Viena – Austria se ha desvinculado hoy del Pacto Mundial para la Migración tras rechazar la mayor parte del documento que contribuyó a elaborar y no estará presente en la ceremonia de su firma aunque preside la Unión Europea (UE), algo duramente criticado por la oposición y lamentado por Bruselas.
El principal argumento esgrimido para adoptar la decisión por el Gobierno de conservadores y ultranacionalistas es que el acuerdo pueda volverse vinculante de alguna manera en algún momento, aún cuando el documento deja claro que no lo es y que no afecta a la soberanía de los Estados firmantes.
«Es importante que Austria no adquiera un compromiso de derecho internacional consuetudinario, por lo que hemos decidido que no nos uniremos al pacto», dijo a la prensa el canciller austríaco, Sebastian Kurz, líder del democristiano Partido Popular (ÖVP).
«Tememos una amenaza a nuestra soberanía nacional», añadió el jefe de Gobierno, tras mostrarse crítico con varias de las medidas previstas para gestionar los flujos migratorios a nivel global.
El vicecanciller y líder del ultraderechista Partido Liberal (FPÖ), Heinz-Christian Strache, resaltó que la gran mayoría de los postulados del documento son «diametralmente opuestos» a las posturas defendidas por su formación, considerada xenófoba y euroescéptica.
Al expresar en rueda de prensa su «agradecimiento» a Kurz, Strache dejó entrever que en esta cuestión fue su partido el que impuso el rumbo para «no defraudar» a los votantes conquistados con la promesa de poner fin a la inmigración.
La república alpina se alinea así con Hungría y Australia, que también abandonaron el acuerdo, y con Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, decidió ya en 2017 la retirada de su país de la negociación entonces en curso.
En su primera reacción, la Comisión Europea (CE) calificó de «desafortunado» el paso dado por la Presidencia austríaca.
«Seguiremos respaldando el Pacto Mundial, lamentamos el cambio de posición de Austria y estamos en este momento en contacto con Austria para recibir detalles adicionales sobre este asunto», dijo en Bruselas la portavoz de Exteriores de la CE, Maja Kocijancic.
En cuanto al formato con el que acudirá la UE a la reunión convocada para el 10 y el 11 de diciembre en Marruecos, en la que los jefes de Estado y de Gobierno de más de 190 países adoptarán oficialmente el acuerdo, la portavoz comunitaria Natasha Bertaud reconoció que el Consejo europeo «aún debe pronunciarse sobre ello».
«No enviaremos a ningún representante oficial», dijo, por su parte, Kurz.
La oposición ha criticado duramente lo que considera una ruptura drástica con la tradición multilateral de la política exterior del país, cuya capital es una de las sedes de la ONU y alberga también otras organizaciones internacionales.
«Kurz coloca a Austria en línea con la Hungría de (el primer ministro nacionalista Viktor) Orbán y con el EE.UU. de Trump, y posiciona a nuestro país contra la comunidad internacional», censuró el portavoz del Partido Socialdemócrata, Andreas Schieder.
«El que un pacto negociado por el propio Kurz y que no es legalmente vinculante sea presentado ahora como un conflicto con la soberanía de Austria, muestra en qué dirección marcha este Gobierno», criticó el partido liberal NEOS en un comunicado.
La izquierdista Lista Pilz ha acusado al Gobierno de hacer prevalecer intereses partidistas sobre «la necesidad de abordar desafíos mundiales cooperando con otros Estados».
Austria no solo se abstendrá de votar el pacto en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019, sino que se declarará «objetor persistente» del mismo, para garantizar que bajo ninguna circunstancia se vea comprometido a tener que respetarlo.
Además, en la «explicación oficial» de la decisión, difundida por la agencia austríaca APA, se advierte de que el acuerdo no puede «llevar a un cambio en las competencias dentro de la UE» y enumera 17 puntos (del total de 23 del acuerdo) que rechaza explícitamente.
Entre otros, sostiene que «la creación de la categoría internacional inexistente del ‘migrante’ debe ser rechazada».
Viena cuestiona desde la reunificación familiar de los inmigrantes hasta el eventual compromiso de combatir los delitos de odio, en la medida en que esas medidas no se ajusten a su legislación nacional.
Otras medidas favorecidas por el acuerdo internacional, como «la prohibición de expulsiones colectivas» o prevenir «el internamiento» de los inmigrantes, fueron incluso calificadas hoy de «pasajes tóxicos» por el ministro del Interior, Herbert Kickl, del ultranacionalista FPÖ.