Una mujer en su noveno mes de embarazo mira un álbum de fotos. EFE/Zayra Mo/Archivo

Washington – La restricción de visas de turistas para extranjeras embarazadas instaurada por la Administración del presidente Donald Trump el pasado viernes impone un requisito adicional para las viajeras, especialmente desde países africanos, asiáticos y latinoamericanos, dijeron este lunes críticos de esta medida.

Las nuevas reglas autorizan a los funcionarios consulares de Estados Unidos a preguntarles a las mujeres que solicitan visas B1 ó B2, de turista, si están embarazadas y si viajan al país con la intención de parir en territorio estadounidense, algo que bajo la Enmienda 14 de la Constitución automáticamente otorga la ciudadanía al recién nacido.

«Esto es un ataque más contra la dignidad y el bienestar de las mujeres, y da el mensaje de que los viajeros de color o de bajos ingresos no son bienvenidos en Estados Unidos», afirmó en una teleconferencia de prensa Ann María Benítez, directora del Instituto Nacional Latina para Salud Reproductiva.

«Es una política cruel e intimidatoria», agregó Benítez. «Habrá personal no calificado realizando análisis de embarazo en los aeropuertos. Estos análisis pueden dar resultado falso positivos, por ejemplo si una mujer ha tenido un aborto espontáneo, o está en tratamiento hormonal».

La ley de inmigración exime a viajeros de 39 países del requisito de visa para entrar a EEUU, de los cuales 29 son países europeos, así como Australia, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda, entre otros.

Las normas dictadas por el Gobierno Trump «crean un requisito mayor para las mujeres, no para los hombres, sólo porque estén embarazadas o puedan quedar embarazadas», explicó Ur Jaddou, directora de DHS Watch, un grupo que monitorea las actividades del Departamento de Seguridad Nacional, y ex asesora legal del Servicio de Inmigración de EEUU.

«Las normas dan a los funcionarios consulares la autoridad para negar visas», agregó. «Estos no son profesionales médicos capacitados para tomar decisiones sobre asuntos médicos que pueden ser delicados».

Jaddou puso, como ejemplo, lo que ocurriría si una mujer de 20 años de edad, que no está embarazada ni piensa estarlo en un futuro inmediato, solicita y obtiene una visa de turista que dura por 10 años, y mucho más adelante queda embarazada.

Sung Yeon Chimorrow, directora ejecutiva del Foro Nacional de Mujeres Asiáticas y del Pacífico, sostuvo que las nuevas normas exigen que «las mujeres renuncien a su derecho de privacidad cuando se les pregunta si están embarazadas o pueden estarlo en el futuro».

Las mujeres embarazadas «ya experimentan todo tipo de discriminación en la vida diaria, en el empleo, o cuando no se les contrata porque estén embarazadas o porque estén en edad reproductiva», añadió Kristin Rowe Finkbeiner, directora ejecutiva del grupo MomsRising.

«Las mujeres embarazadas no tienen licencia pagada por maternidad y, con estas normas, la Administración Trump agrega otro perjuicio y es absolutamente inaceptable que se fuerce a las mujeres a que prueben, en público, si están o no están embarazadas», dijo Rowe.

El Departamento de Estado anunció el jueves que no otorgará visas de turista a mujeres embarazadas que visiten el país «primordialmente por turismo de parto» con el propósito de que sus hijos nazcan en Estados Unidos.

El cambio en las regulaciones para el otorgamiento de visas «es necesario para fortalecer la seguridad pública, la seguridad nacional y la integridad de nuestro sistema de inmigración», según un comunicado de la oficina de prensa de la Casa Blanca el viernes.

«La industria del turismo de parto amenaza recargar valiosos recursos hospitalarios y está plagada de actividad criminal», sostiene el comunicado.

Un funcionario del Departamento de Estado que explicó los detalles de la medida indicó que «es muy difícil» determinar el número de mujeres que vienen a EE.UU. con el solo propósito de parir en este país, y señaló que el Gobierno no tiene datos tampoco para estimar el costo de esos partos.

Según el funcionario, los oficiales consulares preguntarán a las mujeres si su intención es venir al país solo con el propósito de tener aquí a sus hijos «únicamente cuando tengan razones para creer que ese es el motivo de sus viajes».

El Centro para Estudios de Inmigración (CIS, en inglés), un grupo de estudio que aboga por políticas de migración restrictivas, calcula que cada año hay unos 33.000 partos de mujeres que llegaron al país con visas de turista y luego se fueron de Estados Unidos, y que cientos de miles de niños más nacen de madres que son migrantes indocumentadas o presentan visas temporarias.

De acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés), EE.UU. admite cada año 1,1 millones de migrantes y el 79 % de la migración legal se sustenta en las relaciones familiares.