San José – Una productividad dinámica y eficiente es uno de los principales retos de Centroamérica para avanzar hacia la equidad y reconstruir su economía ante las secuelas causadas por la crisis sanitaria de la covid-19, afirmó en entrevista con Efe el director del Banco Mundial (BM) para la región, Michel Kerf.

Luego de dos años de pandemia, los países de la región enfrentan un largo y lento camino hacia la recuperación, con un retraso en temas de igualdad, finanzas, educación y salud que podría extenderse por décadas y, por lo tanto, es necesario recuperar un crecimiento dinámico, inclusivo y sostenible.

«Ahora es el momento de repensar el crecimiento futuro, de aprender de los éxitos y de las fallas identificadas durante la pandemia y tratar de no estar en una situación similar en 10 años», afirmó el director del BM para Centroamérica y República Dominicana.

Kerf explicó que uno de los principales retos para evitar caer en una desaceleración es aumentar la tasa de crecimiento económico por medio de la productividad y ejecutar políticas que impulsen la innovación, la competencia de mercados, así como eliminar monopolios u oligopolios, las barreras burocráticas, y permitir la movilización de capital de un sector a otro.

«Hay que acelerar la tasa de crecimiento económico y encender el nuevo motor del crecimiento que sería la productividad, pero al mismo tiempo tomar medidas para proteger a los más vulnerables y aumentar sus oportunidades con buenos servicios de infraestructura, de educación y salud que les permita entrar en un marco laboral y tener los beneficios de esta economía dinámica, inclusiva y sostenible», dijo.

El experto de nacionalidad belga agregó que también es necesario «seguir progresando en proteger la economía y la gente contra los choques que van a seguir sucediendo, como la pandemia o los desastres naturales».

AVANCES Y RIESGOS PARA LA ECONOMÍA CENTROAMERICANA

Un informe del Banco Mundial sobre las Perspectivas económicas mundiales indica que en Centroamérica el crecimiento se mantendrá sólido en 2022, en un 4,7 %, debido a la mejora en las perspectivas respecto a la vacunación contra la covid-19 y la entrada firme y continua de remesas.

La estimación de crecimiento para el presente año en Costa Rica se ubica en un 3,5 % y en un 3,2 % para el 2023; en el caso de El Salvador sería de un 4 % y un 2,5 % en 2022 y 2023, respectivamente; en Guatemala de 3,9 % y 3,5 %; en Honduras de 4,4 % y 3,8 %; en Nicaragua de 3 % y 2,5 %; en el caso de Panamá este será el país que se espera más aumente, con un 7,8 % y un 5 %; mientras que República Dominicana se estima que crecerá un 5 % en cada año.

Sin embargo, estos avances podrían verse limitados por diversos riesgos, entre los que se incluyen un aumento abrupto en la cantidad de casos de covid-19, tensiones en el financiamiento y estrés relacionado con la deuda y disrupciones provocadas por acontecimientos meteorológicos extremos y desastres naturales.

En Guatemala la deuda pública ronda el 30 %, pero países como Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica y República Dominicana alcanzan o sobrepasan un 60 %, lo que puede ser percibido por los inversores nacionales y extranjeros como insostenible desde el punto de vista fiscal, afectar a la calificación crediticia de los países y limitar el acceso a los mercados de crédito internacionales.

«Esto obviamente es un peligro importante porque quiere decir que hay escasez de dinero público para mejorar la calidad de servicios para alcanzar los objetivos de un crecimiento más dinámico e inclusivo», dice el experto.

«La receta es fácil de decir y difícil aplicarla: se trata de reducir los gastos que no alcanzan metas importantes de reducción de pobreza o desigualdad y enfocar los gastos en las metas que permitan cumplir los objetivos lo más eficientemente posible», añadió.

Entre otros temas prioritarios para avanzar hacia el desarrollo de los países el director del Banco Mundial para Centroamérica y República Dominicana resaltó la necesidad de reducir el impacto de las emisiones de carbono, invertir inteligentemente en infraestructura y promover la innovación y la tecnología, además de aprovechar aspectos positivos que surgieron durante la crisis sanitaria como la revolución digital.