Washington, (EEUU) – (Especial para Proceso Digital-Por Alberto García Marrder).
Muchos estaremos deseando que venga lo más pronto posible el año 2021, queremos olvidar el 2020. No hay mucho bueno que recordar de este que se va en cuatro días.
En Estados Unidos, tres hechos marcaron este año: una aún incontrolable pandemia del COVCID-19, unas complicadas elecciones presidenciales nunca vistas antes en la historia de este país y un creciente conflicto racial.
Y como protagonista máximo, un presidente, Donald Trump, que perdió las pasadas elecciones, y se niega a reconocer su derrota. Además de intentar anular los resultados electorales, alegando un supuesto fraude en su contra que no existió. Aunque no ha habido tanques en las calles de esta capital ni violencia armada, eso fue, en pocas palabras, un intento de “coup- d’ état” (Golpe de Estado).
Nada menos que en una democracia centenaria y ejemplar (hasta ahora) como la de Estados Unidos. Un país que no es, en términos figurativos, una “república bananera”.
En este año que se va, ha habido también en este país incendios forestales (California), huracanes devastadores (Luisiana y Alabama), un mal gobierno, recesión y desempleo.
Además, va a quedar una sensación de lo que falta por venir, será peor.
El coronavirus ha contagiado ya a más de 18 millones de norteamericanos y ha causado la muerte a más de 322,000.
A este ritmo y en menos de tres meses, cuando se llegue a la cifra de 378,340, habrá superado en números a la suma total de los soldados americanos muertos en combate en la Segunda Guerra Mundial (291,557), Corea (33,686), Vietnam (47,424), Irak (3,836) y Afganistán (1,833). Un subtotal de 378,336.
Eugene Robinson, columnista del diario “The Washington Post”, escribe que Trump es el “gran segundo desastre” del 2020:
“Potencialmente peor que su mal manejo de la pandemia del Covid-19, es su intento, aún en marcha, de deslegitimar una de las cosas que aglutina a una nación tan diversa y fraccionada: nuestra democracia”.
Para Robinson, con excepción del desarrollo de la vacuna, “que él sí promovió”, todo lo que hizo Trump fue empeorar la lucha contra la pandemia, desde quitar importancia al uso de mascarillas hasta politizar el cierre de los negocios.
El conflicto de la discriminación racial sigue vigente. En este año ha habido varios casos de abuso policial contra la población negra, cuyas imágenes en la televisión y las primeras páginas de los periódicos provocaron una ola de indignación ante un problema que todavía persiste en los barrios marginados de las grandes ciudades.
El primer incidente que provocó disturbios violentos en todo el país fue la muerte por asfixia de George Floyd, de raza negra y de 46 años, el 25 de mayo en Minneapolis. Sucedió cuando un policía blanco, Derek Chauvin, sujetaba su cabeza en el suelo con su rodilla.
A pesar de que se quejaba que no podía respirar, el policía seguía apretándolo en su cuello.
Según el diario “The New York Times”, lo estuvo apretando ocho minutos y 15 segundos. Y otro minuto más cuando Floyd ya había perdido el conocimiento y había llegado una ambulancia.
El único pecado de Floyd: tratar de pagar una cajetilla de cigarrillos con un billete falso de veinte dólares.
Ha habido algunas cosas buenas este año, aunque no muchas. En un tiempo récord, se han desarrollado dos vacunas contra el coronavirus.
Otras tres cosas buenas: La senadora demócrata Kamala Harris es la primera mujer electa como vicepresidenta, que las instituciones del país evitaron que un presidente anulara unas elecciones libres y que el sistema electoral saliera reforzado ante un intento de invalidarlo.
Además, fue electo un nuevo presidente, Joe Biden, para darle una nueva ilusión a un país en una encrucijada de identidad y desmoralización. Han sido cuatro años duros, bajo el mandato de Trump.
Una de las buenas noticias también y muy importante, es que en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, el pueblo norteamericano votó masivamente para poner fin a cuatro años de un gobierno autocrático de Trump y a impedir su reelección.
En sus últimos días en la Casa Blanca, Trump está actuando de una forma errática, imprevisible, furioso y sin hacerse a la idea que pronto será un expresidente.
“Por 24 días más, Trump seguirá siendo el hombre más poderoso del planeta. Pero no tiene el poder suficiente para lograr lo que más desea: evitar salir de la Casa Blanca como un perdedor”, escribe el diario “The New York Times».