaminación (74,5 %), solo el 6,5 % cuenta con agua de buena calidad y en ninguno de ellos la tiene en óptimas condiciones, según estudio de la Fundación SOS Mata Atlántica.
Asimismo, solo en el país se reparten 1,5 millones de bolsas de plástico por hora y se encuentra solo por detrás de Estados Unidos, China e India como mayor productor mundial de basura plástica.