Más de 100 migrantes de Honduras que pretenden llegar a Estados Unidos aguardan hoy, 18 de octubre de 2018, en la frontera salvadoreña El Amatillo (oriente), a donde llegaron este miércoles junto otros hondureños que lograron pasar el control migratorio y van rumbo a Guatemala en ruta al país norteamericano. EFE

Guatemala – Acompañado de dos hijos de 6 y 15 años, con sus pies llenos de ampollas y con una pequeña mochila al hombro llena de ilusiones, Wilson, uno de los miles de hondureños que integran la caravana de inmigrantes de ese país, no pierde la fe de llegar a Estados Unidos.

«En nuestro país está muy fregado, está todo caro, no hay trabajo, el sueldo no ajusta (alcanza) para nada», lamentó Wilson Suazo, de 37 años, en declaraciones a Efe, con sus ojos llenos de lágrimas y visiblemente cansado por la caminata.

Suspira y ve a su hija de 15 años y a su otro hijo de 6 como queriendo detener el tiempo para no verlos sufrir.

«Yo dejé a mi esposa y otros hijos por una vida mejor, por ellos… por un mejor futuro», expresó este inmigrante de San Pedro Sula, que pese a su complexión fuerte se quiera, llora.

Bajo una pertinaz llovizna en el Parque Centros del centro histórico de la capital guatemalteca, Wilson, quien trabajaba en el mercado de su ciudad, lo dejó todo, a su familia, porque su sueño es llegar a Estados Unidos para darle mejor vida a sus hijos, a su esposa.

Migra también para salvar la vida de su hija de 15 años, a quien tenían amenazada los ‘mareros’. «Por eso, por eso, tengo que migrar» explicó con un dejo de nostalgia.

El inmigrante agradeció el apoyo que les han dado los guatemaltecos. «Hemos recibido comida, agua y albergue, no tenemos quejas, aquí vamos haciendo la lucha», relató.

«Esperamos que México también nos reciba con los brazos abiertos así como Guatemala, que nos den apoyo para seguir adelante, porque, la verdad, en Honduras, está cabrón (difícil)», manifestó.

Pese a las amenazas vertidas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de no dejar ingresar a su territorio a los inmigrantes hondureños, de meterlos presos antes de deportarlos, Wilson va motivado y con la confianza puesta en Dios.

«Él (Trump) dice eso porque no sabe la clase de personas que vamos en la caravana, somos más de 8.000 y vienen más todavía atrás. Somos trabajadores y lo que buscamos es un mejor futuro para nuestras familias», enfatizó.

Wilson y sus hijos pasaron la noche en un albergue de inmigrantes en la capital. A primera hora de este jueves se pusieron sus mochilas al hombro y caminaron al Parque Central.

Allí se congregaron cientos de hombres, mujeres y niños. «Vamos para adelante, viva Honduras», gritaron y agitaron pequeñas banderas de su país y partieron, por el Anillo Periférico, en busca de la ruta que los lleve hasta Tecún Umán, la frontera de Guatemala con México, situada en el departamento suroccidental de San Marcos.

En fila, mujeres empujaban los carruajes en los que llevan a sus pequeños hijos, arropados con colchas y pese a la llovizna, no se detienen.

Es el caso de Iris Saraí, quien va con su hijo de 2 años, pero a quien también le acompaña su madre y otros hermanos. «No tenía trabajo», relató. Su rostro reflejaba tristeza mientras empujaba el carruaje en el que transporta a su niño.

«Que Dios nos abra todas las puertas del camino para llegar a Estados Unidos», exclamó.

Miles de hondureños salieron el pasado fin de semana en caravana, huyendo de la pobreza y la inseguridad, y están en tránsito por el territorio guatemalteco de camino a la frontera mexicana.

Un primer grupo de la primera caravana ya llegó ayer a la frontera de Guatemala con México, de acuerdo a la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal del país guatemalteco.

El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, dijo el miércoles que el ingreso «masivo» de migrantes hondureños es un «riesgo» para el país y sus habitantes y aseguró que está tratando de verificar sus intenciones con la ayuda de organizaciones internacionales.