El joven Elián González. EFE/Adalberto Roque/Archivo

Miami – Hace 20 años el «balserito» Elian González se salvó de morir ahogado con su madre y otros cubanos que querían llegar a Florida, pero quedó en medio de un pulso de fuerza entre el Gobierno de Cuba y los exiliados en Miami, zanjado con un fallo de la justicia estadounidense que posibilitó su regreso a la isla.

«Volvería a defender a un niño indefenso ante una dictadura», dijo a Efe Ramón Saúl Sánchez, uno de los líderes de las protestas con las que los cubanos de Miami trataron infructuosamente de impedir que Elian, que tenía cinco años cuando cruzó el estrecho de la Florida a bordo de una balsa, fuera devuelto a su padre y a Cuba.

«Era un deber ético, no lo hicimos por política ni por ningún otro interés. El que haya pasado por una experiencia como nosotros (los exiliados) sabe que estábamos obligados a defender a ese niño», agrega el líder del Movimiento Democracia.

Frente a la casa en la «Pequeña Habana» donde el niño vivió con un tío materno y otros familiares después de su rescate por unos pescadores en aguas cercanas a Florida el 25 de noviembre de 1999, Sánchez recuerda el culatazo que recibió allí mismo el día en que agentes federales de Estados Unidos irrumpieron para llevarse a Elian.

Era el 22 de abril del año 2000 y la orden de entrar la había dado Janet Reno, entonces fiscal general de EEUU y para muchos exiliados «la mala» de esta «película».

Ese día Sánchez supo que la consigna «Elian no se va», que se había popularizado en las protestas, no iba a hacerse realidad.

UN NIÑO «MILAGRO» CONVERTIDO EN SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN

Considerado en Miami un niño «milagro» no solo por haberse salvado del naufragio sino porque su rescate fue el día de Acción de Gracias, Elian González, convertido en un símbolo de la revolución y de su triunfo sobre el capitalismo, regresó a Cuba el 28 de junio del 2000, después de muchas negociaciones e idas y vueltas en los tribunales y multitudinarias manifestaciones en Miami y la isla.

Fidel Castro se involucró personalmente en lo que en otras circunstancias y países hubiera sido solo una disputa familiar sobre la custodia de un niño cuya madre se lo llevó de su país sin permiso del padre, que quería recuperarlo y criarlo con él en Cuba.

Sánchez opina que Castro, conocedor de que en Estados Unidos se «respeta la ley», aprovechó el caso Elian para «proyectarse como un defensor de la niñez», aunque «no lo era», y a la vez «asestarle un golpe de dimensiones internacionales a la comunidad del exilio».

El organizador de «cadenas humanas» y acciones de «desobediencia civil» por Elian asegura que siempre pensó que eran los familiares maternos y paternos del niño los que debían ponerse de acuerdo sobre su futuro, no los Gobiernos.

EL DRAMA DE LOS BALSEROS

No obstante, dice, había un hecho que no se podía obviar: la madre de Elian decidió irse de un país en el que «una dictadura asfixiaba, y aun asfixia, al pueblo».

Si Cuba no fuera «una dictadura», la gente no se lanzaría al mar, dice Sánchez, que responsabiliza al «régimen» de cada una de las muertes de balseros cubanos cuyo «sueño americano» terminó al irse a pique la precaria embarcación en la que abandonaron su país.

La llamada «crisis de los balseros» fue en 1994, pero en 1999 el año en que la balsa donde iba Elian zozobró hubo otra salida masiva de embarcaciones precarias hacia EEUU sin que el Gobierno cubano tratara de detenerlas, según informaciones de entonces.

Desde el 1 de enero hasta el 27 de noviembre de 1999, 940 cubanos fueron interceptados en alta mar, según datos de los guardacostas estadounidenses recogidas en los noticieros del momento.

En el año fiscal 2019 (concluido el último día de septiembre), aproximadamente 454 cubanos intentaron entrar ilegalmente a Estados Unidos por mar, según informó la Guardia Costera a Efe.

Sánchez no tiene dudas de que la razón de que se intercepten menos balseros es que ya no rige la llamada política de pies secos/pies mojados, que permitía a los cubanos que llegaban a tocar tierra en EEUU quedarse en el país y condenaba a ser repatriados a los que eran detenidos en el agua.

Esa política fue eliminada por la Administración de Barack Obama durante el «deshielo» con Cuba y es una de las pocas cosas que Donald Trump, su sucesor en la Casa Blanca, ha dejado en pie de ese intento de normalización de relaciones.

«LAVADO DE CEREBRO»

Sobre el Elian criado en Cuba, Sánchez subraya que le «lavaron el cerebro» los «responsables de que su madre muriera» y por eso hoy parece «casi un autómata», siempre con «cara de roña (de mal humor)».

La cara del «balserito» más recordada es, sin embargo, la del día en que fue sacado de la casa de su tío en la Pequeña Habana de Miami por un grupo de «marshalls» estadounidenses.

La famoso foto que tomó el ya fallecido Alan Díaz, el fotógrafo de la agencia estadounidense AP y ganador de un Pulitzer, muestra a un pequeño Elian de 6 años en brazos de uno de los pescadores que lo salvaron, Donato Dalrymple, aterrorizado ante el uniformado con casco y unas enormes gafas protectoras les apunta con un arma de guerra.

El caso Elian, que es visto como uno de los muchos desencuentros entre Estados Unidos y su vecina Cuba es, para Sánchez, un capítulo más en «la larga lucha de los cubanos por su libertad».